El Secretario de Estado de EEUU visitó varios países que lideran el Grupo de Lima (México, Argentina, Perú y Colombia) en una campaña para aumentar la presión contra el Gobierno venezolano y derrocarlo. Esto ocurre en medio de una disputa de las superpotencias por los recursos naturales de la región, en particular los energéticos (petróleo y gas).
El pulso contra China
De los cuatro países en los que China ha invertido mayor cantidad de recursos (Venezuela, Brasil, Ecuador y Argentina) sólo uno sigue siendo gobernado por fuerzas que no están alineadas ni alineándose a los intereses geopolíticos de EEUU.
La Casa Blanca ha concentrado esfuerzos para influir en América Latina luego de que fracasaran sus intentos de acabar con la Revolución Bolivariana en 2017 y tras la cumbre de la República Popular China con cancilleres de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), llevada a cabo en Santiago de Chile el pasado mes de enero, para presentar el megaproyecto La Franja y La Ruta. Dicho encuentro fue programado en 2015 bajo el compromiso de realizar intercambios y programas sobre la base de la igualdad, el respeto y el beneficio mutuo.
El mayor consumidor mundial de materias primas (China) prometió impulsar el comercio con la región, que actualmente supera los 200 mil millones de dólares. El comercio entre China y América Latina y el Caribe se multiplicó por 22 veces entre los años 2000 y 2013. En 2017 se llegaron a intercambiar bienes por un valor de 266 mil millones de dólares y la meta 2025 es de 500 mil millones de dólares.
En el pasado, otros países criticaron la posición de EEUU al quedar plantados cuando Trump decidió abandonar el acuerdo comercial transpacífico conocido como TPP. Por su parte. Rex Tillerson advirtió a los países de América Latina respecto a una dependencia excesiva en sus lazos económicos con China, argumentando que «América Latina no necesita nuevos poderes imperiales», esto antes de la visita a México, Argentina, Perú y Colombia, países que funcionan como sucursales gringas en la región.
Es clara la disputa entre ambas potencias por la influencia en la región. De acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el gigante asiático es el primer mercado de destino de las exportaciones de Brasil y Chile, y el segundo de Perú, Cuba y Costa Rica. Además, es el tercer país entre los principales orígenes de las importaciones de la región. Le compra toda la soya que puede a Argentina; Chile, el mayor productor de cobre del mundo, le destina un tercio de su producción; y Venezuela coloca en China grandes cantidades de petróleo. Perú también le suministra cobre.
Es notable que la influencia de EEUU en la región está siendo desplazada con un estilo diplomático sin bombas ni golpes de estado, en este sentido, muchos gobiernos prefieren negociar con una potencia que no actúa de manera injerencista.
El Banco de Desarrollo Chino facilita préstamos a países latinoamericanos y africanos a cambio de garantizar el suministro de petróleo y gas que energicen su Nueva Ruta de la Seda. Entre 2005 y 2015, China otorgó a América Latina y el Caribe más de 100 mil millones de dólares en préstamos, la mayoría a Venezuela, sin contar las multimillonarias inversiones en los sectores petrolero y minero.
Ante esto los EEUU han decidido dar un paso al frente para asegurar espacios, aun cuando voceros diplomáticos chinos han afirmado que no buscan competir con ellos. Dentro de la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), anunciada por Trump en diciembre de 2017, los agentes energéticos son protagonistas en la seguridad y la economía estadounidense, por lo que su gobierno está decidido a aumentar la presión para liberalizar el mercado de hidrocarburos en América Latina.
Lo que está en disputa es la hegemonía global y los energéticos son vitales para asegurar la extracción de materias primas, sostener la producción de mercancías, movilizarlas, dominar mercados y protegerlos.
Otros recursos en la mira
Los intereses de la corporatocracia que gobierna EEUU articulan lo económico con lo militar, van desde la concentración de reservas acuíferas en el sur argentino y el Acuífero Guaraní hasta la zona andina y América Central.
También la biodiversidad es un factor clave para intereses farmacéuticos y biotecnológicos, pues la Amazonía es la zona más rica en biodiversidad del mundo y le sigue la América Central, territorios en los que los estadounidenses han instalado bases y realizado ejercicios militares. mientras otros son controlados por bandas paramilitares. En estas regiones han regido el Plan Colombia y el Plan Puebla-Panamá.
El agua dulce pudiera ser el mayor conflicto geopolítico de este siglo, se espera que para el año 2025 la demanda se incremente en un 56%, por lo que los países poseedores de agua dulce se conviertan en objetivos económicos y militares. Venezuela está entre los 10 países con mayor cantidad de agua dulce, la que sería fundamental para actividades extractivas como la gasífera y petrolera primordialmente, pero también en minería y agroindustria.