Con quiénes debe haber diálogo y para qué

Carlos Fonseca Terán

Después de que por largo tiempo los delegados del Gobierno a la Mesa de Negociación por la Reconciliación y la Paz acudieron puntuales y cumplidos a la sede del INCAE, sin que se presentaran nunca los autonombrados integrantes de la autodestruida “Alianza Cívica por la Democracia”.

Después de que el Gobierno dio cumplimiento a cada uno de los Acuerdos, sin que la contraparte cumpliera nada y a pesar de que ésta se ausentó de las negociaciones; después de que por tanto, al ser cumplidos los Acuerdos el Gobierno dio por finalizado un diálogo que ya había sido roto por la oposición.

Después de todo eso, ahora vienen estos golpistas a pedir el diálogo. Igual que les pasó el año pasado, cuando creyeron que el diálogo era un juego y sólo lo usaron para promocionar sus candidaturas y para presionar al Gobierno, suspendiéndolo cada vez que querían, hasta que la fuerza del pueblo organizado dijo ¡BASTA! Y barrió los tranques, y recuperó las ciudades secuestradas por las bandas armadas neosomocistas que habían aprovechado el acuartelamiento policial decidido por el Gobierno en un insólito y extremo gesto de buena voluntad en el marco de una política de superación pacífica de la crisis, que fue interpretada estúpidamente por los golpistas como una especie de rendición, olvidando que fue un sandinista, Leonel Rugama, de quien ellos no saben nada en absoluto, quien dijo una vez enfrentando a un batallón de la Guardia Nacional: «¡Que se rinda tu madre!».

El Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional quiere el Diálogo, claro que sí, ¿pero un diálogo entre quiénes? ¿Entre el gobierno y aquellos que dicen (sí, ellos mismos) que no representan a nadie? Diálogo sí, ¿pero para discutir qué?

El último tema que se discutió, relacionado con la crisis del año pasado, fue la liberación de los presos. Ya están libres. Fue un acuerdo entre el gobierno y quienes entonces se presentaban como voceros de los tranqueros que ya los desautorizaron públicamente y los hicieron reconocer que fueron nombrados de dedo por un cura (al parecer, el santo de los tranques) que ya ni siquiera está en Nicaragua. ¿Ahora qué? ¿Reformas electorales?

Ese es tema de diálogo entre fuerzas políticas, no entre gobierno y ONG financiados por Estados Unidos, ni entre gobierno y empresarios. Zapatero, a tu zapato. Si quieren hablar de reformas electorales, organícense como fuerza política y búsquense una bandera propia, no la de todos los nicaragüenses, que abusivamente han usado e irrespetado de mil maneras.

Diálogo sí, pero para hablar también de la producción, de los problemas concretos del pueblo, de la recuperación económica después del desastre causado por aquellos que decían no haber ido al diálogo para hablar de economía y que ahora, después de destrozar el país andan organizando Expica, montando caballos de raza en las hípicas, bacanaleando a lo descocido en los centros recreativos «fresa» que tan concurridos se han mantenido todo este tiempo, y diciendo a la vez (cerveza en mano) que «nada está normal», que la Policía los acosa, que los están reprimiendo y que les duele respirar.

Diálogo sí, con las mujeres y hombres del pueblo, con los trabajadores, que no quieren perder los beneficios obtenidos con las políticas y programas sociales de un buen gobierno que no sólo les ha mejorado la vida, sino que además es suyo, no como aquellos gobiernos que siempre los ignoraron, cuando mandaban quienes ahora pretenden presentarse como libertadores.

Diálogo con los emprendedores, con los campesinos, con los productores y empresarios que quieren producir para engrandecer su patria y que para ello quieren preservar su derecho a la propiedad, al crédito y a todos los beneficios que antes les eran negados y que han obtenido en estos años de crecimiento económico con equidad social.

Con los .estudiantes que quieren cuidar sus escuelas antes abandonadas y ahora reconstruidas y embellecidas, que quieren formarse y aprender con esos programas educativos de calidad de los que antes carecían, que quieren proteger sus universidades públicas de la destrucción ocasionada por las pandillas de falsos estudiantes que las convirtieron en madrigueras delincuenciales; que quieren preservar el 6% del Presupuesto para la educación superior, negado tantas veces por quienes ahora pretenden utilizarlos y hablar en su nombre.

Con las mujeres, beneficiadas por las políticas de género promovidas a través de los programas sociales, en los que siempre son priorizadas, a través de la equidad asegurada en el acceso a espacios de poder, y a través de leyes que las benefician y protegen de la violencia machista y los abusos tan comunes entre esos grandes hacendados que quieren pasar por próceres.

Con las personas de bien, pertenecientes a todos los estratos sociales, que quieren resolver sus diferencias de forma pacífica, civilizada, democrática, no queriendo derrocar al gobierno por capricho muy propio de quienes creen que el país es su propiedad privada, o reuniéndose en hoteles de lujo sólo para ser increpados por los tontos útiles no invitados, vagos y criminales que les piden paro nacional (qué incautos) o les piden armas para entrar al país con tres mil hombres para «hacer desastres» (en sus propias palabras), ignorando que si tal cosa sucediera el pueblo y la militancia sandinista caerían sobre ellos como un ciclón.

Como pedía Sandino que actuáramos contra los vendepatria de ayer y de hoy, porque como dijera el poeta sandinista Fernando Gordillo, el enemigo es el mismo, y los sucesores de Andrés Castro, Zeledón y Sandino estamos y estaremos armados (y no precisamente de piedras), dispuestos al combate en defensa de la paz, la Patria y la Revolución. No se vuelvan a confundir, señores golpistas, porque esta vez les irá muchísimo peor. Sabemos lo que decimos y por qué lo decimos. Y lo decimos además, porque queremos la paz.

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