El presidente visita a los heridos en el tiroteo mientras la Casa Blanca trata de silenciar el debate sobre las armas de fuego.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aterrizó el miércoles en Las Vegas para encontrarse con víctimas, personal de emergencias y policías que vivieron la tragedia del pasado domingo. Es el cuarto viaje que Trump hace al lugar de una emergencia, tras Houston, Miami y Puerto Rico. Pero lo que pasó en Las Vegas no es un huracán. Es el mayor tiroteo de la historia de Estados Unidos, un suceso que vuelve a poner el foco sobre uno de los temas más incómodos de la política de este país, el control de armas. Preguntado por la cuestión en la primera oportunidad que hubo, Trump contestó: “No vamos a hablar hoy de la violencia de las armas”.
Trump llegó a las 9.30 de la mañana locales al aeropuerto de Las Vegas, justo enfrente del lugar de la masacre. Tan cerca, que el aeropuerto tuvo que cerrar en la noche del domingo porque la gente que salía huyendo del concierto rompió una valla y se metió en la pista, según medios locales. De ahí, el presidente fue al Hospital Universitario de la ciudad, donde tenía previsto reunirse con víctimas y personal sanitario. Al contrario que las visitas a otros lugares, esta se desarrolló sin cámaras. El presidente habló unos minutos al terminar la visita. Alabó la respuesta de la policía y los hospitales de Las Vegas, eludió por completo el asunto de las armas y se centró en una frase que repite desde el lunes: “Se trata de un hombre muy enfermo, una persona muy demente”, repitió en el hospital. La Casa Blanca parece firmemente alineada con los defensores de la libertad total para poseer armas, en el sentido de poner todo el foco en la conflictiva personalidad de los asesinos múltiples.
En cada masacre a tiros que vivió la presidencia de Barack Obama (Sandy Hook, Charleston, Dallas…) lo primero que hizo el presidente fue comparecer para pedir a su país una reflexión sobre la facilidad del acceso a las armas de fuego en Estados Unidos. Obama llegó a confesar que no haber podido avanzar en esta cuestión era una de las grandes frustraciones de su Presidencia. La actitud de la Casa Blanca de Trump es intentar acallar ese debate por todos los medios. El lunes, la portavoz de la Presidencia, Sarah Huckabee, dijo que “no es el momento” de tener ese debate, ya que la nación está en duelo. El martes, Trump en persona dijo: “Hablaremos de las leyes de armas con el tiempo”.
El debate, sin embargo, se va abriendo paso. El asesino tenía un gigantesco arsenal de armas de guerra en la habitación de su hotel. Entre ellas, rifles de asalto. En EE UU están prohibidas las armas automáticas, pero se pueden trucar con un pequeño artefacto que cuesta 99 dólares y hace rebotar el gatillo, de manera que se puede disparar en ráfagas. Estos artefactos existen desde hace una década. La senadora por California Dianne Feinstein propuso prohibirlos en 2013, pero la ley nunca avanzó. El miércoles, repitió su propuesta.