El colombiano, que salió cedido del club tras ser descartado por el entrenador francés, se entrena con el Madrid dos años después
Sin resolverse la salida de Bale -y sin saberse todavía si eso ocurrirá, cuándo y cómo- Zidane se encontró este lunes en Valdebebas con otro de los jugadores claramente no deseados por él: James Rodríguez. La última vez que se vieron las caras en un campo de fútbol fue el 3 de junio de 2017, en la final de la Champions de Cardiff. En realidad, se vieron poco porque el colombiano vivió el partido desde la grada vestido de traje tras ser uno de los descartados por el entrenador francés. El desencuentro entonces, después de un año y medio de convivencia, era absoluto y provocó su salida del Bernabéu a través de una cesión de dos temporadas al Bayern de Múnich. La entidad alemana tenía una opción de compra por valor de 42 millones que no ha ejercido.
A las 8.25, el coche de James volvió a cruzar la puerta de la Ciudad Deportiva con su futuro en el aire. Nada ha cambiado en los planes de Zidane. El colombiano sigue figurando en la columna de futbolistas prescindibles, pero ahora mismo su marcha es una incógnita. Fuentes del club aseguran que, si llega una oferta convincente, la valorarán; y aclaran que en caso de que el técnico no lo quiera de ninguna forma, la solución no será dejarlo en la grada.
Lo pretenden el Nápoles de Carlo Ancelotti, el técnico con el que más y mejor ha rendido, y el Atlético; sin embargo, la grave lesión de Asensio y las reticencias de Florentino Pérez a venderlo a su vecino de la ciudad, especialmente tras el traspaso de Marcos Llorente, lo atan de momento a Valdebebas. Este lunes era el día fijado para el regreso de los jugadores que participaron en la Copa América, y eso ha hecho junto a Casemiro y uno de los nuevos, Militao. Hacía 787 días que el colombiano no se ponía la camiseta del Madrid.
La relación de Zidane y James es la historia de un desencanto. Tal vez, ya sin remedio. Al principio hubo admiración y confianza, pero pronto empezó a estropearse. “A James e Isco hay que darles cariño porque son muy buenos”, afirmó el técnico nada más estrenarse en el banquillo del Bernabéu. Los dos futbolistas venían de no entenderse muy bien con Rafa Benítez, el jefe de la plantilla en la primera parte de la temporada 2015/16. El idilio, sin embargo, fue efímero. Pocas semanas después de esas declaraciones, fue desapareciendo de los planes del preparador galo.
A partir de ese momento, la distancia entre ambos no hizo sino agrandarse. Se quedó un curso más, el 2016/17, el del doblete de Liga y Champions, aunque su peso relativo no dejó de caer. Formó parte de ese llamado “Madrid B”, junto a Asensio o Morata, que tan bien jugó y tantos elogios recibió por la amplitud de plantilla que exhibía el Madrid, sin embargo, su huella en los partidos importantes era muy escasa. Desde octavos de la Champions hasta la final, apenas disputó 83 minutos. Tan desplazado se sentía que pocos después de ganar el Mundial de Clubes de 2016 enturbió la celebración al reconocer ante los periodistas que estaba abierto a una marcha en ese mercado de invierno. No consumó su amenaza, pero tampoco cambió su estatus.
Pese a su trayectoria descendente, James siempre se las arregló para facturar unos números estimables. En esa 2016/17, metió 11 goles y dio 13 asistencias, y en la 2015/16, anotó ocho tantos y sumó 10 pases de gol. Las mejores cifras las dejó en su año de debut (2014/15), al calor de un gran Mundial de Brasil que impulsó su llegada al Bernabéu con 23 años y tras haber pagado por él 80 millones de euros al Mónaco. Bajo el manto de Carlo Ancelotti, el zurdo colombiano produjo 17 goles y 18 asistencias en los 46 encuentros que jugó (44 de titular). Ese fue el mejor James visto en Europa.
Debido a su divorcio con Zidane, buscó en el verano de 2017 en el Bayern el amparo de Ancelotti, que lo pidió expresamente. Pero en Baviera tampoco echó raíces. Ahora vuelve a la casilla de salida, a otro Madrid de Zidane, aunque con un pasado a cuestas. Para él y para el entrenador. Los dos se fueron y los dos han regresado.