Alerta roja en el Real Madrid

Un buen Levante hace bingo en Chamartín y deja muy sonado al equipo de Lopetegui, de nuevo muy seco en ataque pese a sus 34 remates, tres de ellos a los postes. El peritaje del VAR, decisivo

Las alarmas ya retumban en los intramuros de Chamartín. El Levante dejó ante el abismo al segundo Real Madrid más seco en sus 116 años de vida. Un equipo acongojado que también se desmoronó el día que tuvo cañones, liquidado por el infalible peritaje del VAR, contenido por el iluminado portero Oier y frustrado por tres remates a los postes. Pero las cuentas son las que son: cinco partidos encadenados sin victoria, cuatro de ellos sin gol. Con todos los delanteros sobre el campo (Mariano, Asensio, Bale y Benzema), el único remedio ofensivo llegó por una vía inopinada, un disparo de Marcelo con la pierna derecha, la que menos le obedece. En este Madrid que zozobra se ha impuesto la ilógica. O quizá haya calado un hechizo postCR.

El gol se ha volatilizado en el Real. Como paradoja, Oier, el mejor flotador del Levante. Era su segundo partido en el Bernabéu. Y el precedente era como para que el chico se echara a temblar. El 5 de abril de 2015, entonces con la camiseta del Granada, y también a la hora del vermú, a Oier le zurraron con nueve goles. Cinco de ellos… de Cristiano. En torno al guardameta guipuzcoano y a la inyección ofensiva del categórico Morales, futbolista que merece mayor reconocimiento que su comandancia del Levante, cimentó el grupo granota el segundo triunfo de su historia en La Castellana. Mientras, el Madrid rumbo al Camp Nou en una situación de emergencia total.

Antes del cuarto de hora ya estaba perpleja la hinchada madridista. Ante la mirada desde el banquillo de Bale y Benzema, el Levante ya ganaba 0-2. Morales, campechano canciller de los suyos, cazó un pase oceánico del central Postigo para sacudirse a Courtois y embocar. El capitán levantinista, cuyo trote encorvado no debiera interferir en su condición de gran futbolista, hizo un auto de fe para ir a por una pelota que llegaba con turbo y resbaladiza. Tanto que se la tragó Varane. De nuevo el francés fue protagonista del segundo tanto visitante. El VAR dio al árbitro un chivatazo terminal. El galo metió la mano sobre la línea del área. Roger superó a Courtois en el penalti.

Si el Madrid ya llegaba con tiritona a la novena jornada, los dos azotes dispararon su ansiedad. Rajado por el medio, con más toque de corneta que fútbol articulado, el cuadro de Lopetegui dirimió un duelo limitado a las áreas. Morales, veloz, habilidoso y sagaz para volar a campo abierto, era una amenaza permanente. En la otra orilla, cada balón sin techo era un suplicio para los muchachos de Paco López, frágiles en el juego aéreo. El repertorio por los aires lo inició Casemiro. Su cabezazo rebotó en el larguero y lo remachó a la red Asensio. Pero un linier dio un soplo al árbitro y el VAR certificó que el mallorquín estaba en fuera de juego.

Oier, el segundo portero de la Liga que más paradas ha hecho, comenzó a remontar aquella jornada con el Granada con una intervención crucial ante Lucas, rescatado por Lopetegui de las catacumbas en su primera titularidad, lo mismo que la de Mariano. Casemiro, Ramos y el propio Mariano —éste, al larguero— cabecearon con fuego en sucesivas ocasiones. El cielo era de un Madrid con tanto arrebato como falto de cordura en algunos momentos. Tal era el desasosiego que Lucas falló el gol de su vida. En los morros de Oier, el meta le sacó un tiro a bocajarro con el dedo gordo derecho. También estuvo fino el VAR para anular un brindis goleador de Rochina, previa situación de Toño fuera de lugar.

El paisaje cambió en el segundo acto. Casemiro, abnegado y aplicado, apagó el efecto Morales, con lo que el Levante se quedó cegado en su campo, sin marcha atacante. Al tiempo, la entrada de Benzema y Ceballos —más insustancial fue la de Bale— agitaron al Madrid. A un Madrid ya más terrenal. Del bombardeo aéreo del primer tiempo pasó a una carga constante de disparos de corta, media y larga distancia. La inercia hacía pensar en una remontada, pese a que Oier no se doblegaba ni a cabezazos ni a tiros. Lo probó Bale en una falta, pero el arquero cogió la pértiga y llegó al manotazo al balón.

Benzema, desplegado por la izquierda, dio otro hilo al ataque. Y por su vía, balón al pie y mentón al alza, llegó el tanto de Marcelo, asistido por el postizo ariete galo. Con su gol, el lateral brasileño evitó por 14 minutos el peor registro goleador del Real, fijado en 495 minutos en 1985. Encapotado el Levante, con muchos de sus jugadores acalambrados, Mariano hizo diana, pero en fuera de juego. No hubo manera para el Madrid, tan apesadumbrado que pierde cuando no chuta y cuando asedia con hasta 34 remates, 14 entre los palos. Sin CR nada es igual. Y ya ensordecen las sirenas. Máximas urgencias en Chamartín, donde la impaciencia con los entrenadores es un latido crónico en el palco.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *