* Aparte de sus vínculos con Félix Maradiaga, el narco colombiano asesinado en extrañas circunstancias donó dinero a una universidad privada de Managua hoy próspera, y la casa que albergaba a su Fundación para rescatar a presuntos drogadictos, estaba llena de “caletas” para albergar cocaína.
Nicaleaks
La revelación de los nexos de Félix Maradiaga –y de seguro otros golpistas- con el narcotráfico internacional, no debería ser ninguna sorpresa para los nicaragüenses, habida cuenta de que en los dolorosos años 80 parte de la guerra en contra de la Revolución Popular Sandinista, fue financiada con dinero sucio proveniente de la venta de drogas auspiciada por el propio gobierno norteamericano.
Nicaragua no es el único caso en que el gobierno gringo, a través de la CIA, propicia el tráfico de cocaína y otras drogas a fin de conspirar para botar gobiernos que considera hostiles a su política expansionista y controladora de los destinos del mundo.
¿Por qué un gobierno que dice luchar contra el flagelo de las drogas apoyaría, precisamente, la venta de los productos que dice combatir? Pues bien, los cárteles de la droga con los que la Central de Inteligencia Americana (CIA) ha entrado en contacto, le han proporcionado información útil y apoyo material contra sus enemigos. ¿A cambio de qué? De que el gobierno gringo no se metiera con ellos y de paso, impidiera su arresto por parte de la DEA u otra agencia policial como el FBI.
En 1996, el periodista norteamericano Gary Webb empezó a escribir, sin saberlo, las que serían las notas de su última gran investigación periodística. Tras grandes pesquisas, puso en evidencia los nexos de la CIA con el narcotráfico a fin de conseguir armas para los contrarrevolucionarios nicaragüenses del FDN.
Los escritos de Webb demostraron, además, la forma en que el gobierno de Ronald Reagan inundó de cocaína y crack los barrios negros de Estados Unidos, con graves consecuencias que aún perduran entre la juventud afroamericana.
La CIA y -paradojas de la vida que conocemos de sobra-, muchos de sus colegas periodistas intentaron desmentirlo, lo que lo llevó a escribir el libro Dark Alliance: The CIA, the Contras, and the Crack Cocaine Explosion. Poco después apareció muerto con dos heridas mortales de bala en la cabeza. Las autoridades norteamericanas dijeron que se había suicidado. ¿Con dos balas?
Ahora nos encontramos otra vez con una historia parecida: opositores radicales como Félix Maradiaga, involucrados con capos de la mafia de las drogas. Y el gobierno de Estados Unidos protegiéndolos. No es un déjà vu. Esto ya lo vivimos.
Ya no fue Pablo Escobar ni sus compinches mexicanos los que montaron la estructura del narcotráfico para meter armas destinadas a los jóvenes negros estadounidenses. Los tiempos cambian y esta vez el vínculo se dio a través de una ONG denominada “Fundación Soy humano”, que -volvemos a las paradojas-, ayudaba a “rescatar” a los jóvenes de las drogas, pese a que su promotor era el capo colombiano Julio César Paz Varela. Claro que era pura fachada.
Paz Varela, un hombre joven y de fácil palabra, se movía con naturalidad en los círculos influyentes en el Valle del Cauca, de su natal Colombia. Lo mismo hizo aquí. Se involucró con antisandinistas como Maradiaga y hasta “donó” dinero a una universidad privada de Managua que se volvió próspera de la noche a la mañana.
La casa donde operaba la Fundación Soy Humano estaba hasta hace poco abandonada. Ahí se “atendían” las adicciones de jóvenes caídos en las garras de las drogas, y su “benefactor” era nada más y nada menos que Paz Varela, el connotado narco colombiano.
Algo impactante en este caso es que la lujosa vivienda había sido acondicionada con numerosos compartimentos, lo que la convertía, aparte de lugar para presunta rehabilitación, en una inmensa “caleta” para almacenar cocaína y otras drogas.
Por eso es que no extraña que la Fiscalía nicaragüense haya presentado vídeos donde aparece Félix Maradiaga, reunido en el IEEPP con el narcotraficante Julio César Paz Varela, apodado “J1” y «El rey de la droga sintética».
Y vean que las muertes extrañas se repiten. Gary Webb impuso el récord de ser el único hombre que logró arrancarse la vida asestándose dos disparos mortales en la cabeza (el segundo se lo habría acertado ya muerto), mientras que Julio César Paz Varela fue asesinado en Colombia.
Lo sospechoso en el caso de Paz Varela es que fue liquidado, presuntamente durante un enfrentamiento entre mafiosos, en un momento en que debería estar detenido por tráfico de drogas.
Las autoridades colombianas prometieron investigar por qué “J1” andaba libre cuando fue asesinado en vez de estar en su celda, pero después “olvidaron” el asunto y se inventaron otra historia. ¡Qué mundo más tenebroso!, ¿verdad?