Existe preocupación, no solo en Nicaragua, por el rumbo que está tomando la Conferencia Episcopal en lo relativo a señales políticas partidistas y la inercia de los obispos ante la creciente pérdida de liderazgo pastoral y de credibilidad ante la opinión pública Centroamericana. ¿Por qué esa fuerte sintonía entre la Alianza Cívica/UNAB, la Iglesia Católica y la Embajada de USA en Managua? Ante esta pregunta clave los obispos callan.
Llegó a Managua el nuevo Embajador de USA, Kevin Sullivan, y una de las primeras actividades fue ir a la Catedral a escuchar la Misa con Silvio Báez de predicador y, posteriormente, una visita de cortesía al Cardenal Leopoldo Brenes. En esos diálogos diplomáticos hay señales claras de hacia dónde van estas alianzas de los prelados con el representante de Trump en Nicaragua. Lo que desconcierta es que estas personalidades están enmarcadas en una estrategia política delineada por Washington que buscaba derrocar al Gobierno Constitucional y callan ante las consecuencias del fallido golpe de Estado con su reguero violento de caos y muerte en contra de la gran Familia Nicaragüense.
En diferentes ocasiones y con distintos interlocutores, se le ha manifestado al Santo Padre que la situación política en Latinoamérica es preocupante. No por una cierta complejidad interna como serían los casos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, como la gran prensa pro Departamento de Estado de USA quiere hacer creer a la opinión pública mundial, sino porque hay otros elementos en desarrollo -como las masivas Caravanas de Migrantes de hombres, mujeres y niños hacia USA- a considerar en la geopolítica de América Latina y el Caribe.
Ahí está la ofensiva de los poderes fácticos de los grandes medios de comunicación, las oligarquías locales, las iglesias conservadoras y los partidos neoliberales, todos ellos bajo la protección de instancias del imperialismo, han conseguido en los últimos años revertir los procesos políticos de liberación nacional, así como iniciativas de integración latinoamericana de los pueblos. El triunfo de Bolsonaro en Brasil es la prueba más contundente de como una derecha extrema llega al poder, menospreciando a las familias más pobres y excluidas.
A Nicaragua volvió la paz, la ciudadanía solo quiere trabajar y estudiar sin el caos y el terrorismo que trató de imponer una oposición sediciosa que no trepidó en mantener y bendecir esos “Tranques de la muerte” que nunca más deben volver a teñir con sangre y odio al pueblo sencillo, digno, pero probadamente heroico. Pueblo que ama y respeta a la Familia y que no le teme a la adversidad ni a las maniobras de los operadores de Donald Trump que amenazan con castigos y restricciones, como las anunciadas por el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton y que repiten desde la Embajada USA en Managua.
Sin duda que esta inconsulta Alianza, netamente política, de los obispos Nicaragüenses con el Gobierno déspota de Trump, no es bien vista en los ambientes Diplomáticos de la Región -que esperan la visita apostólica del Papa Francisco a Panamá- ni en las altas esferas de la Curia Vaticana.
Palabras del Santo Padre a tener en cuenta en esta Coyuntura Política-Eclesial de Nicaragua ahora y en el Nuevo Año:
“Quisiera dedicar un recuerdo especial precisamente a las familias. El derecho a formar una familia, en cuanto «elemento natural y fundamental de la sociedad y [que] tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado», está reconocido efectivamente por la misma Declaración de 1948. Por desgracia, se sabe que la familia, especialmente en Occidente, está considerada como una institución superada… Considero por eso urgente que se lleven a cabo políticas concretas que ayuden a las familias, de las que por otra parte depende el futuro y el desarrollo de los Estados. Sin ellas, de hecho, no se pueden construir sociedades que sean capaces de hacer frente a los desafíos del futuro. El desinterés por las familias trae además otra dramática consecuencia —especialmente actual en algunas regiones— como es la caída de la natalidad. Estamos ante un verdadero invierno demográfico. Esto es un signo de sociedades que tienen dificultad para afrontar los desafíos del presente y que, volviéndose cada vez más temerosas con respecto al futuro, terminan por encerrarse en sí mismas”.
“La Santa Sede no tiene la intención de interferir en las decisiones que corresponden a los Estados, que a la luz de sus respectivas situaciones políticas, sociales y económicas, así como de sus propias capacidades y posibilidades de recepción e integración, tienen la responsabilidad principal de la acogida. Sin embargo, cree que debe desempeñar un papel de «llamada» del principio de humanidad y de fraternidad, que son fundamento de toda sociedad cohesionada y armónica. En esta perspectiva, es importante no olvidar la interacción con las comunidades religiosas, tanto a nivel institucional como asociativo, que pueden desempeñar un papel valioso reforzando la asistencia y la protección, la mediación social y cultural, la pacificación y la integración”. (Discurso al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede / Sala Regia – 8 d enero de 2018).
Comité Ecuménico Latinoamericano por la Paz en Nicaragua
Centro Gaspar García Laviana