Armas de guerra en Carazo, armas de guerra en el negocio de un hijo de Carlos Tünnerman en Managua, todo aparte de las muchas que fueron decomisadas a los asesinos que custodiaban los tranques de la muerte el año pasado. ¿Ya sabe la CIDH cómo perecieron Bismarck Martínez, casi 30 policías y decenas de militantes y simpatizantes sandinistas?
El dramático hallazgo del cadáver del militante sandinista que estuvo desaparecido durante más de un año, estremeció a la opinión pública nacional e hizo recordar los videos subidos a las redes sociales por los mismos asesinos, en los que aparecen compitiendo entre sí para ver quién torturaba mejor y humillaba al indefenso hombre cuyo único delito fue pensar diferente a sus victimarios.
Preguntamos a la CIDH porque les damos el beneficio de la duda y asumimos que por ser extranjeros, no llegaron a conocer toda la barbarie desatada por aquellos que convirtieron en sus protegidos. En lo que respecta al MRS, sus ONG, medios de comunicación derechistas, empresarios, curas y obispos que participaron en el intento de golpe, todos estaban sabidos sobre lo que hicieron sus “pacíficas y cívicas” huestes.
Y estamos también seguros de que los obispos Silvio Báez, Abelardo Mata, Rolando Álvarez y otros, conocían del asesinato de Bismarck Martínez y de la fosa común que albergaba sus restos, pero no se conmovieron con el dolor de la familia, como tampoco lo hicieron con los deudos de los policías y ciudadanos inocentes que cayeron en medio de la ola de terror desatada el año pasado en Nicaragua.
La pista de por qué aparecieron los restos de Bismarck la dio la semana pasada la dirigente golpista del MRS, Dulce María Porras, actualmente prófuga de la justicia nicaragüense, quien en una grabación que hizo uno de sus seguidores, lamenta la captura de un sujeto apodado “El Churro”, quien regresó a nuestro país tras huir a Costa Rica junto a otros delincuentes.
Porras, señalada por varios delitos graves cometidos en el transcurso del fallido golpe, reconoció que la Policía Nacional había detenido a “El Churro”, a quien ella identifica como un “chavalo” que “le entró la necedad por irse a Nicaragua…”.
“Encontraron enterradas una PKM, AKAs, que fueron las armas utilizadas en Carazo… Agarraron al Churro, uno de los chavalos fuertes en los tranques de Carazo. Pensé que lo hicieron hablar al chavalo porque acaban de encontrar armas en un lugar donde solo ellos sabían dónde estaban enterradas”, confiesa Porras.
La golpista prófuga indicó que la “cosa ahorita en Jinotepe está que arde porque según ellos lo que quieren encontrar es el cuerpo de ese señor, de ese Bismarck que está desaparecido”.
Por supuesto que Dulce Porras también sabía lo que sus “chavalos”, entre ellos “El Churro”, le habían hecho a Bismarck Martínez. Ella fue una de las principales cabecillas del MRS durante el derrotado golpe de Estado y al saberse involucrada en hechos sangrientos y espeluznantes como el asesinato del militante sandinista, huyó para intentar evadir sus responsabilidades.
Otro que huyó, en este caso hacia Estados Unidos, fue Alejandro Tünnerman Pereira, tras esconder cuatro fusiles de guerra en el cielo raso de una propiedad ubicada en las cercanías del mercado Oriental.
El administrador del negocio de Tünnerman Pereira, Víctor Wilfredo Núñez, admitió que su patrón escondió el armamento y le dijo que eran armas de cacería. Pocos días después escapó hacia Estados Unidos.
El pequeño arsenal propiedad de Tünnerman Pereira consiste en un fusil Ak con un cargador y diez proyectiles; un fusil Fal y dos cargadores; un fusil Garand y una sub ametralladora Uzi con dos cargadores y 64 proyectiles.
El embuzonamiento de las armas encontradas en Jinotepe y en Managua constituye otra prueba irrefutable del carácter terrorista y delincuencial de los involucrados en el intento de golpe, que de “suave” a como lo pintaron al comienzo, pasó a ser uno de los más sanguinarios ocurridos en la historia de nuestro país.
Confirma además que jamás se arrepintieron por la sangre derramada ni por el dolor infligido a los familiares de las víctimas y al pueblo en general, y que se preparan para dar continuidad al golpe por la vía violenta en cuanto se les presente la oportunidad.
Las armas de guerra utilizadas, muchas de las cuales habían aparecido en fotografías publicadas por los mismos asesinos golpistas, fueron usadas para arrancar la vida a Bismarck Martínez, a casi 30 agentes del orden y a los militantes y simpatizantes sandinistas que tuvieron la desdicha de caer en las manos de los complotados.
Algunas de esas armas masacraron a los policías de Morrito, que no respondieron al fuego porque los asesinos se camuflaron en una presunta marcha popular. Mataron además a los policías que llegaron a los tranques a pedirles que desistieran de sus criminales propósitos y fueron recibidos a balazos.
El cinismo de que han hecho gala los golpistas, sobre todo sus cabecillas financiados desde Estados Unidos y Europa, hizo que llegaran a decir, como Juan Sebastián Chamorro García, que los policías asesinados se habían disparado entre ellos mismos, porque sus sicarios solo andaban tiradoras y palos.
Pero las pruebas que involucran a los cabecillas del MRS, sus ONG, obispos y demás golpistas en gravísimos delitos continúan apareciendo, dejándolos sin argumentos para culpar al gobierno por su postura en el diálogo nacional, en donde pretenden hacerse las víctimas.