“Primavera árabe” por encargo

* Es increíble que estos apátridas se movilicen tranquilamente llevando sus infamias por donde pasan. Y todavía tienen el cinismo de pregonar que no se respetan sus derechos humanos. En Estados Unidos ya los habrían enjuiciado por alta traición.

 Han ido a Estados Unidos y a otros países a “poner quejas” en contra de la construcción del canal interoceánico, un tema de jugoso interés económico para las ONG opositoras que adversan al gobierno del presidente Daniel Ortega.

El canal de Nicaragua es motivo de orgullo para la mayoría de ciudadanos, menos para los partidos políticos, medios de comunicación y ONG opositores que han orquestado toda una campaña local e internacional -¿dónde obtendrán fondos en el país miserable donde dicen vivir?-, para hacer que el gobierno quede mal con la concesión de la megaobra.

Cambio de estrategia

Primero fueron las burlas. Decían que todo era puro cuento, que de dónde iban a agarrar dinero, y la emprendieron en contra del chino Wang Jing, a quien pusieron como un falso inversionista que buscaba quedarse con parte del territorio nicaragüense.

Después, cuando vieron que en el proyecto se involucraron varias compañías internacionales reconocidas por su seriedad, cambiaron de estrategia. El asunto se convirtió entonces en un tema ecológico y gentes que nunca se habían interesado por nuestros recursos naturales, se convirtieron de la noche a la mañana en los más grandes defensores del medioambiente.

Surgieron también los “expertos”. Sin haber excavado siquiera una zanja para achicar el agua de lluvia en el patio de su casa, de repente aparecieron de la nada personajes muy versados en temas de canales interoceánicos.

“Expertos” en todo

Y convirtieron al lago Cocibolca, el que únicamente les interesaba para sus competencias de pesca, en tema fresco para sacarle dinero a sus proveedores de recursos económicos en Estados Unidos, país que no desea competidores para el canal de Panamá, donde tienen grandes intereses geoestratégicos.

Muchos de estos “expertos” no han puesto siquiera un pie en la ruta del canal, pero han desbocado su imaginación viendo daños catastróficos en la biodiversidad, y a decenas de miles de desplazados sin hallar a dónde ir.

Es a algunas de estas personas que serán inevitablemente reubicadas –a como ocurre en toda obra de progreso en cualquier parte del planeta-, a quienes han logrado confundir con su discurso del “fin del mundo”.

Plan orquestado

Se oponen a que la gente negocie sus indemnizaciones con el gobierno porque saben que se les acabarán las excusas. Pero sobre todo, la tozudez proviene de su calidad de asalariados de las agencias de desestabilización norteamericanas, que como ya han confesado, están dispuestas a sembrar el caos en Centroamérica –con énfasis en Nicaragua-, a través de la “primavera árabe” o “golpes suaves” que pretenden derrocar a los gobiernos legalmente constituidos.

No se trata de hechos aislados impulsados por patriotas despistados. Es un plan bien orquestado entre grupos opositores de las naciones centroamericanas, cuyo común denominador es el financiamiento que reciben de la CIA a través de agencias como el IRI, NED, USAID, Konrad Adenauer y otras muchas con sedes locales disfrazadas de ONG, algunas de ellas de “derechos humanos”.

Es así que el tema del canal interoceánico de Nicaragua salta desde las oficinas del MRS, el CENIDH y otros ONG opositores, a las páginas del diario La Prensa, desde donde vuela hacia el despacho de Ileana Ros-Lehtinen en la Florida, a los medios de Colombia que adversan a nuestro país tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y a diversas instituciones de Costa Rica ligadas al gobierno de Luis Guillermo Solís.

Lindando en la traición

Y no bastándoles los infundios de sus “expertos” o de ellos mismos devenidos a la vez en “especialistas”, se personan en los países antes mencionados para ayudarles en sus campañas en contra de la vía interoceánica, repitiendo falsedades como las esgrimidas por Colombia tras el fallo de La Haya, o por Costa Rica, cuyos gobernantes, a fin de mantener per saecula saeculorum la barata mano de obra pinolera, se oponen a todo intento de progreso de Nicaragua.

El tema del canal les vino como anillo al dedo para justificar sus acciones violentas ante el año electoral que se aproxima. Desde ya, las corporaciones de medios de comunicación del gran capital latinoamericano y mundial que funcionan como sus cajas de resonancia, empezaron a presentarlos como víctimas de la violencia institucional del gobierno nicaragüense.

Estamos claros de que no pararán en sus planes de intentar aplicar la “primavera árabe” que les encargaron. Sin embargo, para su mala suerte, el pueblo y gobierno de Nicaragua están avisados de sus propósitos sangrientos disfrazados de ambientalismo.

Es increíble que estos apátridas se movilicen tranquilamente llevando sus infamias por donde pasan. Y todavía tienen el cinismo de pregonar que no se respetan sus derechos humanos. En Estados Unidos ya los habrían enjuiciado por alta traición.

 

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