El cruce de amenazas entre Donald Trump y Kim Jong-un ha puesto la atención en el supuesto dispositivo con el que los presidentes podrían desencadenar el «fin del mundo»
En su discurso el primer día del 2018, el líder norcoreano Kim Jong-un aseguró que su país había «completado» sus fuerzas nucleares y que tenía el botón de lanzamiento sobre su escritorio.
La respuesta de Donald Trump no se hizo esperar y amenazó en un tuit con el alcance y poder del armamento nuclear estadounidenses.
«Yo también tengo un botón nuclear más grande y poderoso», escribió.
El cruce de amenazas trajo de nuevo a la palestra la conocida metáfora del botón nuclear, el supuesto dispositivo con el que los presidentes de las naciones con armas atómicas podrían desencadenar el «fin del mundo».
Lo cierto es que la idea de un jefe de Estado con un botón en su despacho (muchos incluso imaginan que es un botón rojo) capaz de iniciar una guerra nuclear ha ocupado un lugar notable en el imaginario de millones de personas en todo el mundo desde la Guerra Fría.
Sin embargo, más allá de la poderosa imagen, lo cierto es que tal botón no existe… ni nunca existió.
Por su alcance y peligrosidad, el protocolo para realizar un ataque nuclear es más complicado de lo que parece a simple vista e implica a una cantidad enorme de personas que podrían incluso frenar el mandato presidencial.
Entonces, ¿de dónde viene la idea del botón nuclear?
RASTROS POLÍTICOS
En su libro Safire’s Political Dictionary, el analista político y escritor de discursos presidenciales estadounidense William Safire explica que en realidad la frase es una metáfora que significa «listo para lanzar una guerra atómica».
Aunque también aclara que es un término común en las campañas presidenciales para «atacar a los otros candidatos».
De hecho, Safire, que fue reportero presidencial para The New York Times, y también funcionario en la Casa Blanca, rastreó por primera vez la alusión al botón en un debate de 1964 entre el entonces presidente Lyndon B. Johnson y su contrincante, Barry M. Goldwater.
Según el periodista, Johnson dijo entonces que un líder debía hacer cualquier cosa que fuera posible «para evitar apretar ese gatillo y aplastar ese botón que hará explotar al mundo».
La imagen fue tan efectiva que se extendió a las siguientes campañas y se volvió parte de los debates políticos y las amenazas nucleares estadounidenses durante la Guerra Fría.
El presidente Kennedy, por ejemplo, fue llamado por sus asesores el «custodio de la palanca nuclear», de acuerdo con el autor.
Safire, que trabajó para la campaña de Richard Nixon, contó incluso que este presidente le dijo a sus asesores durante la Guerra de Vietnam que quería que los vietnamitas creyeran que era un «loco» impredecible a quien no se podía refrenar «cuando está enojado, y tiene su mano en el botón nuclear».
Aunque lo cierto es que, según Safire, la imagen del botón nuclear impactó tanto a Nixon que mandó a cambiar un dispositivo para subir o bajar las ventanas que tenía en su habitación en la Casa Blanca.
«Lo quité porque me daba miedo que al apretar el botón, podría hacer explotar al mundo», dijo Nixon, según el autor.
Pero ¿cómo llegó esta frase a la política estadounidense?
DESDE LOS BOMBARDEROS
En un artículo publicado en la revista American Speech, el ex coronel de la Fuerza Aérea de Estados Unidos James Jackson escribió que la imagen puede provenir de una frase utilizada por los pilotos de los bombarderos utilizados durante la Segunda Guerra Mundial: «dedo en el botón».
Según Jackson, estos aviones tenían un dispositivo llamado «botón de pánico» que era utilizado por los pilotos para indicar que otros miembros de la tripulación deberían saltar del avión porque se había dañado.
También, de acuerdo con el ex militar, hace alusión al botón que daba la señal para que las bombas fueran lanzadas desde las aeronaves.
Pero lo cierto es que nunca en la Casa Blanca ha habido un botón nuclear.
En realidad, el mecanismo con el que Estados Unidos podría desencadenar un ataque de este tipo es mucho más complejo.
EL PROTOCOLO
Si el presidente de Estados Unidos decidiera aprobar el uso de algún tipo de armamento nuclear, lo primero que tendría que hacer es discutir una variedad de opciones de tipos de armamentos y formas de ataque con sus asesores.
Luego emitiría una orden para altos oficiales en el Pentágono.
Pero para que el mandatario autorice un eventual ataque nuclear, necesita también usar «los códigos de oro».
