Un operativo frustrado contra el huachicol en Guanajuato eleva las dudas sobre el plan del Ejecutivo
Imágenes de neumáticos quemados, vehículos ardiendo y una sensación de caos, de fragilidad. Es el resultado de la última embestida de las autoridades contra el robo de combustible en México. Esta vez, vecinos y ladrones les pusieron las cosas difíciles, tratando de evitar que se llevaran miles de litros de combustible robado. La táctica, cortar carreteras con enormes hogueras.
El plan contra el robo de combustible del Gobierno de México va camino de cumplir un mes y no se adivina a corto o medio plazo una victoria, una solución. El presidente Andrés Manuel López Obrador cuenta con el apoyo de la población. Las cifras del ejecutivo son buenas. El huachicol cae, el número de tomas clandestinas a los ductos de Pemex es cada vez menor, pero las dudas sobre la sostenibilidad de las acciones del Gobierno resultan inquietantes.
Lo ocurrido este martes en Guanajuato es sintomático de lo anterior. Pobladores de Villagrán, en el centro del estado, trataron de sabotear un operativo de la Policía Federal y la Armada. Al parecer, los uniformados acudieron a un predio donde un grupo de ladrones vendía combustible robado. Los marinos lograron retener un vehículo pero otros escaparon. Para impedir que los atraparan, ladrones y vecinos bloquearon varias carreteras, una de ellas una autopista que comunica Irapuato con Querétaro.
Esto último fue obra presuntamente del autoproclamado cartel de Santa Rosa, un grupo de delincuentes que nació y creció al calor del saqueo de los ductos. Santa Rosa es uno de los pueblos del triángulo rojo del huachicol en Guanajuato. En enero de 2018, este grupo se presentó en sociedad con un video. Un centenar de personas armadas, con el rostro tapado, gritaba improperios a la cámara. Era la supuesta respuesta a un grupo contrario. Emulando a los grupos de narcotraficantes -quien sabe si imitando en realidad las representaciones televisivas del mundo del hampa-, uno de los que gritan en el video dice: «En cuanto quieran aquí estamos».
Lo peor sin embargo no es el video, los hombres armados, el miedo que puedan generar, sino la evidente fraternidad de los ladrones con la población. La actitud de los pobladores de Villagrán no es excepcional. Más bien es la norma. En los últimos seis años, tiempo en que se ha disparado el robo de combustible, han trascendido cantidad de situaciones en que vecinos de comunidades a lo largo de México protegían a los ladrones de gasolina, encabezados por José Antonio Yépez Ortiz, llamado El marro. Este miércoles, López Obrador insistía en evitar estos comportamientos: «Llamo a la población de Guanajuato, a la del país, para que no se proteja a la delincuencia. Que no se toleren estos actos. No debemos ser cómplices. Tenemos que portarnos bien. Antes, hasta hace poco, se decía, ‘roban los de arriba, ¿por qué nosotros no?’ Pero ya no es así. Los de arriba ya no roban, los de abajo tampoco».
No parece claro que la solución a la ecuación, tan evidente para el mandatario, resulte igual de clara para los ladrones y sus cómplices. Es la enésima vez que lo dice, pero la tentación de este oro líquido resulta a veces irresistible. Como prueba, los centenares de vecinos de Tlahuelilpan, en Hidalgo, que fueron a llenar garrafas de una toma clandestina hace dos semanas y se vieron sorprendidos por una espectacular explosión. 118 personas murieron y más de 10 heridos continúan graves en hospitales.
Además de la actitud de los pobladores, la agresividad de estos grupos pondrá a prueba igualmente la estrategia del Gobierno. Ayer no hubo heridos ni muertos y según dijo este miércoles el presidente, solo detuvieron a una persona. Pero otras veces no ha sido así. En septiembre, un operativo del Ejército y fuerzas estatales en Jerécuaro, a 80 kilómetros de Villagrán, acabó en balacera con este grupo. Ocho personas murieron y 10 fueron detenidas. En un hecho aparentemente relacionado, los delincuentes dejaron explosivos frente a las oficinas de la fiscalía estatal en Apaseo el Grande, cerca de Jerécuaro.
El objetivo del operativo de septiembre era la detención de alias El Marro, presunto líder del grupo de Santa Rosa. Aunque se especuló con que la intención de los marinos este martes era la misma, capturarle, las autoridades no lo han confirmado. La estrategia de descabezamiento de grupos delictivos, paradigma de los dos anteriores gobiernos, dejó al país sumido en la violencia. López Obrador dijo este miércoles que la guerra al narco había concluido, que sus planes pasan por pacificar al país.