Tres premisas que explican lo que ocurre en Nicaragua

Al calor de 45 días de crisis política en Nicaragua, podemos afirmar que la metodología para los Golpes Suaves se ha criollizado con toda la carga violenta y mediática que este tipo de acciones trae implícito durante su ejecución y desarrollo.

Desde el comienzo se apreció una fuerte manipulación por parte de los medios de la oposición, los cuales, han tratado de culpar al gobierno sandinista de todo cuanto ha promovido por debajo de la alfombra la derecha golpista.

Intentando desenredar toda esta madeja, que trae como primer rasgo el haberse viralizado a través de las redes sociales con la etiqueta #SOSNicaragua, podríamos dejar sentadas tres premisas que permitirán definir claramente el tipo de escenario al que nos enfrentamos:

  1. No es un problema social, sino un problema político.

Esto es importante dejarlo sentado, desde ya, porque cualquier análisis que se pretenda realizar sobre los acontecimientos y posibles proyecciones del mismo, debe construirse en base a hechos concretos y no a simples conjeturas.

¿Por qué sostenemos que el problema es político? Simple. La agenda conocida como la “carta al niño dios” presentada por el sector opositor al Gobierno públicamente en la mesa de diálogo, no contiene ningún elemento social o económico, ninguna demanda o reivindicación de esta naturaleza. Esto es tan así, que el último nombre que adoptaron (ya llevan cómo 12), es Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia. No demandan seguridad social, empleo, exoneraciones, subsidios, carreteras, financiamiento, seguridad, mejor educación, mejor sistema de salud, únicamente plantean demandas políticas.

Así pues, el movimiento y su agenda, son políticos y no sociales.

  1. Es un plan golpista, no una demanda para democratizar el país.

La segunda premisa es la del golpe, que ya abordamos en un análisis anterior, pero que vale la pena recordarlo: plantear una salida del Presidente Ortega fuera del periodo y términos señalados por la Constitución Política (siguientes elecciones son en 2021), es un planteamiento antidemocrático, que persigue en esencia un cambio en la estructura política legítima del país por vías diferentes a las legales.

Obviamente, un movimiento político que demande un cambio de gobierno en circunstancias fuera de las constitucionales, es un movimiento golpista, no puede tener otro nombre.

Lo interesante  en este caso, es que en ningún país en los que ha pasado algo parecido, el movimiento se reconoce como golpista… excepto aquí, cuando Miguel Mora dueño del Canal 100% noticias (ex sandinista) y Haroldo Montealegre, empresario condenado por estafa (ex liberal), publicaron en su Twitter el libro del genocida Gene Sharp como una fuente de estudio para dominar el paso a paso de lo que él llamó “Revolución Pacífica”. El ladrón nunca se reconoce como tal, y justifica por todos los medios posibles sus acciones ilegales.

A diferencia de otros países, el movimiento de Nicaragua ya ha confesado públicamente sus intenciones golpistas. Por lo tanto, debemos siempre identificar a esta agrupación/movimiento político como golpista y no de otra forma.

  1. No es un movimiento “auto convocado”, sino uno bien organizado.

Finalmente, queda el asunto de si se trata de un movimiento que surgió de forma espontánea producto de un estallido social o si se trata de un movimiento dirigido y organizado.

Para los que hemos vivido en Nicaragua  durante los últimos 11 años y gracias a que esto es un “pueblo grande”, todos aquí nos conocemos.

Así pues, alrededor de los eventos espontáneos que produjeron lo que ellos mismos etiquetaron como “auto convocados”, producto de las protestas estudiantiles en contra de las reformas al seguro social, vimos como comenzaron a activarse progresivamente los mismos actores políticos de siempre, definidos en el tiempo como antisandinistas.

No se trata de los partidos tradicionales, legalmente constituidos, sino del partido solapado, del partido fantasma. Se trata de una red compleja de estructuras interrelacionadas (movimientos de sociedad civil y ONG pro derechos humanos – democracia), dirigidas principalmente por políticos viejos y viejos políticos del país. En su mayoría, traidores del sandinismo y del liberalismo que nunca habían superado el uno por ciento en la intencionalidad de voto en el país y ahora pretenden presentarse como voceros del pueblo de Nicaragua.

Los primeros, procedentes del sandinismo, compartieron la dirección del gobierno en la década de los 80 y después de 1995, ya en oposición, liderados por Sergio Ramírez, traicionaron a Daniel Ortega y al FSLN, formando lo que en su momento fue un partido político: el llamado Movimiento Renovador Sandinista (MRS). A este MRS se le canceló la personería jurídica por no reunir los requisitos mínimos de estructuras  que establece la Ley Electoral.

A esta camada de traidores sandinistas, le debemos sumar a otros traidores: los ex miembros del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán, liderados por Enrique Bolaños allá por el año 2002. Estos liberales probaron entrar a la contienda electoral con la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) y después con el Partido Liberal Independiente (PLI), desplazando al PLC como segunda fuerza política en el país. En 2016 perdieron la personería por litigios internos y quedaron fuera del juego electoral.

Estos “ex”, al verse imposibilitados de aglutinar a las masas y alcanzar el poder político por la vía legal, de forma inescrupulosa, decidieron recurrir al juego sucio, cruel y sangriento del intento de golpe de estado solapado.

De una u otra forma, formaron un partido político “de facto”, un organismo político de movimientos y organizaciones, que de manera sistemática montaron una campaña de desgaste al gobierno sandinista, participando en la política nacional de forma escondida o taimada.

Este partido fáctico ha tenido plena sintonía, coordinación y apoyo financiero de actores políticos externos, en específico y ya documentado, la USAID y congresistas norteamericanos. Solo vale recordar todas las gestiones realizadas por sus principales figuras en el 2015 para que la congresista de origen cubano, Ileana Ros-Lehtinen, y toda su jauría presentara en la Cámara de Representantes la controversial iniciativa legislativa conocida como Nica Act.

Cuando vemos a los mismos políticos traidores intentando imbricar al movimiento estudiantil “espontáneo” auto convocado en todos los espacios, a tal punto de arrogarse su representación ante la mesa de diálogo, solo quedan dos posibilidades:

  1. Se aprovecharon de los auto convocados y les “robaron el mando”,
  2. Los auto convocados nunca fueron AUTO y eran parte del plan desde un inicio.

En este segundo escenario se evidencia que existen patrones anteriores donde quisieron utilizar la misma forma: protestas contra fraude electoral, protestas anti-canal, campaña por el abstencionismo, cabildeo de la NICA-ACT, protestas por femicidios y protestas por Indio Maíz.

En todos esos procesos, vimos a los mismos “ex” en sus plataformas comunicacionales. Para el ojo ingenuo, lo que sucede en Nicaragua hace 45 días exactos podría pasar como una simple coincidencia, pero para el ojo analítico, esto es solo la evidencia que soporta la hipótesis: todo fue planificado.

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *