El cisma. José Ramón, uno de los cabecillas de la Coordinadora Guerrillera Nicaragüense (CGN), se había destapado junto a otra de las puntales, como era Mayra Dávila. Otro movimiento desesperado del soldado virtual Gerardo Sánchez para convencer a una de sus reclutas somocistas para que no lo abandone.
Y no fue nada difícil persuadir a Inesyvonne Conrado, quien exuda el somocismo por los poros. Ella se aferra a la esperanza de ver destruido al sandinismo y por el momento solo el estafador aparece en su radar.
Sánchez, conociéndola, la estimula con una presunta compra de “jocotes”, nombre con el que designa a las balas, y aprovecha de paso para pedirle que consiga quien le done dos vacas –ya se las ha pedido a otros reclutas-, a fin de venderlas y comprar municiones.
Pero Conrado parece más interesada en los graves problemas internos de la CGN, sobre todo después de que Sánchez le confesara que solo le quedaban ella y Enrique Castillo.
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