Nosotras y nosotros, apelamos a ustedes, ciudadanas y ciudadanos de todos los países del mundo que son personas preocupadas por la libertad y la justicia social, y que como nosotras y nosotros comparten la idea de que todos los seres humanos tienen derecho a vivir y que somos igualmente libres y dignos.
Lo hacemos cuando sabemos que ustedes sentirán que las instituciones internacionales y la prensa, les han dicho la verdad sobre la República Bolivariana de Venezuela y han actuado en apego a los ideales de la Carta de la ONU y de los Pactos que fijan los Derechos Humanos.
Lo hacemos porque sabemos que les han mentido y que no les han dado la oportunidad de saber en realidad qué es Venezuela, qué viene ocurriendo y por qué durante todos estos años solo se ha deformado la imagen de nuestro país.
Por eso no se les ha dicho que para crear la situación que se vive y para que se siga agravando, se han tomado medidas coercitivas ejecutadas por bancos, grandes industrias y corporaciones financieras y mediáticas, así como otras acciones realizadas directamente por gobiernos.
En especial por el Gobierno de Estados Unidos que se ha propuesto sancionar y aislar al país hasta que las formas del gobierno y su ejercicio sean sencillamente inviables. Con estos elementos, lo que ocurre en Venezuela ha sido valorado por algunos expertos, como Alfred de Zayas, como crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, como él mismo lo ha advertido, los escenarios donde estos actos se conocen están cerrados a recibir información sobre lo que ocurre en Venezuela.
A ustedes nos dirigimos, a quienes sentimos hermanas y hermanos de los pueblos, a los fines de contarles la verdad y solicitar que rechacen desde la fibra que a todos los humanos nos une en una sola familia, los actos que se vienen ejecutando sobre Venezuela y que nos acompañen en el reclamo de justicia en nombre de un pueblo digno y libre que resiste:
Venezuela es un país habitado por treinta y dos (32) millones de personas, ubicado sobre tierras extraordinariamente ricas en petróleo, gas, oro y agua. Somos el pueblo donde inició el proceso de Independencia de América del Sur y hemos llevado un intenso proceso revolucionario que ha intentado ser revertido desde el primer momento por los sucesivos gobiernos de Washington.
Pese a esto, Venezuela ha demostrado en más de veinte elecciones, durante y después de dos intentos de Golpe de Estado su voluntad de tener un gobierno popular, socialista y antiimperialista.
Es un país que fue declarado por Estados Unidos “amenaza inusual y extraordinaria”, lo que acumuló en su rechazo más de 10 millones de firmas; que ha sido perseguido financieramente de un modo que ha generado pérdidas por un monto que estimamos supera el dinero que hubiese requerido este mismo país para dar educación universalmente durante 26 años, en todos sus niveles y en condiciones óptimas.
Es un país que está siendo perseguido internacionalmente, dejando de lado los principios consagrados en el Derecho de Ginebra y en el Derecho de La Haya, los principios constitutivos de los organismos internacionales, hasta llegar a sufrir que el Banco de Londres le confiscara sus ahorros en oro, y que Estados Unidos diera la administración de sus bienes a personas que no han sido nombradas por las autoridades legítimamente electas.
De igual forma, es un lugar donde se está jugando la noción misma de la democracia, no para el país sino en su concepto, en tanto pretende determinarse que puede un sujeto que no se ha presentado a elecciones presidenciales, por ende, que nadie eligió, declararse Presidente sobre la base de tener el aval de Washington.
Pero sobre todo, Venezuela somos 32 millones de personas. Una población a la cual se le amenaza diariamente, a través de declaraciones de prensa y comunicaciones digitales, de voceros de Estados Unidos que señalan que no escatimarán esfuerzos para torcer el brazo de Caracas; para maximizar el dolor de los venezolanos, para lograr una América libre de bolivarianismo y sobre la que dicen, como si fuera la política internacional una saga de ciencia ficción, usarán toda la fuerza y tecnología disponible.
Antes de ser sancionada, Venezuela había alcanzado la tasa más alta de alfabetización de la región, la mayor escolaridad universitaria, nuestro mejor desarrollo deportivo, alcanzamos el menor nivel de desigualdad y el mayor nivel de desarrollo humano y nos abrimos a brindar petróleo y oportunidades a personas de pueblos más pobres como los de los países de Centroamérica y el Caribe.
Pero mientras esto no fue contado, según la retórica de la prensa internacional, en Venezuela desde el año 2016 se da una “crisis humanitaria”, argumento insostenible porque en el país, incluso pese a la crisis, no se han alcanzado los niveles de hambre y miseria que la caracterizan.
Omitiendo que, por el contrario, en este país diariamente se libra una batalla para evitar el hambre mientras se nos imponen medidas coercitivas unilaterales, se cometen actos de agresión y actos terroristas, como la destrucción parcial del sistema eléctrico venezolano.
Las corporaciones mediáticas internacionales omiten que cada día miles de mujeres y hombres del pueblo siembran y distribuyen alimentos casa a casa, junto al Gobierno, y emplean su ingenio para mantener los servicios públicos en marcha.
Venezuela también somos las madres de jóvenes que en el año 2017 fueron quemados vivos por parecer chavistas y de cuya muerte no existen si quiera reseñas internacionales, por ser responsabilidad, con toda evidencia, de factores contrarios al Gobierno.
Estos elementos nos permiten poner en su conocimiento que en Venezuela existe un pueblo que clama porque se le reconozca la capacidad de tener Derecho, que no se anulen sus derechos por la vía de la asfixia financiera y, finalmente, que haya justicia para los miles de casos que deben ser conocidos por el mundo.
Por eso, nuestra intención es pedir su apoyo para que se convoque y accione ante el Tribunal Russell u otras instancias, que permitan que las voces del pueblo venezolano sean escuchadas, se deje constancia del sufrimiento que viene padeciendo nuestro país por acciones que están proscritas por el Derecho Internacional Público y que atentan contra la idea de que los pueblos pueden definir su forma de gobierno y deben ser respetadas sus decisiones por todas las demás naciones.
Humanidad en Red
Red intelectuales por Venezuela