Luis Varese*
Hace 85 años que Somoza mandó a asesinar a Augusto C. Sandino, el General de Hombres Libres, quien con su «pequeño ejército loco» expulsó a los marines yanquis de territorio nicaragüense.
«La soberanía no se discute, se defiende con las armas en la mano» anunció, y se fue para las montañas del norte a cumplir con su palabra. Ochenta y cinco años después, el FSLN y el Comandante Daniel Ortega, vuelven a escuchar la amenaza yanqui anunciada por Trump y por Bolton en días pasados.
Como hace 500 años hoy, los Felipillos y las Malinches aplauden al pretendido conquistador y los presidentes de algunos países latinoamericanos encabezados por el traidor Almagro, Secretario General de la OEA, se arrodillan con la esperanza de mirar pasar las tropas invasoras o proponen sus propias guardias para querer humillar a los pueblos dignos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, en ese orden lo anuncia el espíritu del mal que ocupa la Casa Blanca.
Algunos presidentes de América Latina, 16 para ser exactos, reconocieron a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, mientras que 19 rechazaron esa propuesta del Secretario General, a pesar de la impositiva presencia del Secretario de Estado yanqui, Mike Pompeo. Es decir 19 Gobiernos guardaron la dignidad y no agacharon la cabeza como el humillante chicheñor de los 16.
La verdadera esencia es que todos estos genuflexos piensan sacar alguna tajada de la anunciada invasión de Estados Unidos, en primer lugar, con sus petroleras, mineras y empresas privadas de reconstrucción y seguridad, que financian a los mercenarios, como Blackwater y Halliburton, por ejemplo.
El presidente de Argentina Macri ya dijo que quiere participar en la «reconstrucción de Venezuela», o sea que la da ya por destruida. Duque pone en riesgo la estabilidad de su propio país y la paz en su frontera y en toda Colombia, porque de hecho sabe que parte de los recursos van para él y su entorno. Las mineras canadienses se frotan las manos desde ya. Bolsonaro y los capitalistas brasileños piensan lo mismo.
Los socios minoritarios deben haber planeado y acordado las prebendas que les corresponden. Por supuesto que no hay ningún interés en el pueblo venezolano ni en la democracia y menos aún les preocupan para nada, el hambre y los derechos humanos.
¿Qué está en juego para los Estados Unidos? El control del petróleo a cuatro días de sus costas; el control del Caribe, puerta de entrada hacia el Pacífico, el control de la Amazonía la mayor fuente de agua y biodiversidad, que dejará de serlo si se implementan sus planes de sobreexplotación.
En su lucha por la hegemonía contra China, Rusia juega un papel determinante y puede ser su hundimiento también. Finalmente su deseo manifiesto de liquidar cualquier forma de socialismo y de defensa de la soberanía lo llevarán al desastre. Bruno Rodríguez, el joven y brillante canciller cubano, lo dijo con fina ironía: sus conceptos no son nuevos ni es la primera vez que se expresan desde ese púlpito nefasto que es la Casa Blanca.
Esa mezcla de doctrina Monroe, «América para los americanos» (léase para los yanquis blancos) y la persecución al socialismo y al comunismo (mackartysmo trasnochado) no serían más que frases huecas, si no fuera por el respaldo de los presidentes arrodillados, que como buitres carroñeros, esperan beneficiarse de lo que quede de esa anunciada invasión.
Estos presidentes y cancilleres arrodillados quedarán en la historia de América Latina como los peores vendidos y con la cara y las manos bañadas de vergüenza y ojalá que no de sangre, ni uno solo de sus nombres será olvidado por los pueblos dignos.
Las tácticas que quiere emplear el imperio son diversas: desde la invasión directa pasando por la introducción de mercenarios o «contratistas», o el ataque de fuerzas combinadas de los ejércitos sumisos del continente.
Todo ello traerá sangre, destrucción y muerte para beneficiar a unas cuantas empresas y empresarios corruptos, pero traerá también la rebelión americana y con ella un largo periodo de inestabilidad y violencia en lo que era nuestro espacio de paz.
Que se cuiden mucho los gringos y quienes colaboraron con ellos, porque «la espada de Bolívar camina por América Latina» y los fusiles irredentos e insurrectos volverán a tronar.
Nosotros, todas y todos queremos la paz, deseamos la paz, luchamos por la paz, pero no soportaremos el yugo invasor. Los Felipillos y las Malinches deberán huir a Miami y los gringuitos deberán caminar por la sombra o mejor aún ni llegar. El repudio será total. Guaidó y la corte de los 16 arrodillados, pasarán a la historia como la vergüenza de la América entera.
Ojalá que aún recapaciten. Lo que está en juego es demasiado, no solo para nosotras y nosotros, no solo para nuestro continente, sino para la humanidad entera. Deténganse y respeten a quienes fueron elegidos y ratificados en justas electorales limpias.
Que ese quinteto de la muerte que dirige a Estados Unidos, gánsteres de la más baja calaña, se detenga o lo que se viene será horroroso. Agoten el diálogo hasta la última línea. No busquen la guerra es el peor camino.
Esta América jamás perdonará habernos devuelto a la guerra. «La soberanía no se discute, se defiende con las armas en la mano». Ni Venezuela, ni Nicaragua, ni Cuba ninguna parte de Nuestramérica aceptará ser mancillada nuevamente por la bota invasora.
(*) Periodista y antropólogo ecuatoriano. Fue corresponsal de guerra en Centroamérica. Participó en la Revolución Nicaragüense con el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Durante 24 años fue funcionario del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. En Ecuador fue asesor del Ex Ministro del Interior, José Serrano y hoy escribe como analista político sobre América Latina.