Chile: Aún tenemos izquierda

Manuel Cabieses Donoso

Señoras y señores de la Derecha: todavía no canten victoria, es prematuro. La dispersión del pueblo es transitoria. Pronto recuperará su brújula política. El despelote en sus filas y la desorientación ideológica son realidades penosas, aunque ya se vislumbra el amanecer.

Al final se impondrán la voluntad y el destino histórico de los plebeyos para iniciar la época de la igualdad de derechos y deberes. El tiempo en que todos los niños y niñas tendrán las mismas oportunidades de realizarse en la vida.

Es cierto que vuestras señorías han conseguido engatusar a sectores considerables del pueblo, subordinándolos a la cultura excluyente de la oligarquía.

Mediante los servicios tarifados de la casta política, más el poder seductor del mercado y el trabajo de zapa de las conciencias de los medios escritos y audiovisuales, abrieron los desvíos que confunden y debilitan a las fuerzas sociales del cambio. Un ejemplo: la autollamada “centro-izquierda”, que de centro tiene poco y de Izquierda casi nada.

No es necesario apelar a las dotes de Sherlock Holmes para descubrir quiénes vienen ganando terreno en la disputa política. Basta revisar El Mercurio del 18 de julio, al siguiente día de las primarias presidenciales, para saber que Sichel y Boric son dos caras de la misma moneda.

El trompetero de la oligarquía celebra en su editorial “la meritoria campaña de Boric” (sic) y elogia el espíritu dialogante del candidato del Frente Amplio. Luego advierte: “…No debiera olvidar Boric que su triunfo se lo debe de modo relevante al rechazo de los electores ante planteamientos extremos como los del PC”.

El presidente de la poderosa Confederación de la Producción y el Comercio, Juan Sutil, afirma: “en la izquierda hubo una diferencia muy importante entre la izquierda democrática, que representa el Frente Amplio, y la izquierda no democrática como el Partido Comunista”. Lo mismo señalan dirigentes de la Sociedad Nacional de Minería, Sociedad Nacional de Agricultura, Asociación de Bancos, Consejo del Salmón, Fedefruta, etc.

El aplauso de la Bolsa de Comercio no se ha interrumpido en demostración elocuente de confianza del capital financiero en el resultado de las próximas elecciones. Sus inmensas fortunas no corren peligro gane quien gane las presidenciales y parlamentarias. El triunfalismo oligárquico lo delata, elemental, Watson.

La oligarquía -ricachones y corporaciones que manejan el país- han actuado con astucia. La economía (la del modelo neoliberal, desde luego), está reflotando. El año pasado cayó seis por ciento pero el 2021 subirá poco más del ocho por ciento. El consumo aumenta con la velocidad de un cohete a la luna gracias al combustible de fondos previsionales y bonos del Estado.

O sea, de los ahorros y e impuestos que pagan los trabajadores. Los cascabeles del modelo son automóviles, celulares y televisores al alcance de millones. La venta de autos nuevos y usados crece en forma vertiginosa. Más de cinco millones y medio de autos hay en el país (200 mil solo en Santiago).

Más de 20 millones de celulares y 2,7 televisores por familia (cifras del Instituto Nacional de Estadísticas). Los partidos de centroizquierda hicieron realidad la promesa de Pinochet llevándola al paroxismo. El consumismo es el gusano corruptor de conciencias y valores éticos.

La Ley de Moraga se convirtió en Carta Magna de la conducta ciudadana y en regla de oro de la corrupción y despilfarro de recursos públicos. En el guirigay de la locura consumista de esta Pompeya de América del Sur, los ahorros de los trabajadores se han convertido en sal y agua. La oligarquía y sus tenazas -gobierno y parlamento- prometen seguir estimulando este zafarrancho de mercado.

Más de 90 mil millones de dólares se han inyectado a la vena del consumo. En especial a lo que el gran economista y periodista Aníbal Pinto Santa Cruz llamó el “consumo conspicuo”. Su publicidad –autos, relojes, whisky, etc.-tapiza las páginas de los diarios y ocupa el ancho de las pantallas de los televisores.

El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y los fondos previsionales se han convertido en un colosal cohecho electoral mientras las tripas del pobrerío reclaman alimento.

Señoras y señores de la Derecha: Chile lleva en el vientre su propio Vesubio. Este volcán hizo erupción en octubre del 2019 y sigue arrojando señales de actividad. Lo demuestran la resistencia inclaudicable del pueblo mapuche, la lucha callejera por la libertad de los presos políticos, las demandas de más de 86 mil familias que habitan 969 campamentos de tablas y cartones, y -sobre todo- las esperanzas que el pueblo cifra en la Convención Constitucional.

En esas células activas del movimiento popular se hallan las fortalezas sociales y culturales que permitirán rehacer la Izquierda. Una Izquierda socialista como la de antes, pero sin el lastre estatista extremo y la burocracia ineficiente de aquélla. Chile no sólo es un largo y angosto mercado de bisutería. Es también, sobre todo, la experiencia dolorosa de un país saqueado y de un pueblo ametrallado cada vez que exigía sus derechos.

La frustración histórica fusilada el 11 de septiembre de 1973, demanda una Constitución y leyes que abran paso a la justicia. Debajo de la costra del relumbrón neoliberal, está el Chile verdadero de los 600 mil que sufren hambre y de los más de 3 millones que padecen inseguridad alimentaria (la FAO dixit).

Es posible que la oligarquía manipule las elecciones presidencial y parlamentarias de este año. El muro de la abstención, por grande que sea, no puede impedirlo y su denuncia es sorda y muda.

El esfuerzo constructor del pueblo se volcará a la Convención Constitucional, no a las elecciones presidencial y parlamentaria, cuya obra -la Carta Magna- aprobada en plebiscito, demarcará el terreno en que se definirá la histórica confrontación pueblo-oligarquía. En el campo de la batalla ideológica y social que se avecina, se levantará la Izquierda chilena de este tiempo.

La Derecha lo sabe y por eso ha emprendido la campaña de desprestigio de la Convención. Lo intenta mediante la chimuchina “noticiosa” de cada día y -sobre todo- con la maniobra para someter a la mayoría a un proceso de negociación y concesiones para alcanzar el quórum de dos tercios.

Enfrentando estas maniobras la Izquierda logrará rehacer sus fuerzas y dotarse de nuevas formas de organización y lucha victoriosa.

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