No nos referiremos en este caso a los llamados de cabecillas del MRS como Edmundo Jarquín, llamando a botar el gobierno mediante la violencia, e incluso insinuando la ejecución del presidente Daniel Ortega y su familia, refiriéndose a lo ocurrido en años pasados en Rumanía, Irak y Libia. Es un anhelo que acarician desde hace muchos años.
Nos mueve en esta ocasión referirnos a la arenga que un sacerdote de Nueva Guinea realizó el lunes pasado a un grupo de campesinos y finqueros de esa localidad, exhortándolos a viajar a Managua hoy miércoles a “dar el paso” que les tomó mucho tiempo reflexionar pero que ha llegado el momento.
Un llamado inaudito proveniente de un “siervo de Dios”. Este hombre, sosteniendo un megáfono en medio de la noche y alumbrado por luces de fogatas y algunos celulares, hablaba con paz grave y pausada. No podía evitarse la comparación con los videos del terrorista Osama Bin Laden cuando llamaba a sus mártires al sacrificio en nombre de Alá, el misericordioso.
Este religioso, llamaba con lenguaje pretendidamente velado a una yihad o “guerra santa” para los fundamentalistas islámicos, y sin ápice de culpa mandaba a sus muyahidines de Nueva Guinea a “hacer lo que tienen que hacer” con la certeza de que Dios está con ellos.
La violencia es algo execrable venga de donde venga, pero al provenir de un sacerdote, que tienen gran ascendente sobre la gente del campo, es más que un acto criminal amparado en la vil manipulación de las creencias de personas humildes.
El cura este es estremecedoramente indiferente a lo que pueda ocurrir a sus ovejas. Tiene su norte y lo impone a quienes lo escuchan fervorosamente. Les asegura que no están solos y que hay mucha gente que los acompañará en su viaje hoy miércoles a la capital.
“El martes, todo el mundo a reconcentrarse para ir el miércoles a Managua”, les indica, y de paso los orienta a quitar el tranque que impide la salida de Nueva Guinea, “para permitir el paso del pueblo”, léase, los que intentan concretar el golpe de Estado este día.
La arenga del extremista continúa: “Como los viejos guerreros hay que preparar el espíritu, es un paso importante, un paso que tomó tiempo reflexionarlo (…), hay que dar un paso seguro…es el momento de unirse y salir todos…”.
Este califa pinolero señala a sus oyentes “que es el momento de unirse y salir todos el día martes todos los campesinos de Nicaragua que están apostando por esta lucha, por este momento, de todas las partes que quieren lo mejor para Nicaragua”.
Y agrega: “Ahora se va a dar este paso, no lo estamos dando solos sino que en compañía de muchas otras personas. A esa marcha del 30 se le ha denominado la “madre de todas las marchas” en apoyo de todas las madres que quieren lo mejor para Nicaragua.
“Vamos a darle gracias a Dios por este momento, por este tiempo que ha sido un tiempo importante de preparación de crecimiento, organización, de disciplina, y entonces es el momento de dar este paso, se tiene que ir con esa firmeza convicción, determinación con la que ustedes salieron de su casa”.
En el mismo tono admonitorio, precisa: “Le damos gracias a Dios por la vida, por este momento que se avecina, por este acontecimiento que se avecina para que cada uno de nosotros afrontemos este momento con valentía, confianza, fortaleza y esperanza, con convicción de que lo que se va a realizar es por el bien de nuestra patria”. Obviamente que no se está refiriendo a una simple marcha, porque esas las viven haciendo a cada rato.
Después les dice algo curioso, que deja claro que existe financiamiento económico desde hace mucho tiempo para estos “autoconvocados” del campo y las ciudades. “Le damos gracias a Dios y pedirle que nos siga acompañando en esta nueva etapa, y pedirle para que se siga manteniendo la unidad, organización, responsabilidad y que todos juntos podamos encauzar esto que se ha venido preparando por largos años, trabajando luchando, llevándoles el pago, verdad, para que todo el movimiento sea capaz de manifestarse, consolidarse y concentrarse en este paso tan importante que se va a realizar”.
Y como si hubiera realizado un sacramento religioso, el de la “guerra santa” se quitó la gorra. El viento del bosque llevó una oración que no calzaba en aquellos labios llenos de odio: Padre nuestro que están en los cielos…