Osvaldo Rodríguez Martínez *
Panamá.- El monumento más bello está en el corazón de los panameños que agradecen tanto a ese hombre a quien admiro, expresó en 2016 el párroco Vicente Moreno al referirse veladamente al intencional olvido del General Omar Torrijos Herrera.
Pocos lugares del país exhiben al menos un recuerdo de quien fue el artífice del retorno de la llamada Zona del Canal de Panamá a manos nacionales y junto al presidente estadounidense James Carter, enfrentara a los escépticos y enemigos de tal acción, para en paz firmar los acuerdos Torrijos-Carter en 1977.
Un amplio parque capitalino con áreas verdes y lugares de esparcimiento lo llaman ‘Omar’, a secas, aunque un pequeño busto disimulado cerca de una de sus entradas, recuerde al líder más popular del país en el último medio siglo, según algunos consideran.
El capitalino hospital infantil América exhibe en un pequeño tramo de la fachada el nombre de Omar Torrijos Herrera, como homenaje póstumo a quien el 31 de julio de 1981 pereciera en lo que la versión oficial considera accidente aéreo, mientras otros se inclinan por el atentado.
Con dolor algunos refieren el desdén con que la administración de Juan Carlos Varela tomó la propuesta de la Fundación que lleva su nombre, para que las esclusas de la ampliación canalera se bautizaran como Torrijos-Carter.
Una avenida anexa al Canal lleva ese nombre y de forma aislada alguna escuela o en humildes comunidades, imágenes o inscripciones recuerdan al también llamado ‘el Viejo’, por sus más cercanos colaboradores.
Tras la muerte del General, el aeropuerto internacional capitalino recibió su nombre, pero lo retiraron desde la invasión estadounidense de diciembre de 1989, sin que se hablara más del tema, ni siquiera en gobiernos liderados por el Partido Revolucionario Democrático (PRD) que él creó, recordó su secretaria personal Celia Gasnell.
El PRD, para algunos ‘el Partido de Omar’, volvió al poder el pasado primero de julio, y en el discurso del presidente del país Laurentino Cortizo y varios de sus cercanos colaboradores, la mención a la obra inconclusa del desaparecido General sugiere que podrían seguir sus pasos.
‘Nuestros mártires, han muerto ya de bala. Que no vuelvan a morir de indiferencia’, es un pensamiento atribuido a Torrijos, quien sufre el olvido en la historiografía burguesa que predomina en la nación, la cual intenta borrarlo de la historia.
‘Mi corazón llora todavía la pérdida del amigo’, dijo en 2016 un emocionado Ricardo de La Espriella, el octogenario expresidente (1982-1984), quien reiteró su rechazo a la hipótesis del accidente y aseveró: ‘a Omar nos lo quitaron hace 35 años (38 actualmente). ¿Quiénes exactamente fueron? Es todavía una incógnita’.
El hecho causó ‘mucha alegría en sus enemigos y mucho dolor a quiénes lo queríamos’, coincidió con esta apreciación Gasnell, quien afirmó a Prensa Latina que llegó a una casa por aquellos días, donde estaban ‘celebrando y brindando algunos personajes que aún andan por ahí’.
En la doctrina de la ‘era democrática’, en el tiempo transcurrido desde el golpe militar del 11 de octubre de 1968 hasta la invasión de 1989, se repite que Panamá estuvo sometido a la ‘dictadura’ y atacan con énfasis al mismo nivel a las figuras de Torrijos y Manuel Antonio Noriega.
Según versiones de historiadores locales, la asonada castrense contra el presidente Arnulfo Arias, la encabezaron el mayor Boris Martínez y el teniente coronel José Humberto Ramos, quienes crearon una Junta Provisional de Gobierno dirigida por los coroneles José María Pinilla y Bolívar Urrutia.
Pero, una revisión posterior involucró al entonces teniente coronel Torrijos como colíder de la cúpula golpista, a quien disputas internas lo llevaron más tarde a la cabeza del gobierno castrense.
Criterios de investigadores señalan que la participación de los militares en la política panameña después de 1968 debe ser dividida en tres partes cronológicas: la era torrijista del proceso revolucionario, el veranillo democrático del general Rubén Darío Paredes y la etapa norieguista.
Tal vez la historia se escriba con rigor investigativo algún día y Omar Torrijos ocupe entonces el lugar, al parecer negado hasta el momento, cuando en posiciones extremas lo califican unos de dictador y otros, de promotor de los cambios populares necesarios e interrumpidos intencionalmente con su muerte.
Luis Báez, prestigioso periodista cubano ya fallecido, refirió en 2011 declaraciones de Torrijos en la panameña Isla Contadora, el 24 de octubre de 1977, en las cuales le reiteró la admiración por el líder cubano Fidel Castro y el pueblo de la isla. A continuación, parte de aquella conversación:
‘Estoy consciente de que hay tratado canalero porque hay Revolución Cubana. Cuba ha tenido que pagar un alto precio social por toda América Latina. Si hoy podemos sentarnos a discutir de tú por tú con el gobierno norteamericano, lo debemos en gran parte a que existe una Revolución Cubana. Después del triunfo en Cuba, todos los pueblos de este hemisferio somos un poco más libres.
‘He recibido muchísimas proposiciones y presiones de parte de los norteamericanos para que rompa las relaciones con Cuba o las enfríe. Distintas alternativas de forma constante. Nunca me prestaré a eso. Considero algo muy vergonzoso la posición de muchos gobernantes de América Latina frente a Cuba.
‘Fidel es un gran amigo. Se ha portado muy bien conmigo. Es un hombre de firmes principios’, dijo el desaparecido general.
La muerte de Torrijos no fue accidental, según John Perkins en su libro Confesiones de un sicario económico, sino que fue asesinado por órdenes de sectores de poder en Estados Unidos y así lo acreditan algunas evidencias iniciales recogidas por el primer grupo militar en llegar al siniestro.
La cola del avión no estaba en el lugar de la caída, sino la encontraron a tres horas de camino del lugar del impacto, lo que confirmó la explosión en el aire y el informe firmado por el teniente Juan González se refirió por eso a la tesis del atentado.
González murió en un accidente de tránsito apenas cinco meses después, cuando los frenos de su auto extrañamente no respondieron y se estrelló contra otro vehículo. De aquel informe no se habló más, recordó Báez en su artículo por el trigésimo aniversario del hecho.
‘Sentí que hubo dos explosiones; vimos un avión en llamas en el aire y luego el ruido al caer’, fue el testimonio entonces de un testigo de la tragedia, según el colega René Hernández, el primer reportero en llegar a la escena, quien hoy se suma a la hipótesis del complot.
El 24 de julio de 1971 al hablar ante un grupo de campesinos de su natal región central de Veraguas, tras colocar la primera piedra de lo que sería el central azucarero La Victoria (privatizado en los 90), como una premonición el propio líder panameño afirmó:
‘El general Torrijos sabe que va a morir violentamente, porque violenta es su vida, señores. Yo sé, y eso está previsto, y eso no me preocupa. Lo que me interesa es que el día que eso pase, recojan la bandera, le den un beso y sigan adelante’.
*Corresponsal de Prensa Latina en Panamá.