Estos son unos números secretos que están en un dispositivo similar a un token de autenticación de un banco, que se va actualizando permanentemente.
Además, algunos de los números deben ser memorizados y otros van en una tarjeta a la que se le llama «galleta».
EL MALETÍN NEGRO
Los protocolos para lanzar un ataque nuclear se encuentran en un maletín negro, reforzado con metal, que acompaña a todas partes al presidente de Estados Unidos.
El objetivo es que pueda tenerlos a mano si está lejos de la Casa Blanca, en caso de que necesitara lanzar una ofensiva.
De hecho, se dice que la maleta nunca está a más de tres metros del presidente cuando está de viaje.
«El presidente siempre está acompañado de un militar que lleva un maletín conocido como la ‘pelota nuclear’. Allí está el equipo que necesita para comunicarse con los asesores de mayor rango», explicó en una ocasión anterior a la BBC Bruce Blair, un miembro del equipo de lanzamiento nuclear de Estados Unidos, ya retirado.
«En el maletín también hay un plan de guerra gráfico, en una sola hoja se especifican los objetivos, el número de muertos y las armas a disposición. Así es fácil entender la dimensión de la situación en pocos segundos», añade Blair.
Dentro del maletín no solo están los códigos para lanzar un ataque de destrucción masiva, también hay dos libros.
Uno contiene una detallada explicación de los tipos de ataque nuclear que se pueden realizar y otro una lista de «sitios seguros» para que el presidente estadounidense y su familia puedan refugiarse.
Muchas de las veces en las que fue visto el maletín, se advirtió una antena saliendo de él.
De acuerdo con la revista Business Insider, la «caja negra», que pesa alrededor de 20 kilos, tiene un sistema de telecomunicación para establecer una línea directa con el Pentágono.
LAS LLAVES DE LAS ARMAS NUCLEARES
El uso de los códigos sirve para confirmar la identidad del mandatario, que es el único autorizado para ordenar un ataque de este tipo.
Una vez que se ha confirmado que la orden viene del presidente, el personal a cargo del control de las armas saca de una caja de seguridad la clave que permite desbloquear los dispositivos nucleares.
«Son dos personas quienes tienen la responsabilidad de activar el lanzamiento, lo único que cada uno tiene que hacer es darle vuelta a una llave. Este procedimiento no toma más de un minuto», indica Blair, quien trabajaba en un búnker bajo una montaña en Nevada, un estado en el oeste de de Estados Unidos.
La acción de darle la vuelta a la llave para lanzar un misil nuclear depende de cada individuo, pero quienes están a cargo de esta tarea están entrenados para obedecer al presidente.
Entonces, ¿hay alguien, en cualquiera de esas etapas, a quien se le permita decir «no» a la orden del Ejecutivo?
CADENA DE MANDO
Una sesión informativa del Servicio de Investigación del Congreso aclara la situación legal para estas circunstancias.
«El presidente de Estados Unidos tiene la autoridad exclusiva de autorizar el uso de armas nucleares estadounidenses».
Por lo general, a nadie se le permite sobrepasar la decisión del mandatario: es parte de su papel como Comandante en Jefe.
En teoría, el vicepresidente podría derogar la orden, si la mayoría del gabinete acuerda que el Jefe de Estado no está en condiciones de servir.
En la práctica, en términos de tiempo, sería difícil que una situación así se pudiera dar.
Pero Peter Feaver, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, asegura que no es cierto que el presidente Trump puede lanzar un ataque nuclear tan fácilmente como publica un tuit.
«El presidente da una orden que se transmite por una cadena de mando. Alguien más abajo en esa cadena de mando gira la tecla o presiona el botón», dijo en una conversación el año pasado con la BBC.
Feaver comenta que si el presidente acudiera a las fuerzas armadas para ordenar un ataque, esto provocaría un «proceso de consulta»: los generales querrían saber lo que el presidente intenta lograr, por qué quiere usar armas nucleares y demás.
Trump, no obstante, tendría la autoridad legal para ordenar el ataque de todos modos, en contra de cualquier consejo que reciba.
Pero todavía tendría que persuadir a los militares para llevar a cabo esa orden.
De hecho, en noviembre pasado, el general John Hyten, que dirige el Comando Estratégico de Estados Unidos (que controla las armas nucleares), aseguró que desobedecería una eventual orden del mandatario si considera que esta es ilegal.
En realidad, más allá de las amenazas de Trump y Kim, el mecanismo es mucho más complejo que apretar un botón y disparar un bomba atómica.