Única revolución que revivió de las cenizas

La «resurrección milagrosa», mejor conocida como la Revolución Sandinista. El proceso político de Nicaragua, inspirado en la figura del líder social Augusto César Sandino, es una construcción heroica de un pueblo pequeño en territorio, pero gigante en rebeldía contra el imperialismo.

La llegada de los combatientes sandinistas, con el comandante Daniel Ortega al frente, le puso fin a décadas de opresión contra el humilde pueblo nicaragüense. Fue entonces a través de una guerra de guerrillas, ampliamente apoyada por la mayoría, que la dinastía somocista fue extirpada de ese país centroamericano.

De 1979 a 1989, la revolución sandinista desarrolló un proceso socialista parcialmente exitoso, que restituyó derechos humanos antes violentados por el dictador Somoza, asimismo promovió mayor igualdad social y derechos laborales. Sin embargo, el sabotaje imperialista contra esa joven revolución no se hizo esperar. Desde el norte se financiaron grupos terroristas conocidos como “los contras” y con ellos se perpetraron ataques armados contra pobladores indefensos.

Ya en un escenario confusión y guerra civil inducida desde el extranjero, se adelantaron elecciones presidenciales en 1990 y la candidata patrocinada por EEUU, Violeta Chamorro obtuvo el triunfo. La sandinista es tal vez sea la única revolución que llegó al poder por las armas y posteriormente lo entregó por vía pacífica y electoral.

Muchos daban por muerta la revolución sandinista, pero esta regresó milagrosamente al poder por la fuerza de los votos en 2012, una vez más con Daniel Ortega al frente. Luego de años de gobiernos vende patria, Nicaragua optó por reconstruir su soberanía. Frente a los altos y bajos de la historia, la propuesta necesaria es: hacer las cosas bien para contar siempre con el amor del pueblo y no dejarse tumbar por contrarrevolucionarios venezolanos pagados desde fuera.

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