Javier Azzali
El problema de la cultura tiene raíz en la política. En países dependientes, semicoloniales o periféricos como los latinoamericanos, la dominación social y la relación de dependencia se realiza mediante una acción cultural destinada a legitimar el orden social impuesto, como lo han señalado con profundidad Manuel Ugarte, Hernández Arregui, Jauretche, Ramos, entre muchos otros.
El drama nacional de la dependencia de los centros del poder mundial queda velado por una maraña ideológica, por la cual se difunde una visión de país débil y subordinado, y el desprecio hacia las masas populares y sus variadas formas de expresión.
Sostenía Marx que las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.
Significativamente, ponía de ejemplo de dominación cultural una regla de derecho: la idea dominante de la doctrina de la división de poderes, percibida como “ley eterna” en la época y en un país en que se disputaban el poder la corona, la aristocracia y la burguesía.
El maestro de Tréveris no se dedicó particularmente al estudio de la crítica del derecho, sin embargo, la referencia al derecho en la cita se justifica apenas se observe que la manera específica en que se ejerce el poder en las sociedades modernas es a través del derecho.
Al menos en las sociedades modernas occidentales, el Estado nación se configuró a partir de la centralización del ejercicio del poder mediante la instauración de un único ordenamiento normativo, para regular la existencia de un mercado interno y un sistema político unificados.
La unidad nacional de las sociedades industriales capitalistas se logró mediante un sistema normativo único que garantizara la persecución de los intereses de la burguesía.
Este sistema de organización social se trasladó a nuestra América con la colonización europea. Ese ordenamiento es un sistema integrado por normas, las cuales son enunciados que establecen obligaciones, prohibiciones, permisos y autorizaciones, bajo sanción del uso de la fuerza en caso de incumplimiento.
El derecho es, en el mundo moderno, el lenguaje oficial para ejercer el poder. Quien produce derecho es sólo aquel que ha podido detentar el poder, y al revés, quien ejerce el poder necesita producir su propio derecho.
La teoría del derecho es, así vista, una teoría del poder, lo cual cuestiona de raíz la visión dominante acerca de que el derecho puede ser observado separado de la política, la economía y las relaciones sociales; o más aún, como manifestación de una naturaleza humana racional o teológica, lo cual la sumerge en la mistificación de la falacia naturalista.
Las normas no son verdaderas ni falsas, sino válidas o inválidas. La validez de una norma significa que ésta ha sido creada de acuerdo al procedimiento establecido previamente por otra norma, y que, a su vez, es eficaz.
En relación a esto último, decimos que la ley que es letra muerta, deja, en alguna medida, de ser ley. La ley que no es obedecida ni cumplida, pierde existencia real aunque no haya sido derogada por otra ley.