Cizaña pura. La tarea de demolición de sus rivales que hizo el estafador Gerardo Sánchez, fue implacable y cuando éstos le respondieron recurrió al expediente más sencillo: tildarlos de traidores y minimizar u ocultar el apoyo que le habían prestado y exaltar la labor de otros, aunque se tratara de narcotraficantes.
Para sus trampas se valió de sus reclutas menos iluminados y proclives al sometimiento como Josmar Bermúdez, alias “Justo Mora”, quien quedó en estado de alelamiento cuando sus cuatro sentidos intuyeron que al otro lado del Facebook estaba alguien con un poder destructor parecido al de Atila.
En su dudoso “parte” de reclutamiento, Josmar Bermúdez, ante la avidez de vándalos solicitada por el embaucador Voz Solidaria, le dijo que estaba “trabajando” lento pero seguro, que ya tenía a alguien de la iglesia Católica, a un grupo con el que había perdido comunicación, otros a los que visitaría y diez misioneros a los que no había visto, pero que los estaba esperando.
Es decir, no tenía nada.
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