* En Bérgamo las morgues están saturadas y cadáveres son llevados a iglesias. Cola en el horno crematorio, donde se trabaja las 24 horas del día: cinco días de espera. Un médico del hospital habla de «terremoto»: «Cada día nos llegan entre 60 y 80 enfermos todos graves, cuando poco antes estaban sanos y fuertes»
Ángel Gómez Fuentes | ABC
La gravedad de la emergencia sanitaria que vive Italia se refleja, sobre todo, en algunas ciudades como Bérgamo, donde se han acabado los puestos de las cámaras mortuorias y los restos mortales se llevan a la iglesia.
La situación dramática que se registra en esta ciudad de 120.000 habitantes, a 40 kilómetros de Milan, la describe el jefe médico del servicio de urgencias del hospital Giovanni XXIII de Bérgamo, Roberto Consentini, que emplea los términos de «guerra» y «terremoto»: «Cada día nos llegan entre 60 y 80 enfermos todos graves, cuando poco antes estaban sanos y fuertes». El director de la Unidad de Anestesia y Reanimación del mismo hospital, Luca Lorini, ha manifestado que «ahora llegan pacientes más jóvenes, desde 40 a los 45 años».
En Bérgamo había hasta el jueves 2.136 personas contagiadas, según datos oficiales, y 142 víctimas mortales. Es una tragedia y no es de extrañar que la iglesia de Ognisanti se haya tenido que transformar en una gran cámara mortuoria.
En la parroquia, cerrada como el cementerio, hay casi medio centenar de ataúdes con los restos mortales de fallecidos, casi todos por coronavirus, a la espera de ser cremados. Pero tragedia en la tragedia: Se debe hacer cola durante cinco días en el horno crematorio, aunque se trabaja las 24 horas del día, porque solo en la ciudad de Bérgamo los muertos fueron 18 el sábado, 44 entre el domingo y lunes, 33 el martes, y 51 el miércoles: 146 en cinco días.
Datos que asustan como un boletín de guerra. Y la suma sigue imparable. Han tenido que ser acogidos en la iglesia porque las cámaras mortuorias de los hospitales están llenas, lo mismo que ocurre en la cámara del cementerio de Bérgamo. Para las familias no les queda ni el consuelo de celebrar el rito de despedida de sus seres queridos: no se celebran funerales.