En Nicaragua, desde hace décadas -a partir de la Revolución Popular Sandinista-, las mujeres ocupan destacados puestos de dirección en las empresas y el estado, sin embargo, esta realidad no ha servido para atemperar las reacciones de las feministas radicales.
Es interesante comprobar que las señoras –ya mayores- que actualmente gritan y se agitan en foros locales e internacionales “denunciando” la falta de derechos para las féminas nicaragüenses, son las mismas que en los años 80 fueron favorecidas con altos cargos dentro del estamento revolucionario.
Hoy, la situación es similar en el actual gobierno sandinista, no obstante, son otras las mujeres que actualmente se destacan en los puestos, como parte del necesario relevo. Eso, precisamente, es lo que parece molestar a las señoras devenidas en feministas: no son ellas las que ocupan posiciones relevantes.
Nicaragua ha sido reconocida por organismos internacionales por la participación de la mujer, pero las señoras del MRS agrupadas en el MAM, CINCO, CENIDH y otros ONG opositores, continúan desgañitándose en el afán de hacer creer que aquí las mujeres viven arrinconadas.
Y no es que actúen como dementes. Sus lamentos tienen destino específico: organizaciones ultraderechistas de Estados Unidos y Europa que ven al gobierno del presidente Daniel Ortega como un estorbo dentro del mundo unipolar con que sueñan.
Son, además, plañideras muy bien pagadas. Millones de dólares han sido repartidos entre las organizaciones de “defensa” de las mujeres, con el resultado de que un reducido grupo se ha convertido en acaudalado. El resto solo recibe migajas.
Nicaleaks les deja otro documento que refleja, además, la confrontación que estas mujeres tienen en contra de los hombres.
