Nicaragua bajo el asedio neocolonial e injerencia del imperio

Edwin N. Montes*

Nicaragua ha sido nuevamente objeto de asedio e injerencia por parte del imperio y sus organismos satélites (OEA, Unión Europea y el Alto Comisionado de Derechos Humanos), por el hecho de que algunas de las principales figuras oligárquicas opositoras al gobierno sandinista, vinculadas al aparato político-financiero de EEUU, han sido procesadas judicialmente, en concordancia con las leyes del país, por “incitar a la injerencia extranjera, y organizarse con financiamiento de potencias extranjeras para ejecutar actos de terrorismo y desestabilización”, lesionando los intereses y valores supremos de esta nación centroamericana.

Los actos de subversión y traición a la patria son sancionables en cualquier país del mundo, y resulta por tanto viciada la posición e informes de estos organismos y países occidentales, al señalar que estos grupos opositores están siendo objeto de persecución política, y no que se les procesa por delitos tipificados en el ordenamiento jurídico nacional, similares a preceptos jurídicos que estos países occidentales, pseudo defensores de derechos humanos, igualmente tienen en sus respectivas leyes.

Resulta irónico que, para mayo, la oposición en Nicaragua estaba prácticamente derrotada y desarticulada, por pleitos, señalamientos y expulsiones de sus filas, entre ellos mismos; y hoy muchas plataformas mediáticas y organismos internacionales pro yanqui han dado lugar a la propaganda mediática de manipulación y modelación de la realidad de Nicaragua, intentando favorecer a los intereses de los grupos oligárquicos en el país, señalando que los procesos judiciales en sus contras, es para “bloquear su participación en las elecciones de noviembre próximo”.

No obstante, los hechos y actos de estos grupos opositores que evidencian la clara violación a preceptos constitucionales y leyes del país, que menoscaban la independencia, soberanía y autodeterminación del pueblo de Nicaragua, hablan por sí solos (Artículo 1 de la Constitución Política, Ley 748 de Defensa Nacional del año 2010, Ley 919 de Seguridad Soberana de 2015, Ley 1055 de Defensa de los Derechos del Pueblo a la Independencia, la Soberanía y Autodeterminación para la Paz de 2020, y Ley de Agentes Extranjeros 2021).

La derrota electoral de estos grupos de oposición era tan evidente para ellos mismos, que ya algunos de sus líderes, como el caso de Félix Maradiaga, hablaban de desconocer los resultados electorales de noviembre, y se estaban preparando para crear condiciones de un nuevo proceso de desestabilización e intento de golpe de Estado en Nicaragua, todo con el apoyo logístico y financiamiento de potencias extranjeras, principalmente Estados Unidos.

No es por solidaridad hacia el pueblo de Nicaragua que la Fundación Chamorro, perteneciente a una de las familias oligárquicas más poderosas y de fuertes nexos con el imperio, decidiera suspender operaciones en febrero de este año, una vez que el gobierno aprobara la Ley de Agentes Extranjeros, sino porque está más que documentado, y en algunos de los casos, plasmado públicamente, los millones de dólares que esta fundación ha recibido por parte de USAID, la NED y la Unión Europea, para financiar todo el aparataje y amplificación de medios de comunicación televisivos, radiales y electrónicos en Nicaragua, que contribuyeran a posicionar el discurso antisandinista, no sólo a nivel nacional sino internacional.

No es extraño tampoco que el Presidente de España, en su visita a Costa Rica, y recientemente su Canciller, manifestaran públicamente ofensivas declaraciones e improcedentes amenazas neocoloniales hacia el gobierno sandinista, cuando investigaciones realizadas por el periodista norteamericano Benjamin Norton, han revelado que la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) brindó a la Fundación Chamorro más de $1 millón de dólares tan sólo en 2020, y esto que España actualmente presenta una de los peores crisis sociales y económicas, siendo uno de los Estados con la mayor deuda de la Unión Europea, en el actual contexto de la pandemia.

Desde el intento de golpe de Estado en 2018, la oposición no sólo ha recibido financiamiento por parte del imperio para fortalecer sus estructuras de poder mediático, sino que también muchas de sus figuras políticas han sido objeto de reconocimientos dentro de plataformas o espacios generadores de opinión a nivel internacional para posicionar el discurso antisandinista y vender ante la comunidad internacional la posverdad o falsa realidad que les interesa crear sobre Nicaragua, tal es el caso de Gioconda Belli en 2018 y 2020, Sergio Ramírez en 2018, Luis Enrique en 2019, Carlos Fernando Chamorro en 2021.

No sería sorpresa si a alguna de estas figuras políticas que actualmente están siendo sometidas a procesos de investigación judicial en Nicaragua, pronto le sea otorgado otro “reconocimiento” occidental.

Un caso llamativo y revelador fue, por ejemplo, el premio otorgado por Francia y Alemania a el ex directivo de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva, quien posteriormente sería acusado por sus mismos compañeros integrantes de esta ONG de robarse medio millón de dólares para fugarse con rumbo a Costa Rica, así como la falsificación de firmas e informes, además de ser señalado por la manipulación de la lista de fallecidos durante el intento de golpe en abril de 2018.

En Nicaragua existe el principio constitucional del pluralismo político, conquistado con el triunfo de la revolución en 1979, donde todo nicaragüense puede aspirar a ser candidato presidencial, siempre y cuando proceda conforme a las leyes y ordenamiento jurídico nacional y no actúe como agente de países extranjeros que menoscaben la integridad nacional, tal y como lo hicieron otros grupos oligarcas en la historia pasada de Nicaragua, que en una actitud entreguista dispusieron el territorio nacional a los designios del imperio norteamericano, a cambio de recibir mezquinas prebendas políticas.

Está más que claro que la oposición oligárquica en Nicaragua no tiene proyecto social alguno de nación, siendo su único proyecto político la ambición de poder y, en una actitud de odio desmedido, acabar con todo aquello que represente o dignifique al sandinismo, utilizando para ello la manipulación de la inocencia, humildad y las emociones de la población nicaragüense, para desviar la atención del robo, ultraje y actos ilícitos que han cometido contra el pueblo mismo de Nicaragua.

Cuba, Nicaragua y Venezuela, son ejemplo de dignidad, entereza y firmeza en sus ideales y defensa de los intereses supremos del pueblo, frente a las actitudes neocoloniales, las arbitrariedades y manipulación mediática implementada por el poder subversivo de la comunidad occidental, y más específicamente la OEA, que sigue siendo ese cadáver político en que la han convertido todos sus actos de fomento de golpes de Estado, apoyo e imposiciones de dictaduras y traiciones hacia Nuestra América, en toda su historia de existencia como organización, tal y como la definió el comandante eterno de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz.

* Edwin N. Montes es Director del Departamento de Filosofía y Coordinador de la Carrera Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNAN-Managua, Nicaragua.

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