Carlos Fonseca Terán
Ante el estrepitoso fracaso de su intento de golpe de Estado, los dirigentes de la derecha nicaragüense se preguntan angustiados: ¿Qué fue lo que hicimos mal? Y acto seguido vienen las recriminaciones entre ellos, actitud típica del derrotado. Pero quiero ser franco y decirles la verdad, porque sé que no les servirá de nada: Todo lo hicieron como tenían que hacerlo, pero tienen un problema que nunca superarán: No conocen al sandinismo. Y ese problema no lo superarán, porque para conocer al sandinismo tendrían que comprender nuestros valores, nuestra actitud ante la vida y en consecuencia, nuestro comportamiento, y eso sólo es posible hacerlo identificándose con esos valores, esa actitud y esa conducta.
Podrá decirse que cómo no nos van a conocer, si en las filas de la derecha hay connotados ex dirigentes sandinistas traidores. Pero la misma razón que hace imposible a la derecha de siempre conocernos, hace imposible a los traidores comprender lo que sucede a su alrededor y en especial, predecir los actos de aquellos con quienes antes compartieron una misma causa, porque por alguna extraña y afortunada razón, la traición afecta la lucidez y el discernimiento. Dora María Téllez y Julio López son la muestra más elocuente de este interesante fenómeno.
Al fracasar dentro de Nicaragua, la derecha pretende aprovechar su poderío mundial, es decir, el poderío del imperialismo y sobre todo, del imperialismo norteamericano para atacarnos desde ahí, pero resulta que los nicaragüenses, casualmente, tenemos el honor de estar en el exclusivo club de quienes hemos derrotado al imperialismo una y otra vez a lo largo de la historia. Además, la oposición antisandinista, al no poder (ni querer en su mayoría) ocultar que hace causa común con el imperialismo, pierde sus posibilidades de disfrazarse de revolucionaria, empeño en aras del cual han explotado la presencia de los traidores en sus filas, que por su trayectoria anterior al triunfo revolucionario y por sus altos cargos en el gobierno sandinista de los años ochenta, son conocidos en el mundo, en algunos casos incluso, como referentes políticos o culturales de nuestra Revolución.
A la derecha golpista no le queda más que aplaudir las sanciones de Estados Unidos contra nuestro país y sus presiones a través de la OEA, bien llamada por alguien (creo que fue Raúl Roa, el Canciller cubano de los años sesenta) el Ministerio de Colonias del imperialismo norteamericano. ¿Pero qué pueden hacer el imperialismo y sus secuaces contra Nicaragua y su Revolución, a la que en los años ochenta se le hizo una guerra que costó 40,000 muertos, con bloqueo económico y amenazas de todo tipo, a pesar de lo cual la Revolución sobrevivió y aquí estamos, cuarenta años después, desafiando el poderío imperialista? ¿Qué puede hacer el imperialismo a un movimiento revolucionario como el sandinismo, que nació precisamente de una guerra antimperialista en la que obtuvo uno de los más sorprendentes triunfos en la historia contra las tropas interventoras norteamericanas, y que después logró el único triunfo de una Revolución por la lucha armada en América Latina, después del triunfo revolucionario cubano?
Los voceros oficiosos de la derecha pretenden vender la imagen de un país en caos, donde reina el terror y se encarcela a la gente por ejercer su derecho a la protesta. Este empeño tiene ciertas posibilidades a nivel internacional, pero no a nivel nacional, porque la gente ve con sus propios ojos lo que está pasando, y toda la gente que anduvo en los actos de la oposición en el momento de la crisis creada por la derecha golpista, en medio de aquella obscena manipulación mediática que aún no cesa (aunque sin obtener el resultado de entonces) ven y escuchan a los medios de la derecha decir que los presos están ahí por haber protestado, lo cual es evidentemente absurdo, ya que muchos de aquellos a quienes se pretende vender esa falsedad son personas que ejercieron su derecho a la protesta y ahora andan libres y tranquilos sin que nadie los moleste, incluso algunos que anduvieron en tranques y cometiendo una que otra fechoría.
Hasta hay algunos hijitos de papá que no pasaron de ir a tirar morteros a la rotonda Jean Paul Genie, adonde iban sus familiares con niños incluidos, a protestar sin que nadie los agrediera ni se metiera con ellos, y que hoy andan diciendo como gran cosa, que anduvieron en los tranques enfrentándose a la Policía y los así llamados por ellos, “paramilitares”, que en realidad y lejos de serlo, son parte de la institución policial y no grupos al margen de ella, como sí lo son los grupos criminales de ultraderecha que operan en países con gobiernos proimperialistas, como Colombia, de donde vino un día de estos una periodista a escandalizarse por la presencia policial en los alrededores de una actividad a la que ella fue invitada, procedente de un país en el que desde hace décadas se asesina a centenares de sindicalistas y luchadores sociales cada año, lo que no es motivo de protesta de su parte ni de la de muchos de sus colegas “democráticos” de allá ni de aquí.
También está el caso de los supuestos “asilados políticos”, que se ha convertido en un verdadero negocio. Sin embargo, la campaña internacional de la derecha golpista y el imperialismo norteamericano contra la Revolución Sandinista también está destinada al fracaso, porque podrán en algún momento reclutar gobiernos sumisos, sapos del imperio y de las oligarquías criollas, como lo fueron los gobiernos neoliberales dirigidos o apoyados por quienes hoy nos atacan, e incluso podría suceder que reclutaran de vez en cuando a algún que otro nuevo traidor que tal vez aparezca por ahí, sin que por ello olvidemos lo dicho por Sandino, de que “los tímidos y los vacilantes, por el carácter que toma la lucha nos abandonan, (porque) sólo los obreros y campesinos irán hasta el fin; sólo su fuerza organizada logrará el triunfo”.
Pero ese empeño del imperialismo y la derecha en reclutar gobiernos y traidores se estrellará como se estrelló su intento golpista, contra la moral sandinista, la mística revolucionaria de nuestra militancia, contra la fuerza ahora más organizada que nunca, del pueblo nicaragüense dispuesto a defender la paz, la patria y la Revolución que tanta lucha han costado, y los enemigos de la humanidad con sus peleles jamás podrán sumar a su causa a los pueblos de América Latina y el mundo, que en su mayoría ciertamente, hoy no están representados por sus gobiernos, pero que con toda seguridad lo estarán mañana, y que sí están representados por nuestros partidos hermanos, que de manera unánime en el Foro de Sao Paulo se han solidarizado una y otra vez con nuestro país, en defensa de nuestro gobierno y nuestra Revolución, y en repudio al fallido golpe de Estado orquestado por el imperialismo y sus testaferros locales.
Por eso y por muchas cosas más, como decía el Comandante Tomás Borge, “primero se morirán de nostalgia, pero el pasado no volverá”, y por todo esto decimos, con la moral más en alto que nunca: no pudieron ni podrán.