NICALEAKS
“Miguelitos” azul y blanco en la entrada a Granada, bombas de contacto en frascos de Gerber en Masaya. Los golpistas, que volvieron a hundirse en la marcha planificada para el 17 de abril, buscan “moralizar” a sus derrotadas huestes impulsando algunos atentados.
La fracasada marcha era el banderillazo para iniciar un plan publicado por Nicaleaks el mismo 17 de abril, que buscaba dar continuidad al “golpe suave” a través de métodos violentos. Hasta el momento, lo único que les ha funcionado de dicho plan fue el “infiltrar” a miembros del MRS en las procesiones religiosas.
Aunque en honor a la verdad no hubo necesidad de infiltrar a nadie, ya que el plan fue acogido cálidamente por los curas golpistas, que hasta dieron a confeccionar uniformes parecidos a los de los reclusos como alegoría a sus presuntos “presos políticos”. Al final lo que provocaron fue que muchos feligreses decidieran no participar en las actividades religiosas.
En cuanto a los “miguelitos” azul y blanco en realidad debieron ser naranja, porque ese es el color de la bandera que utiliza el MRS, grupúsculo opositor vende patria que mandó a ponerlos el Jueves Santo en la entrada a Granada. Las bombas, mismas utilizadas durante el golpe de Estado fallido del año pasado, también les pertenecen.
El sujeto capturado con los frascos de Gerber con explosivos adentro, se “rajó” de entrada y provocó una redada de terroristas que aún no termina. Los de los “miguelitos” no han sido localizados, pero es asunto de tiempo, están en conexión con los otros delincuentes detenidos.
Los “miguelitos” son artilugios de cuatro puntas que cuando son lanzados al suelo, una de las puyas queda apuntando hacia arriba. En América Latina fueron utilizados en décadas pasadas como instrumento de lucha revolucionaria en contra de las dictaduras, a fin de obstaculizar el paso de vehículos militares.
¿Por qué “miguelito”? Se cree que en honor al líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez, de Chile, quien los utilizó profusamente en contra del gobierno derechista de Eduardo Frei Montalva a finales de los años 60 del siglo pasado.
En Nicaragua se emplearon con buen suceso en la lucha contra la dictadura somocista en los años 70, y luego los hicieron suyos estudiantes universitarios en algunas jornadas del 6%.
Son una poderosa herramienta para destrozar las llantas de automóviles de cualquier tipo, pero desgraciadamente la delincuencia común se percató de su eficacia y desde hace algún tiempo los usa en asaltos, robos y otros delitos.
Fue así que aparecieron en poder de los golpistas nicaragüenses, que desde el año pasado incorporaron los “miguelitos” del MIR a su arsenal, como arma en contra del gobierno revolucionario del presidente Daniel Ortega Saavedra.
¿Por qué los pusieron en la entrada a Granada? Pues porque es una ciudad turística muy visitada por turistas nicaragüenses y extranjeros, y la enorme afluencia de visitantes confirma lo que los golpistas niegan ciegamente: que el país está en calma, que nadie se siente perseguido y que estamos en camino de recuperar el terreno perdido en el sector económico.
No se descarta que intenten hacer lo mismo en otros sitios turísticos, por lo que hay que estar alerta en lo que resta de la Semana Santa.
Las bombas contenidas en vasitos de Gerber son aún más peligrosas que los “miguelitos”, debido a que son instrumentos de muerte dado que les agregan clavos y otros objetos metálicos que forman una metralla letal al darse la explosión.
En esta Semana Santa, la participación de sacerdotes intentando salvar el frustrado plan del MRS y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), para reiniciar acciones sangrientas en contra del pueblo que solo pide vivir en paz, reconfirma que la Iglesia Católica sigue activa en la consecución del golpe de Estado en contra del gobierno sandinista.
Acciones tan repulsivas como esposar a niños vestidos con trajes de presidiarios, fueron impulsadas por los curas con el pretendido propósito de soliviantar los ánimos de un pueblo que aspiraba a convertir la pasión de Cristo en una jornada de amor a sus semejantes.
¿Será que los traicionó el subconsciente y pusieron en escena pública una de sus parafilias de cuando ejercen su posición de poder en su condición de pederastas? No se nos ocurre otra cosa, ya que algunos de los religiosos que guiaban a sus efebos “reclusos”, no podían ocultar su cara de gozo.