Francisco Arias Fernández | Las Razones de Cuba
Un artículo reciente de la agencia estadounidense AP reflexionaba que “Después de diluirse sus aspiraciones presidenciales y de soportar las burlas de Donald Trump el resto de las primarias, el senador Marco Rubio trata de encontrar su lugar en el nuevo Partido Republicano”.
Como afirma el título del comentario, “Rubio busca acomodarse entre republicanos de la era de Trump” y para ello trata de comprobar si en el actual Partido Republicano tiene cabida su visión del movimiento conservador.
Según se señala la agenda cotidiana del senador es muy activa y calculadora, sobre todo en la Comisión de Inteligencia del Senado, apostando a posiciones súper duras y temas que le aporten dividendos políticos e imagen, no importa cuán irracionales sean y el costo en sangre o en inestabilidad política internacional de sus proyecciones.
Afirma AP que en distintos frentes Rubio ha comenzado a plantear la necesidad de “modernizar” el programa de los republicanos para el siglo XXI y entre sus prioridades mencionan las medidas que impulsa para garantizar que no hayan interferencias en las elecciones, castigar a los rusos si se involucran en ese proceso; contrarrestar el peso chino en el mundo y ayudar a las familias humildes en Estados Unidos. “Cuando viaja a su estado, la Florida, se involucra en una disputa de vieja data sobre los Everglades y en una invasión de algas tóxicas”, como si fueran los temas más importantes de un estado estremecido por el impacto negativo de la política migratoria del gobierno republicano, que afecta a millones de familias.
Ninguna novedad programática y poca originalidad en los planteamientos del legislador, pues la encrucijada anti-rusa y anti-china forma parte de la estrategia de seguridad nacional de Trump; la supuesta intromisión en las elecciones en todo caso favoreció a los republicanos y siguen en el poder, y la ayuda a las familias humildes estadounidenses es tan politiquera como cuestionada cuando viene de la boca de Rubio, un defensor de la proliferación de las armas en las calles de EE.UU. que tantos muertos e inseguridad provoca entre los menos pudientes y las minorías étnicas, lo que nada tiene que ver con los fragmentos de la Biblia que tuitea por las mañanas para captar adeptos. Un corta y pega, intencional, pero nada original.
El panorama incompleto que describe AP, más que intenciones de “modernizar” el programa del Partido Republicano muestra a un Marco Rubio camaleónico, estudioso de los vientos políticos, que se contradice respecto a sus aspiraciones presidenciales, que en los pasillos del Capitolio, ignora a periodistas que buscan comentarios de los eventos del día, para evitar nuevos errores y caer en trampas que revelen sus planes maquiavélicos contra Venezuela, Nicaragua, Cuba, Rusia, China u otros países. El comentario de la agencia estadounidense prefiere no mencionar u omite intencionalmente la agenda antilatinoamericana, ni de sus posiciones sobre la política migratoria o la tenencia de armas, y lo visualiza más en sus quehaceres contra las dos potencias adversarias.
En ese sentido señala AP que “Recientemente fue uno de los líderes de una campaña para frenar a la firma china de telecomunicaciones ZTE, que violaba las normas comerciales de Estados Unidos al vender productos a Irán y Corea del Norte. Promovió castigos más duros que los que impuso el gobierno de Trump”. Sin embargo, no se dice una palabra del papel de Rubio en las actividades subversivas, la guerra económica y planes terroristas contra los gobiernos legítimos de Venezuela, Nicaragua o Cuba.
Sí se reconoce que muchos creen que Rubio simplemente está buscando la forma de sobrevivir tras la brutal campaña presidencial, en la que terminó cadáver político tras la contundente derrota en su propio estado. “Y que hace lo que siempre hizo. Buscar un punto intermedio que no termina de complacer a nadie”, según AP.
Jesse Ferguson, ex asesor de Hillary Clinton, dijo que la noción de que Rubio es hoy una figura independiente del partido Republicano “revela hasta qué punto Trump ha convertido el Congreso en una banda de sumisos que dicen sí a todo”.
“Entre los republicanos de hoy, cualquier muestra de independencia de Trump es como ser el mejor de la clase. Se espera tan poco de ellos que cualquier republicano que no saluda, elogia o se arrodilla cada vez que Trump ingresa a una sala es visto como un líder incisivo, independiente”.
Aunque quizás no sea el caso, pues el propio Rubio afirma que se mantiene en contacto con Trump, con quien habla por teléfono dos o tres veces al mes.
Mientras promueve la aprobación de millones de dólares en el Congreso para confabulaciones contra gobiernos y presidentes latinoamericanos; defiende la tenencia de armas pese al creciente repudio a los crímenes que ello provoca en EE.UU.; encabeza las guerras económicas y comerciales contra chinos, rusos y aliados europeos; y mantiene una posición cuestionable respecto al tema migratorio; Marco Rubio tiene tantos enemigos, que ahora depende las 24 horas de una custodia tras circular versiones de que había recibido amenazas a su vida, un nuevo disfraz o un filón para la imagen de víctima.
Todo cabe en el paquete del camaleón y se mueve según soplen los vientos. Su comunicación permanente con Trump; su identificación política completa con el ultraconservador vicepresidente Michael Pence y con el torturador secretario de Estado Mike Pompeo, no pueden generar pronósticos favorables respecto a una política sensata o responsable, desde la visión de halcones y politiqueros, que conforman el clan.