Amaya y Cristiana, la resentida reclama a la oligarca

“Fuimos efectos colaterales, fichas de cambio, nombres en sus pancartas publicitarias”. Ese es apenas uno de los tantos amargos reproches que hace a Cristiana Chamorro Barrios la también golpista Amaya Coppens, por estar solicitando un debate con el presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo.

Coppens, una de las golpistas más publicitadas debido a su condición de ciudadana belga, dado que su padre tiene esa nacionalidad, le reclama a la hija de Violeta Barrios por las penurias que tuvieron que pasar los ejecutores del sangriento intento de golpe de Estado de 2018, donde asesinaron a 23 policías y a decenas de simpatizantes sandinistas.

“Era mucho más fácil decidirse a dejar tu vida de lado cuando pensábamos estar en el mismo bote, sin embargo, nunca lo estuvimos. Tuvimos reuniones con ustedes, los ungidos, los que tenían una voz, los que se suponía harían eco de las nuestras. Confiamos en ustedes, les respaldamos, desde las calles pensábamos que hacíamos nuestra parte, y ustedes la suya. Dormimos en la calle, comimos en la calle, hicimos huecos en las calles con nuestras propias manos, corrimos por nuestras vidas, perdimos a hermanos y hermanas”, señala la golpista.

No dice Amaya que no solo hicieron hoyos en las calles para destrozar la economía, ni siquiera menciona los tranques donde asesinaron a dos centenares de gente inocente. Tampoco reclama a sus patrones, los gringos, por ungir a la Cristiana Chamorro como la candidata de los opositores, incluyendo a la que ahora la increpa, quizás porque la oligarca puede decir que ella no asesinó a nadie con sus manos, pues dirigía a las hordas, mientras que la medio nica, era parte de esas hordas.

Y la medio belga sigue con sus sollozos: “Supe que no estábamos en el mismo barco cuando en medio de nuestras lágrimas, al ver que nos iban cazando poco a poco, les pedimos un paro, les pedimos reaccionaran, y nos contestaron «No tenemos tiempo para esto», tan insensible, tan seco y corto, así zanjaron el tema. Y nos siguieron cazando, correr no nos sirvió, y nos siguen cazando, y la reacción ha sido la misma; la falta de reacción ha sido la misma. Fuimos efectos colaterales, fichas de cambio, nombres en sus pancartas publicitarias”.

Dos veces estuvo presa esta mujer porque no le bastó la sangre derramada en el fallido golpe de Estado, y tras ser amnistiada continuó en sus andanzas desestabilizadoras, “haciendo a un lado su vida” como dice, deslumbrada por las promesas que les hicieron la Cristiana Chamorro y sus compinches oligarcas y del MRS, sobre los altos cargos y los inmensos salarios que ya se habían repartido en el papel cuando creyeron inminente la caída del gobierno del comandante Daniel Ortega.

En otro párrafo, la golpista se lamenta: “Ya pasaron casi 3 años, ya pasaron más de 800 presos, más de 500 muertos, más de 100 mil exiliados, y no hay reacción. Para mientras, seguimos con pesadillas, con nuestras cicatrices y nuestras vidas desmoronadas, mientras Cristiana se queja del «barullo» que no la dejaba tomarse su cafecito tranquila, porque a pesar de sus largas piernas aristocráticas, no logra tocar la tierra, y un grupo de machos conservadores se reúne a comparar sus diplomas”.

Ignoramos de dónde saca esas cifras la belga, quien por cierto el año pasado recibió un reconocimiento del gobierno asesino de Donald Trump a través del Departamento de Estado y su titular, el siniestro Mike Pompeo, por las “hazañas” realizadas durante 2018 y sus posteriores andanzas de tráfico de armas, por lo que fue encarcelada la segunda vez. Por delitos como esos, en Estados Unidos otorgan cadena perpetua.

No parece soportar Amaya Coppens que los gringos la hayan apartado para dar preponderancia a una miembro de la oligarquía nicaragüense, que aunque también tiene las manos teñidas de sangre porque participó financiando el golpe de Estado de hace tres años, “escupe en rueda” con el imperio desde hace décadas, quizás desde que el multiasesino Ronald Reagan agradeció en los años 80 a su familia la lealtad a una intervención armada (la guerra de los Contras) que significó la muerte de miles y miles de nicaragüenses.

La resentida golpista termina su dolorida publicación en las redes sociales pidiendo libertad para los que ella identifica como “reos políticos”, y clama: “¡Justicia para las y los asesinados!”, y ahí sí estamos de acuerdo con Amaya Coppens, eso queríamos todos, lamentablemente a ella y a sus compinches los dejaron libres gracias a una amnistía.

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