El depuesto presidente dijo que está dispuesto a no presentarse en los nuevos comicios si eso ayuda a pacificar el país.
El depuesto presidente de Bolivia, Evo Morales, reveló este viernes en una entrevista con la agencia Reuters que EE.UU. le ofreció un avión para sacarlo de Bolivia, durante la escalada de violencia desatada en las calles y las diferentes agresiones físicas que se han producido contra funcionarios de su partido.
«Habían llamado al ministro de Exteriores (de Bolivia) para ofrecernos el envío de un avión y llevarnos a donde quisiéramos. Estaba seguro de que sería Guantánamo», aseveró el líder indígena, en referencia a la prisión norteamericana de máxima seguridad ubicada en Cuba, sitio donde Washington suele confinar a personas acusadas de ‘terrorismo’.
EE.UU. fue una de las naciones que no reconocieron el hecho del golpe de Estado producido en el país sudamericano, e incluso celebró la «renuncia» de Morales. «Es un momento significativo para la democracia en el hemisferio occidental», declaró el lunes Trump.
Dos días después, el líder del MAS (Movimiento al Socialismo), condenó las declaraciones del mandatario de la Casa Blanca y arremetió contra su figura: «El golpe de Estado es una conspiración política y económica que viene desde EE.UU.»
Participación en las próximas elecciones
El expresidente de la nación andina señaló que aceptaría no presentarse a nuevos comicios si eso ayuda a pacificar el país.
«Por la democracia, si ellos no quieren que participe, no tengo ningún problema en no participar. Solo me pregunto por qué tanto miedo al Evo», dijo el mandatario derrocado desde Ciudad de México.
En relación a los futuros comicios —cuya fecha aún no ha sido confirmada por las autoridades ilegales del nuevo gobierno—, el exlider sindical aseveró que no sabe quién podría ser el candidato de la izquierda si él no se presenta.
¿Cómo ocurrió el Golpe contra Morales?
El domingo 10 de noviembre, las Fuerzas Armadas y la Policía pidieron públicamente la dimisión del entonces mandatario, Evo Morales, quien estaba cerca de terminar su tercer mandato al frente del Ejecutivo y comenzar un cuarto Gobierno, tras ganar los comicios.
Aquella victoria, en octubre, derivó en una ola de protestas y violencia en el país suramericano.
Dada la escalada de los conflictos, impulsados por grupos opositores que no reconocieron el triunfo de Morales, desde su Administración se convocó a auditores externos, incluyendo a la OEA (Organización de los Estados Americanos) y a partidos de la oposición, para someter a revisión los votos del escrutinio.
Al reportarse ciertas irregularidades, el presidente convocó a nuevas elecciones generales «para buscar la paz». Sin embargo, su proposición fue rechazada por el arco opositor, que exigió su renuncia.
En ese contexto, y para evitar que se intensificaran las agresiones contra miembros de su partido, el primer presidente indígena de Bolivia anunció su dimisión forzada y logró exiliarse en México, país que le garantizó el asilo. Recientemente, la segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez Chávez, se autoproclamó presidenta interina, al afirmar que los altos mandos del Ejecutivo habían dimitido y considerar que ella seguía en la línea sucesoria.