Estados Unidos, la Unión Europea y Klaus Barbie

Stephen Sefton

* En Bolivia hubo recientemente un cruento golpe de Estado; existe una brutal represión contra los pueblos de Chile, Colombia y Ecuador… a pesar de esta realidad, el Parlamento Europeo acaba de aprobar una resolución condenando… a Nicaragua.

Los golpistas bolivianos reencarnan de manera integral los fantasmas más siniestros de las y los torturadores y asesinos en serie imperialistas de América Latina y el Caribe. El fanatismo religioso de los golpistas como Camacho y Añez, sirvientes abyectos de sus dueños estadounidenses, invoca la temible historia del genocidio colonial y la esclavización de los pueblos indígenas en nombre de Cristo.

El papel de las fuerzas armadas bolivianas en el golpe del pasado 10 de noviembre, en el que se reeditaron acontecimientos de hace sólo cuarenta años, recreó los golpes militares de Hugo Banzer y Luis Meza. El racismo y el fascismo occidental son inseparables de estos siniestros motivos históricos de la conquista europea y la interminable intervención de los Estados Unidos.

A pesar de esta realidad, el Parlamento Europeo acaba de aprobar una resolución condenando… a Nicaragua. Contrariamente a la propaganda de los medios de comunicación y de las ONG occidentales, no hay tortura en Nicaragua, ni detenciones arbitrarias ni desapariciones forzadas, ni policías que disparen deliberadamente perdigones para cegar a los manifestantes como en Chile, ni soldados que disparen desde helicópteros asesinando a los manifestantes indígenas como en Bolivia.

En Nicaragua, sin desplegar el ejército, las autoridades aplicaron una fuerza mínima en 2018 para superar un intento de golpe de estado extremadamente violento y asesino. Posteriormente, en aras de promover la paz, las autoridades amnistiaron de manera condicional a los asesinos y torturadores de la violenta oposición minoritaria.

La oposición minoritaria nicaragüense sigue montando provocaciones persistentes porque no tiene ningún proyecto político nacional, salvo obedecer a sus propietarios estadounidenses y europeos. Bajo la misma lógica, los respectivos regímenes de derecha de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Ecuador persiguen a la oposición política legítima y reprimen las democráticas iniciativas políticas mayoritarias para lograr el cambio.

Los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela defienden sus políticas de Desarrollo Humano Nacional contra la intervención y agresión de EE.UU. Los regímenes de derecha de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Ecuador no tienen una política nacional de Desarrollo Humano, porque sus propietarios estadounidenses y europeos les han ordenado priorizar a las ganancias corporativas.

Si hay una sola figura que encarna el monstruoso sadismo e hipocresía de las élites imperialistas occidentales, sus gobiernos títeres y los medios de comunicación y ONG que encubren sus crímenes, es Klaus Barbie. En 1983, Barbie fue arrestado en Bolivia y extraditado a Francia por sus crímenes como jefe de la policía nazi durante la ocupación alemana de Francia.

Durante ese tiempo, Barbie fue responsable de supervisar el arresto y la tortura de más de 14.000 miembros de la Resistencia. Con la protección de las autoridades estadounidenses, escapó de la persecución después de la guerra, evadiendo ser enjuiciado por el asesinato de más de 4.000 civiles y la deportación de más de 7.000 judíos a campos de concentración.

Buscada por las autoridades francesas en 1956, Barbie escapó a Bolivia con la ayuda del gobierno de los Estados Unidos.

Eventualmente, gracias a su propio activismo agresivo al servicio de las dictaduras fascistas apoyadas por los Estados Unidos en América Latina durante las décadas de 1970 y 1980, Barbie fue encontrado, extraditado y procesado a través de un juicio muy publicitado en Francia en el que su defensa se basó en el punto obvio de que los crímenes de Barbie eran poco diferentes de los de innumerables funcionarios franceses y otros europeos en sus colonias.

A pesar de, o quizás como resultado de, esa defensa contundente, Barbie fue sentenciado a prisión perpetua, muriendo encarcelado cuatro años después en 1991.

Como lo han señalado muchos escritores, desde Simone Weil hasta Aimée Césaire, el crimen supremo de los nazis fue asesinar en masa a los europeos blancos en vez de masacrar a la gente de color en África, Asia y América Latina. Sin embargo, las autoridades francesas también masacraron a sus súbditos coloniales en su propio territorio.

En Francia, las autoridades buscan desesperadamente borrar el recuerdo del asesinato en masa de argelinos en París y en otros lugares en 1961, más notoriamente en la estación de metro de Charonne. Maurice Papon, jefe de la policía de París en ese momento, era un asesino racista de extrema derecha igualito a Klaus Barbie.

Incluso ahora, cuando sus crímenes suceden todavía en las antiguas colonias francesas de África, la odiosa realidad del imperialismo francés se suprime como si nunca hubiera sucedido.

Los EE.UU. y la UE valoran mucho a los asesinos y torturadores de masas que sirven a sus necesidades e intereses imperiales. Sus autoridades han protegido a lo largo de los años a innumerables criminales similares a Klaus Barbie.

Por ejemplo, los EE.UU. siempre protegieron a los terroristas anticastristas ya fallecidos como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, responsables de la voladura de 70 personas en un vuelo de una aerolínea civil sobre Barbados en octubre de 1976, entre muchos otros ataques terroristas. De la manera más evidente, las autoridades de la Unión Europea y de sus países miembros han protegido a sus terroristas en Costa de Marfil, Libia, Siria y Ucrania.

La protección de los EE.UU. y la UE a los asesinos en masa terroristas no es una aberración, sino una cínica norma permanente. Por ese motivo, no deberían sorprenderse en absoluto que las instituciones de la UE condenan no a sus protegidos terroristas en Nicaragua o en Venezuela y en otros lugares, sino a sus víctimas y a las autoridades que defienden el derecho de sus pueblos a una vida humana digna.

 

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