Alain Valdés Sierra | Prensa Latina
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, recién anunció que este 27 de febrero quedará instaurada una mesa de negociaciones entre el gobierno y representantes del sector empresarial.
Para nadie es secreto que la gran preocupación hoy de la sociedad nicaragüense es lograr la estabilidad económica, sobre todo cuando hace menos de un año el país era reconocido por un crecimiento sostenido del Producto Interno Bruto en torno a un cinco por ciento anual.
Lo anterior, unido a las políticas de desarrollo social implementadas por el gobierno sandinista permitieron disminuir exponencialmente los niveles de pobreza, y dar acceso a un creciente número de nicaragüenses a servicios básicos como la electricidad, agua potable y vivienda, así como salud y educación gratuitas.
El desarrollo y estabilidad interna del país se vieron interrumpidos de forma abrupta en abril de 2018 cuando sectores de la oposición, sin plan de gobierno alguno, y respaldados por Estados Unidos, intentaron hacerse del poder mediante un golpe de Estado de nuevo tipo.
A la fracasada intentona siguieron meses de acciones violentas que según datos oficiales dejaron una saldo de 199 muertos, y pérdidas económicas valoradas en mil millones de dólares, además de la salida de empresas del país y la quiebra de otras por daños y perjuicios.
Una vez superada la situación, el país en calma, y no en medio de continuas protestas como aseguran los grandes medios, la necesidad del diálogo vuelve a ser una prioridad, incluso para aquellos que hasta hace muy poco buscaban pretextos para aislar y asfixiar al país.
Tal es el caso de la Organización de Estados Americanos, que hizo todo lo posible por aplicar a Nicaragua la Carta Democrática Interamericana.
El presidente Ortega explicó que el primer paso se dio el 16 de febrero cuando el gobierno se reunió con un grupo de líderes empresariales.
En un encuentro calificado de ‘abierto intercambio’ se acordó la necesidad de buscar vías para estabilizar a la nación a través del diálogo ‘incluyente, serio y franco’.
Acorde con analistas, el gobierno sandinista demostró eficacia en el manejo y superación de la crisis, lo que fortaleció su posición de cara un momento como este, en el que puede negociar, sin dejar de lado el pragmatismo político, desde posturas firmes que respalden los logros de una década de gestión.
En ese sentido señalan que no se debe olvidar el intento de diálogo anterior con la mediación de la Conferencia Episcopal, calificado de show mediático por la irresponsabilidad de algunos miembros de la alta jerarquía católica.
A ello se añade la falta de propuestas políticas serias por parte de los opositores y el trabajo de los medios de comunicación afines, que poco o nada contribuyeron al clima de objetividad que exigía el momento.
Los errores no se pueden repetir y lo saben las partes que se sentarán a la mesa de diálogo el próximo 27 de febrero, por eso esta vez será a puertas cerradas y sin acceso a la prensa, según el presidente Ortega.
A Nicaragua se le abren nuevos caminos, quizás el definitivo para retomar la senda del crecimiento económico sostenido y construir su futuro en paz.