Política exterior tica: ¿Reproduciendo el modelo Bogotá-Caracas?

Ana Margarita Vijil, expresidenta del MRS, con Carlos Alvarado, presidente de Costa Rica.

Guillermo Pérez Molina

La crisis de abril nicaragüense ha desencadenado una ola de intervenciones críticas hacia Nicaragua desde Costa Rica. No provienen de posiciones marginales, sino de figuras políticas claves, como el mismo presidente Carlos Alvarado; otros altos funcionarios de Gobierno y pensadores relevantes costarricense, que podríamos considerarlos como artífices del establishment de política exterior del país centroamericano.

Las intervenciones críticas provenientes de Costa Rica, se plegaron desde el inicio a las narrativas de los sectores de oposición nicaragüenses a la Administración de Daniel Ortega y a todo tipo de expresión sandinista en general. Los episodios de fricción previos entre Nicaragua y Costa Rica incluyen, problemas limítrofes entre ambos países, como fueron los casos más recientes ante La Haya en torno a la soberanía de Islas Portillos o el dragado en el río San Juan.

Los conflictos transfronterizos históricos recientes, entre Managua y San José, marcan, según nos parece, la incidencia y agresividad diplomática que muestra actualmente Costa Rica hacia Nicaragua. Por un lado, la Administración de Carlos Alvarado ha apostado por tomar sus decisiones en correspondencia a los intereses geopolíticos de Washington en la región; de tal manera, que ha apoyado en todos los espacios regionales –como la OEA– y multilaterales –como la ONU– las propuestas de Estados Unidos hacia Nicaragua. Al mismo tiempo, la influencia de pensadores y líderes como los expresidentes, Óscar Arias o Laura Chinchilla, garantizan difusión de las ideas de los sectores opositores nicaragüenses en espacios locales (universidades, parlamento y medios de comunicación); así como coparticipación en espacios regionales.

Redes transnacionales: entre Universidades y Think Tanks

Las actividades de los sectores opositores nicaragüenses en círculos de política exterior costarricenses tienen como puesta en escena las universidades. Por ejemplo, la Universidad de Costa Rica ha sido el espacio universitario donde más se ha ocupado para organizarse conversatorios y foros, para aglutinar principalmente a representantes de los intereses de la oposición a la Administración actual de Nicaragua. Su más reciente actividad, el día 25 de octubre, fue el conversatorio “Crisis política en Nicaragua. El peso de la historia”, donde se dieron cita críticos provenientes de la “academia” nicaragüense y costarricense.

También existen Think Tanks poderosos que han suscrito los intereses de los sectores opositores nicaragüenses. A modo de ilustración, están las actividades recientes de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, del expresidente costarricense Óscar Arias, las cuales describen el funcionamiento e intereses compartidos entre grupos de poder nicas y grupos de poder ticos. Todo expresado mediante la organización de: reuniones en Asamblea Legislativa; ruedas de prensa; y foros con representantes opositores.

Aunque Guillermo Solís es otro expresidente que no se queda atrás, iniciando una campaña de duras críticas a la Administración de Daniel Ortega. Su postura hostil ante la Administración nicaragüense se reflejó con su participación activa en el foro organizado por la Universidad Internacional de la Florida: “Nicaragua en crisis: Causas y Consecuencias”. Solís, mostró mayor afinidad a la tesis que promueven los sectores opositores nicaragüenses: un cambio régimen lo más pronto posible.

La presencia destacable de figuras como Óscar Arias o Guillermo Solís en el debate público local y regional sobre Nicaragua; más las otras actividades en espacios determinados, tales como universidades y medios de comunicación costarricense, no hacen más que hacer gala de la relación tormentosa histórica entre San José y Managua.

María Vigil (dirigente del grupo de extrema derecha Movimiento Renovador Sandinista –MRS-) junto a Carlos Alvarado, Presidente de Costa Rica.

Una administración nada amigable

La Administración de Carlos Alvarado arrancó sus duras críticas a Managua, a través de su Vicepresidenta y Canciller, Epsy Campbell. Sus comunicaciones institucionales y a través de su cuenta de Twitter, mostraron un alineamiento casi total con las posiciones de los sectores de oposición y determinados grupos de poder nicaragüenses.

Un espaldarazo de la Administración de Alvarado, que ha tomado mayor notoriedad en espacios multilaterales como la OEA y en la pasada Asamblea General de la ONU; donde Epsy Campbell –vocera ante la Asamblea General debido a la inasistencia de Alvarado para atender una crisis fiscal y huelga general sin precedente– instó a mayor presión internacional para generar condiciones para una “salida pacífica” en Nicaragua.

Las universidades, medios de comunicación, los think tanks costarricenses, en palanca con la Administración de Alvarado, han logrado establecer un clima regional ciertamente favorable para el avance de la agenda política-mediática de aquellos sectores de oposición y grupos de poder nicaragüenses adverso a la Administración de Daniel Ortega. Sin olvidar de señalar que tras el avance de la agenda de la oposición estaría también los intereses hegemónicos de Estados Unidos hacia Centroamérica.

Es precisamente esa conexión geopolítica de San José con Washington, que permite hacerse, como cierre del artículo, la siguiente pregunta: ¿detrás de la hostilidad de la Administración de Alvarado hacia Daniel Ortega, se estará reproduciendo simbólicamente en la región centroamericana, el modelo-escenario en política internacional, que Estados Unidos ya produjo en el Sur, entre Bogotá y Caracas?

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