El empresario Manuel Ignacio Lacayo Gil (Milca), confió su empresa Ingeniería Creativa S.A. -cuyos fines aún no están claros al igual que la forma en que fue utilizada dicha entidad-, a una Junta Directiva de siete personas, todas testaferros profesionales de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca.
Lacayo Gil está vinculado a negocios en Nicaragua con Carlos Fernando Chamorro Barrios, un economista y periodista que opera con donaciones de organismos ultraconservadores de Estados Unidos y algunas naciones europeas, enfrascados en eliminar todo vestigio de gobiernos populares.
En nuestro país las autoridades no investigan todavía las andanzas de Milca en el escándalo de los “Panama Papers” ni su ligazón con empresas de Chamorro Barrios, tal es el caso de INVERMEDIA, donde incluso podría estarse dando lavado de dinero sin que nadie lo sepa.
¿Primitivo, moderno o corrupto?
Pese a que Lacayo Gil ha dicho que los empresarios de Nicaragua “son primitivos” en comparación con él, en su negocio Ingeniería Creativa S.A. no hizo precisamente gala de gran inteligencia, pues permitió que lo “dirigieran” siete prestanombres de los más renombrados en el submundo de los paraísos fiscales.
Esta información, que habría sido motivo de escándalo interminable en caso de que el involucrado en el negocio turbio hubiera sido uno de los que Carlos Fernando considera enemigos políticos, fue sin embargo ignorada por el costoso equipo de Confidencial, que recibe centenares de miles de dólares cada año para presuntas investigaciones.
Los testaferros de Manuel Ignacio Lacayo eran personas humildes que daban la cara a fin de que los peces gordos, es decir, sus patrones, no enfrentaran a la justicia a la hora de que explotara un escándalo, aunque nunca esperaron que les “hackearan” sus cuentas.
¿Qué negocios se escondían tras el nombre de Ingeniería Creativa S.A.? Quizás una investigación logre desentrañar el misterio. En Nicaleaks nos gustaría hacerla, pero apenas contamos con recursos para mantener la web en funcionamiento.
Los testaferros de Lacayo Gil
Leticia Montoya es el nombre de una anodina oficinista panameña de Mossack Fonseca, que se volvió famosa de la noche a la mañana tras conocerse que en el papel era parte de la Junta Directiva de 11,071 empresas, entre ellas la del nicaragüense Manuel Ignacio Lacayo Gil.
Otra “directora hechiza” es Francis Pérez, quien acumula 10.667 empresas bajo su dirección. Ella y Montoya, ambas directivas de Ingeniería Creativa S.A., ocupan los lugares dos y tres respectivamente en el “ranking” de Mossack Fonseca entre los más prolíficos testaferros.
Un pago de Manuel Ignacio Lacayo Gil a Mossack Fonseca a través de una de sus testaferras, Francis Pérez.
La señora Katia Solano aparece como directiva de 6,078 empresas; Cornelio McKay en 2.310; Abdiel Núñez en 1,907; Hercilia Molina de Zelaya en 1,793 y Juan Mashburn en 1,240. Todos prestaron sus nombres para encubrir la empresa de Lacayo Gil y son parte del ejército de 52,696 testaferros de Mossack Fonseca.
¿Por qué insisten en “confidencialidad?
Univisión publicó documentos que Nicaleaks tiene en su poder, que corresponden a septiembre de 2009, en los que la abogada y notario nicaragüense Salvadora Vado Pilarte, de la firma Carrión, Somarriba y Asociados, solicita a un representante de Mossack Fonseca (Amauri Batista) información para la creación de una Sociedad Panameña, incluyendo cotización de costos y nombres disponibles para la compañía.
Batista le enlista varios nombres disponibles y sus precios con cotizaciones estándar y el formulario de inscripción. Luego entran en contacto con el cliente: Juan Carlos Lugo, quien le explica que el tipo de empresa que quieren crear es una consultora, bajo la figura de sociedad anónima, pero le consulta sobre la confidencialidad de la información.
Batista le responde: “las acciones en Panamá es muy confidencial y privado de la sociedad. Los directores no son necesariamente los accionistas. Usualmente se nombran tres directores distintos de los accionistas (muchas veces provistos por la firma de abogados) y los certificados de acciones se hacen a nombre de la determinada persona”.
Empresas de papel
Una aclaración algo confusa, sin duda, pero que trata de explicar lo que un juez norteamericano denominó en 2014 como una “empresa de papel”, al investigar a Leticia Montoya por un caso de corrupción y presunto lavado de dinero.
Una empresa de papel, o de “cartón“, señala la web “Connectas”, es justamente lo que dijo el juez gringo: una sociedad que existe sólo en los registros. “No fabrica muñecos o jabones ni importa o exporta, aunque diga que lo hace. Tampoco es ubicable en algún domicilio, porque no dispone de oficina propia. En general, si alguien va a la dirección declarada en el Registro Público, es muy probable que termine en el estudio de abogados. Ese es el único lugar en el que existe una compañía de papel: los papeles”.
¿Para qué querría el socio de Carlos Fernando Chamorro Barrios una empresa de papel? Vaya Dios a saberlo. ¿Por qué el equipo de Confidencial ocultó estos y otros datos? Por eso es que las autoridades deberían investigar.