Trump, combustible para el odio

Donald Trump ha sido gasolina para la hoguera del extremismo en Estados Unidos. Desde que llegó a la Casa Blanca, hace poco más de un año, se han repetido titulares en la prensa relacionados con supremacistas blancos o violencia racista. El número de los denominados «grupos de odio» ascendió a 954 en el 2017, lo cual representa un aumento del 4 por ciento con respecto al 2016.

Los datos provienen del informe anual del Southern Poverty Law Center (SPLC, por sus siglas en inglés), institución dedicada al seguimiento de las agrupaciones extremistas en Estados Unidos. Entre los grupos que operan activamente se incluyen, por ejemplo, neonazis, KuKluxKlan, antinmigrantes, antimusulmanes, anti lgbtiq, nacionalistas blancos, neoconfederados, cabezas rapadas y nacionalistas negros.

El SPLC define un grupo de odio como una organización que «con base en sus declaraciones o principios oficiales, sus líderes o sus actividades, tiene creencias o prácticas que atacan o difaman a toda una clase de personas, generalmente por sus características inalterables».

Gran parte del aumento tuvo lugar dentro del movimiento supremacista blanco. El número de grupos neonazis creció de 99 a 121, los grupos anti-musulmanes de 101 a 114 y los antinmigrantes de 14 a 22.

El SPLC considera que el incremento entre los supremacistas blancos fue impulsado mayormente por las acciones y el lenguaje racista del presidente Trump. «El mundo te permite difundir propaganda como nunca antes, y Trump ha aumentado el odio», dijo a la prensa Heidi Beirich, directora de proyecto del SPLC y supervisora del informe.

«El 2017 ha sido un año donde se ha visto una creciente división e intolerancia», añadió.

«Ha habido un envalentonamiento de la derecha radical y eso se debe en gran parte a las acciones del presidente Trump, quien ha twitteado materiales de odio y ha hecho que la amenaza a nuestra sociedad presentada por esos grupos parezca leve».

El 2017 fue un año en el cual ganó prominencia el movimiento Alt-Right (Alternative Right o Derecha Alternativa). Se trata de un conjunto de ideologías, grupos e individuos de extrema derecha cuya creencia central es que la «identidad blanca» está siendo atacada por fuerzas multiculturales que usan la «justicia social» para socavar a la gente blanca y «su» civilización.

«Trump designó a asesores claves de la administración con vínculos con la derecha radical, incluido Stephen Bannon, el jefe de Breitbart News, que se jactó de convertir el sitio web en «la plataforma para la Derecha Alternativa».

Reanimados, los supremacistas blancos realizaron su manifestación más grande en una década: en Charlottesville, Virginia, en agosto pasado. Durante ese último suceso, Heather Hayer, una mujer de 32 años, murió y al menos otras 19 personas resultaron heridas, generando indignación a lo largo de Estados Unidos. Recordemos que entonces Trump fue duramente criticado cuando dijo que había «culpa de ambas partes», en lo que pareció un intento de equiparar a los supremacistas blancos con aquellos que se oponían a ellos.

El exlíder del KuKluxKlan, David Duke, calificó la manifestación como un «punto de inflexión» y juró que los supremacistas blancos «cumplirían las promesas de Donald Trump» de «recuperar a nuestro país». Y es que uno de los motivos para el aumento de los grupos de odio está relacionado con los cambios demográficos en Estados Unidos.

Mientras la población blanca envejece, las minorías, en especial las de inmigrantes, tienen más hijos. La Oficina del Censo señala que en el 2017 el 18 % de la población estadounidense era de origen hispano. Además, los hispanos son, junto a los asiáticos, las minorías étnicas que más rápidamente están creciendo.

Por eso, muchos temen que se «pierda» lo que consideran el auténtico espíritu estadounidense, es decir, las tradiciones conservadoras conocidas como WASP. O sea, blancos de clase media, protestantes y anglosajones, cuyas siglas en inglés responden a los términos de White Anglo Saxon Protestant. Así, mientras la población anglosajona pierde su posición mayoritaria en la pirámide étnica y social, el extremismo ideológico se acentúa.

El informe del SPLC –Year in Hate and Extremism– notó también un incremento de los grupos de odio nacionalistas negros, que explican como una reacción al racismo blanco. Se expandieron de 193 en el 2016 a 233 en el 2017. Pero, incluso, con ese incremento, quedaron muy por detrás de los más de 600 grupos de odio que se adhieren a alguna forma de ideología supremacista blanca.

Curiosamente, la cantidad de grupos del KuKluxKlan bajó notablemente de 130 a 72, una indicación, según el SPLC, de que esa organización de más de 150 años tiene poco atractivo para las nuevas generaciones, que encuentran una imagen más moderna en el movimiento Alt-Right.

Además de los grupos de odio, el SPLC supervisa, a un sector de la derecha radical conocido como «Patriota» o movimiento extremista antigubernamental. En el 2017 había 689 de ellos, de los cuales 273 eran milicias armadas. Ese movimiento ve al gobierno federal como un «enemigo del pueblo», e incluye a los llamados «ciudadanos soberanos», que rechazan las leyes y la autoridad del gobierno.

Este año, por primera vez, el SPLC agregó dos grupos de supremacía masculina a la lista de grupos de odio: A Voice for Men, con sede en Houston, y Return of Kings, con sede en Washington, D.C.

El número total de grupos recogidos en el informe probablemente subestima la cifra real, pues una cantidad no despreciable de extremistas, particularmente aquellos que se identifican con la Derecha Alternativa, operan en internet y pueden no estar afiliados formalmente.

El reporte Year in Hate and Extremism también examinó cómo la industria tecnológica tomó algunas medidas contra esos grupos después de los sucesos de Charlottesville, al prohibir las cuentas de redes sociales de prominentes supremacistas blancos, eliminar los dominios de grupos de odio y cancelar servicios como PayPal que los ayudan a recaudar dinero.

Una investigación separada del SPLC, publicada a principios de febrero, encontró que 43 personas fueron asesinadas y 67 heridas por hombres jóvenes asociados con la Derecha Alternativa en los últimos cuatro años; 17 de esas muertes se produjeron el año pasado.

Aunque el aumento de los grupos de odio era una tendencia, incluso antes de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca, su presidencia les ha dado un nuevo impulso. «El mandatario en el 2017 reflejó lo que los grupos supremacistas blancos quieren ver: un país donde el más alto cargo apoya el racismo, los inmigrantes son expulsados y los musulmanes prohibidos», explicó Heidi Beirich.

«Trump llamó “shitholes” a algunos países, y eso es música para los oídos de los supremacistas blancos», apuntó.

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