El presidente del comité olímpico argentino dice que hay riesgo de que no haya equipo para las olimpiadas.
El fútbol argentino ha entrado en fase de implosión después de la derrota en la final de la Copa América. Primero Lionel Messi anunció que dejaba la selección, lo que ha provocado una conmoción nacional, y ahora el entrenador, el Tata Martino, que lleva menos de dos años al frente de la selección, ha decidido renunciar, según un comunicado oficial. La retirada de Martino se produce a un mes de las olimpiadas de Río de Janeiro, en las que la selección era una de las favoritas, y en pleno caos del fútbol argentino, que vive una cruenta batalla por el poder de la AFA, la cúpula de de este deporte. Martino dimite precisamente porque no logra hacer un equipo competitivo para las olimpiadas en medio del vacío de poder. Argentina tiene dos oros olímpicos (2004 y 2008) con esta disciplina.
En Argentina el fútbol es mucho más que un deporte. Está muy vinculado a la política y el sindicalismo. La lucha por el control de la AFA entre dos sectores, uno liderado por el principal sindicalista del país, Hugo Moyano, y el otro por el showman más conocido, Marcelo Tinelli, ha acabado con una fractura total. El Gobierno de Mauricio Macri, que también viene del mundo del fútbol, ha intentado controlar este grupo de momento sin éxito. Los medios argentinos responsabilizan de esta situación a los dirigentes de los clubes locales, en plena batalla interna, pero el Ejecutivo también tiene una responsabilidad porque ha fracasado en sus intentos de controlar este formidable aparato de poder. Macri entró en la batalla para evitar que Moyano, que ya controla buena parte del poder sindical, se hiciera también con el fútbol. Desde entonces el idilio inicial que tuvieron cuando cambió el Gobierno se ha roto y Macri se enfrenta a unos sindicatos más guerreros, hasta ese punto condiciona el fútbol la política.
Todos los caminos conducen al fútbol en Argentina. La influencia del Gobierno es notable porque los clubes, todos endeudados hasta lo insoportable, viven gracias a la ayuda del Ejecutivo, que les paga unos 2.000 millones de pesos al año (138 millones de dólares) para poder emitir los partidos de forma gratuita por la televisión pública en el programa “Futbol para todos”, un invento del kirchnerismo para arrebatar el fútbol al Grupo Clarín, el más importante del país.
El fútbol es un nido de corrupción y de poder de tal calibre que es difícil encontrar políticos, en especial los locales, que no tengan una estrecha vinculación con los clubes. Moyano es presidente de Independiente, uno de los más importantes. TInelli vicepresidente de San Lorenzo, el club del Papa. Macri fue presidente de Boca Juniors, y de su éxito como gestor de ese club llegó su salto a la política. Aníbal Fernández, ex mano derecha de Cristina Fernández de Kirchner, es presidente de Quilmes, otro grande.
Los peligrosos barra bravas -ultras- de los clubes sirven como mercenarios para las batallas entre distintas facciones políticas o sindicales y también pegan carteles, hacen pintadas o presionan puerta a puerta para lograr el voto cuando llegan las elecciones. Nada es ajeno al fútbol y el hundimiento que lleva a la dimisión de Martino es un síntoma de la situación del país.
Martino renuncia precisamente por esta batalla dentro de la AFA y el vacío de poder que estaba impidiendo que el entrenador pudiera hacer una selección para las olimpiadas. Los clubes no quieren ceder a sus mejores jugadores para Río y la AFA no era capaz de imponerles nada, por lo que Martino ha decidido rendirse. «No hay nadie en AFA», repiten los medios argentinos. Los hinchas empiezan a reclamar en las redes sociales que alguien convenza a Diego Simeone, el entrenador del Atlético de Madrid, para que regrese a su país a reconducir el desastre.
Pocas horas antes de la renuncia de Martino, ya llegaba un aviso de que las cosas están llegando a un extremo inimaginable de caos en el fútbol argentino. El presidente del Comité Olímpico Argentino, Gerardo Werthein, había asegurado que en este momento no está nada claro que Argentina pueda llevar un equipo de fútbol a las olimpiadas dada la situación de descontrol en la AFA. Messi ya estaba descartado para esa competición antes de anunciar su renuncia, pero otros jugadores importantes debían estar allí. Y ahora ningún club quiere quiere cederlos. «De 1 a 10, hoy hay 50% de chances que la Argentina no presente el equipo de fútbol masculino en los Juegos Olímpicos», aseguró Werthein en radio Mitre. «Es un poco lo que pasa con la AFA. Hace 20 meses que no habla con nosotros», remató.
El ciclo de Gerardo Martino en la Selección comenzó el 3 de septiembre de 2014 en Düsseldorf, cuando Argentina se enfrentó a Alemania, entonces campeona del mundo. Aguantó 29 partidos. El último que dirigió fue precisamente la dramática final de la Copa América en la que Messi falló un penalty. Nadie tiene ninguna duda de que la renuncia llega por el descontrol en la AFA.