México, una nación secuestrada

La información obtenida por medio de la Ley de Transparencia indica que en México hay, en total, nueve grandes cárteles de los que se desprenden 36 grupos menores.

 

 

El único grupo delictivo que hizo un donativo público a las víctimas del sismo, Gente Nueva de El Tigre, sería un aliado de la más poderosa organización criminal mexicana. Cajas de víveres fueron dejadas el pasado 23 de septiembre en calles del  fraccionamiento Independencia, en Chihuahua (Norte de México), acompañadas de un narcomensaje: «Nosotros estamos para ayudar al pueblo».

A dos años y medio de la captura del narcotraficante Joaquín ChapoGuzmánel Cártel de Sinaloa es la más grande organización criminal en México y el principal abastecedor de drogas ilegales a Estados Unidos.

Bajo su control están 10 células y pandillas, revela la Procuraduría General de la República (PGR) en el oficio PGR/UTAG/DG/000250/2017. Éstas son: Gente Nueva, en Chihuahua y Sinaloa; Cártel del Poniente, en Durango y Coahuila; Los Cabrera, en Durango y Chihuahua; Aquiles y Tigre, en Baja California; el 28, en Baja California Sur; Artistas Asesinos y Mexicles, en Chihuahua; y Salazar y Memos, en Sonora.

La información obtenida por medio de la Ley de Transparencia indica que en México hay, en total, nueve grandes cárteles de los que se desprenden 36 grupos menores. Éstos se diputan el territorio por el control de rutas, áreas de producción y mercados internos.

Ese número es menor al registrado a inicios del gobierno de Enrique Peña Nieto: en 2014, la PGR admitía que eran 88 cárteles, células y pandillas involucradas en el narcotráfico.

A pesar de esta supuesta reducción, analistas de Estados Unidos estiman que la atomización de las organizaciones ha derivado en más de 200 grupos.

«Eran 80 organizaciones y ahora dicen que son 200; pero eso es difícil de determinar porque se reconfiguran de manera variable», explica el doctor en ciencias políticas Carlos Antonio Flores Pérez, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

Para él, lo importante no es el número sino la continuidad del negocio. “Los flujos siguen y necesitan una logística compleja. Eso supone la existencia de redes bien organizadas que no improvisa cualquier sicario venido a más. Se requiere bastante conocimiento y contactos”.

Detalla que los criminales actúan en red: es un universo de individuos con distintas conexiones entre sí. Hay grupos que aparecen con una estructura de conexiones más o menos fija y jerárquica; pero luego se reorganizan. 

Los grandes cárteles

Las otras ocho grandes organizaciones según la PGR son: Cártel Jalisco Nueva Generación, Zetas, Cártel del Golfo, Caballeros Templarios, Familia Michoacana, Beltrán Leyva, Carrillo Fuentes y Arellano Félix.

Sinaloa y Jalisco Nueva Generación son los más grandes, considera el maestro en finanzas Jorge Retana Yarto. Por su capacidad de operación externa, de estructurar alianzas a nivel mundial, por la cantidad de hombres armados y el tipo de armamento que poseen, ambos amenazan la seguridad nacional, explica el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En lo que se refiere a otros grupos, señala que si bien perturban a la autoridad pública, no alteran la estabilidad, integridad y permanencia del Estado mexicano, por lo que no deben considerarse amenaza a la seguridad nacional. 

Las células y pandillas

Jalisco Nueva Generación, sin embargo, es el único gran cártel al que la autoridad no le reconoce asociados. El resto opera con el apoyo de células y pandillas.

Así, Beltrán Leyva tiene a Los Mazatlecos, en Sinaloa y Baja California Sur; el Dos Mil, en Sonora; en Guerrero, el Cártel Independiente de Acapulco, Los Ardillos y Los Granados; Los Rojos, en Guerrero y Morelos; y La Oficina en Aguascalientes y Baja California Sur.

La Familia Michoacana opera con La Empresa (Estado de México y Morelos) y Guerreros Unidos, aunque este último habría desertado. De Los Zetas dependen tres en Tamaulipas (Fuerza Especial Zeta, Grupo Operativo Los Zetas y Grupo Operativo Zetas); de los Arellano Félix tres en Baja California (Chan, Jorquera y Kieto); de Carrillo Fuentes dos en Chihuahua (La Línea y Los Aztecas); siete del Cártel del Golfo en Tamaulipas (Metros, Rojos, Dragones, Fresitas, Ciclones) y Quintana Roo (Pelones y Talibanes); y dos de los Templarios en Michoacán (Tena y González Rodríguez).

Guerra perdida

Las zonas que más se disputan son a su vez las que mayor índice de violencia registran: Tamaulipas, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Guerrero, Michoacán. Pero no sólo de los cárteles sino también de la autoridad.

Para el doctor Gilberto López y Rivas, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en México se vive un conflicto armado no reconocido, con más de 200.000 homicidios, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas como la de Ayotzinapa.

También, lo que denomina ocupación. Ésta, dice, no sólo viene de las fuerzas armadas legales, sino se da en complicidad con el crimen organizado. «La guerra es una parodia: el narcotráfico ha crecido mucho más que con Felipe Calderón».

A estas alturas vemos que combatir a los productores abiertamente con violencia no da resultados: no se ha disminuido la producción de drogas, considera el doctor Lorenzo Meyer, investigador de El Colegio de México. «Si lo que se buscaba era disminuir la violencia y la presencia de los cárteles, pues eso no se ha logrado».

 

 

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