Desde hoy y hasta el 19 de julio próximo, Nicaragua será la capital de la izquierda y las fuerzas progresistas de América Latina y el Caribe que se reunirán aquí para celebrar el XXIII Encuentro del Foro de Sao Paulo.
Nacido del genio del líder de la Revolución Cubana Fidel Castro y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el foro lleva el nombre de la ciudad donde sesionó por primera vez en 1990 y acumula más de un cuarto de siglo de historia. Se mantiene como un referente en el análisis de la coyuntura internacional y la búsqueda de alternativas al pensamiento único neoliberal.
La última década del siglo pasado estuvo marcada por la caída del campo socialista y la desintegración de la Unión Soviética, que hicieron pensar a algunos en el «fin de la historia» y la incontestabilidad de la hegemonía capitalista. En esa etapa se lanzó también el llamado Consenso de Washington, una expresión programática del neoliberalismo al que se sumó con ímpetu la derecha regional.
La cita de Sao Paulo, por el contrario, sirvió para reagrupar a las fuerzas de izquierda y trazar un camino en las nuevas circunstancias. Los más de 20 encuentros que se han llevado a cabo desde entonces y el protagonismo del foro en las últimas décadas de transformaciones en América Latina, demuestran que aquel esfuerzo inicial no fue en vano.
Los debates en los encuentros del Foro de Sao Paulo son una expresión del mosaico de organizaciones, movimientos sociales y partidos latinoamericanos y caribeños. La unidad dentro de la diversidad es uno de las máximas que conduce sus actividades.
Los miembros latinoamericanos tienen voz y voto, sin embargo, a las discusiones asisten también partidos y movimientos sociales de izquierda de otras regiones del mundo como Europa, Asia y África, quienes también estarán presentes en esta XXIII edición.
La cita nicaragüense no deja pasar la oportunidad de recordar el centenario de la Revolución de Octubre y el aniversario 50 de la caída en combate del Che. El programa recoge conferencias y debates para abordar ambos acontecimientos.
LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBEAL NO HA MUERTO
Los documentos bases de esta edición del Foro de Sao Paulo están encabezados por una frase contundente: «La globalización neoliberal no ha muerto».
Su análisis reconoce la existencia de una contraofensiva de la derecha y los centros de poder mundial contra las experiencias progresistas en la región, cuyo propósito es borrar las transformaciones de la última década.
La continua arremetida contra Venezuela, así como los intentos de desacreditar a líderes de izquierda con alto impacto simbólico como el expresidente Lula o la exmandataria argentina Cristina Fernández, evidencian la articulación de una estrategia que trasciende las fronteras de un solo país.
A diferencia de los encuentros iniciales, en el que únicamente el Partido Comunista de Cuba estaba en el poder, en la actualidad son varios los miembros que presiden el gobierno o forman parte de él, de ahí que los debates se hayan ampliado.
La única preocupación no es el camino para lograr los cambios, sino las formas de proteger las experiencias actuales en países como Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Cuba.
Los documentos bases señalan con preocupación el uso de los medios de comunicación, casi todos en manos de las élites, como armas políticas contra los gobiernos de izquierda.
«La sociedad está siendo enajenada por los medios de comunicación al servicio de la derecha política y empresaria local y mundial, hoy atenta contra las instituciones del Estado, alimenta la animadversión contra la política, los políticos, las instituciones del Estado, nómbrese Parlamento, Congreso e instancias de procuración de justicia», apunta el documento.
Añade que es desde estas mismas instancias que se corrompen los servicios públicos y se diseñan los golpes de Estado blandos que se han visto en los últimos años.
«Este fenómeno es una oportunidad para las fuerzas revolucionarias, de izquierda y progresistas, que, partiendo de nuestros análisis, debemos enfrentarlas», refieren. «No debemos partir del contexto económico sino del contexto político para dar respuestas creativas frente a las izquierdas reaccionarias y las derechas antisistémicas a las cuales debemos absorber y responder».
CONSENSO DE NUESTRA AMÉRICA
La reunión en Nicaragua estará acompañada por el primer documento programático que se emite desde el Foro de Sao Paulo, bajo el nombre de Consenso de Nuestra América.
Un borrador fue terminado en la sesión de trabajo celebrada en Managua a comienzos de este año. Este se llevó a consultas en toda la región y debe ser aprobado en el encuentro por los partidos miembros.
