Primero un debate, luego la regulación. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha marcado la pauta que seguirá su Ejecutivo ante la histórica resolución de la Suprema Corte de Justicia que abre la puerta a la legalización de la marihuana. La digestión del fallo, como era de esperar, será lenta, y su final incierto. Peña Nieto se mostró “personalmente” contrario a la legalización, pero aceptó públicamente que la discusión “permita, eventualmente, arribar a otra posición” “No puedo ser dueño único de la verdad”, afirmó.
El fallo de la Suprema Corte supone un salto al futuro. En un país que libra un encarnizado combate contra el narcotráfico, autoriza por primera vez el consumo, cultivo, transporte y posesión de marihuana a una asociación de fumadores sin ánimo de lucro. Aunque la decisión judicial se circunscribe a los cuatro promotores de la entidad, allana el camino para que otros ciudadanos puedan reclamar lo mismo.
Esta apertura, largamente esperada por miles de consumidores, quiebra el actual molde normativo. Frente al daño a la salud esgrimido por la Administración, los jueces priman la libertad individual . Y por encima de la prohibición, hacen prevalecer el derecho al desarrollo de la libre personalidad. El resultado es una legislación tocada en su nervio central, y un Gobierno obligado a contestar al desafío judicial. “El fallo ha puesto contra la cuerdas al presidente y, por primera vez en su mandato, ha entrado al tema”, señala la abogada Lisa Sánchez, una de las promotoras de la legalización.
La respuesta de Peña Nieto se articula en dos tiempos. El primero consiste en abrir una gran discusión nacional, con participación del poder legislativo, que permita definir las futuras políticas de Estado. “Un debate amplio, especializado, que convoque a sociólogos, médicos, académicos, a los conocedores de este tema, y que permita ver los alcances que tiene una eventual apertura en el consumo de la marihuana, sin que suponga de ninguna manera la liberalización para otras sustancias más dañinas”, afirmó el presidente.
La discusión tendría que finalizar previsiblemente antes de abril de 2016, fecha en la que México presentaría sus conclusiones en el foro sobre drogas auspiciado por Naciones Unidas. El siguiente paso sería la aprobación de un marco regulatorio que les diese cabida. La legalización dependería del signo del debate. En este punto, Peña Nieto expresó su opinión personal: “Siempre dije y lo sostengo, que no estoy a favor de una eventual legalización de la marihuana. Pero esta posición no está reñida con la aceptación de abrir un debate que científicamente, con argumentos sólidos, nos permita, eventualmente, arribar a otra posición. Soy de los que cree que la apertura puede inducir al consumo de otras drogas mucho más dañinas. Sin embargo, no puedo ser dueño único de la verdad. Esa es mi convicción”.
Esta declaración deja abierta, para sorpresa de muchos, la puerta a la legalización. Lejos de satanizarla, el presidente la acepta como una posibilidad. Aunque exige antes su argumentación científica y su procesamiento parlamentario, establece con claridad que el Gobierno tendrá que asumir “cualquier determinación que se tome”. En este cambio de paradigma, un auténtico seísmo para el segundo productor mundial de marihuana, el mandatario reconoce el peso que ha tenido el fallo de la Suprema Corte: “A partir de este precedente, el consumo debe tratarse desde la perspectiva de los derechos humanos, y no solamente desde la óptica de la criminalización, es decir, de convertir en sujetos de derecho penal a aquellos que eventualmente la consuman”.
El procedimiento que seguirá el debate aún no se ha hecho público. La base política para el cambio legislativo es, de momento, exigua. Sólo el PRD, la fuerza hegemónica de la izquierda, apoya sin ambages la legalización. Las encuestas tampoco favorecen a los defensores del consumo. En torno al 65% se declara contrario, aunque la mayoría, como Peña Nieto, acepta la discusión. Pero los últimos acontecimientos y algunos casos clínicos dramáticos han reducido el apoyo al prohibicionismo. Los promotores del recurso judicial confían en que en los próximos meses este viraje se acelere. De momento, se ha abierto el debate.