El documento está dedicado al Comandante en Jefe Fidel Castro y es una respuesta a la ofensiva imperial. En él se encuentran los principios y propósitos que inspiran a las fuerzas progresistas, así como el diagnóstico de la realidad a transformar, los sujetos y el proyecto por el cual se lucha.
El Consenso de Nuestra América rechaza que exista un fin del ciclo progresista y llama a no lamentar los reveses sufridos en el plano político o electoral, como ocurrió en Argentina y Brasil.
«Es el momento de ser autocríticos y constructivos y aprender de nuestros aciertos y errores», señala. «A pesar de reveses temporales y la agresividad del capitalismo contemporáneo, nuestra lucha por el poder no se detiene».
El Consenso parte de asumir que se ha modificado la correlación de fuerzas en la región, y que se vive un momento de desaceleración y desacumulación política y social.
Pero la esencia del documento está muy lejos del derrotismo y dedica el grueso de sus páginas a una síntesis de los pasos a seguir en los frentes económico, político y social, como guía para los movimientos de izquierda y progresistas, sin pretender crear fórmulas inamovibles y respetando las diferencias de cada país.
«Nuestro horizonte es una sociedad que se proponga eliminar la brecha cada vez más grande entre ricos y pobres y superar las desigualdades de género, etnia y edad», apunta.
Entre las acciones a seguir en la esfera económica mencionan la necesidad de fortalecer el papel de la inversión estatal, así como la propiedad social sobre los principales recursos económicos sin excluir el papel de los sectores privados, tanto nacionales como extranjeros, siempre que estén «bajo la orientación de un plan de desarrollo nacional».
En el orden social mencionan la necesidad de una distribución más equitativa de las riquezas como signo distintivo de la izquierda. «Las políticas fiscales deben orientarse y concebirse bajo el principio de que no existe desarrollo genuino sin la mayor inclusión social posible, la igualdad de oportunidades y el acceso de todos los ciudadanos y ciudadanas a los bienes y servicios socialmente producidos, según el aporte de cada cual».
En tal sentido, el papel del Estado es insustituible para garantizar a todos los ciudadanos el disfrute de los derechos humanos que son universales, indivisibles e interdependientes, añade.
El texto llama a fortalecer la consolidación del poder popular y a profundas transformaciones en materia comunicacional con el objetivo de evitar «los procesos de concentración de la información, los medios y la cultura».
El Consenso de Nuestra América insiste en la consolidación del Sueño de una Patria Grande, única e indisoluble, según los ideales de los próceres latinoamericanos y caribeños. «Nuestro proyecto debe proponer modelos que promuevan y
estimulen la integración regional no subordinada, sino liberadora».
EL APORTE NICARAGÜENSE
El XXIII encuentro del Foro de Sao Paulo concluirá en Managua justo el día que se celebra el aniversario 38 de la Revolución Sandinista, que derrocó a una de las dictaduras más violentas del continente e inició un camino de transformaciones en beneficio de las mayorías en Nicaragua.
El modelo de «reconciliación y unidad nacional» que lleva adelante el gobierno sandinista será uno de sus principales aportes a los debates, así como un documento anexo sobre la consolidación del poder popular.
Tras una cruenta guerra civil financiada por Estados Unidos hasta principios de los 90 y un paréntesis neoliberal que se extendió por 16 años, el regreso del sandinismo al poder marcó una nueva etapa para Nicaragua.
Durante la última década, el país ha registrado una de las tasas de crecimiento económico más altas de América Latina y llevó la cobertura de electricidad a la población del 50 % al 95 %.
Se espera que este 2017 el programa social Plan Techo alcance a 200 000 familias, garantizándoles una vivienda digna.
Se lleva adelante un programa de rescate para la antigua Managua, a orillas del lago Xolotlán, que antiguamente se utilizaba como depósito de aguas negras, y la mejoría en infraestructura vial es notable.
A pesar de su cercanía al triángulo centroamericano, donde se registran las mayores tasas de asesinatos y criminalidad del mundo, la seguridad ciudadana en Nicaragua es de las mejores en la región.
Los logros nicaragüenses han sido reconocidos por distintos organismos internacionales como Naciones Unidas, la Cepal y la Unicef, pero quizá el medidor más efectivo sea el respaldo popular.
En las elecciones de noviembre del año pasado, el FSLN se alzó con un triunfo contundente. El Presidente Daniel Ortega y su fórmula vicepresidencial, la compañera Rosario Murillo, obtuvieron el 72% de los votos, dejando en bancarrota a la vieja partidocracia y consolidando el proceso de cambio sandinista.
Tomado de diario Granma