Misión Verdad
Estamos presenciando, en vivo y directo, el desvelamiento de una ficción que ha perdurado por demasiado tiempo, que tiene de protagonistas a los sectores más extremistas del antichavismo y cuyo desenlace está destinado a ser el fracaso de la estrategia estadounidense contra Venezuela.
Sus delfines y sicarios han agotado el tiempo de la antipolítica y están siendo ignorados por la realidad campeante en el país, con la mayoría de los partidos políticos participando en la arena democrática.
Julio Borges ha decidido por fin apartarse de lo que Washington bautizó como «gobierno interino o encargado de Venezuela», con un discurso confrontativo similar a los proferidos durante sus años en Justicia para todos de RCTV. Esta vez, Juan Guaidó recibió las acusaciones del dirigente de Primero Justicia (PJ), quien ahora sí aboga por que «el gobierno interino desaparezca completamente».
La contradicción dentro de la oposición venezolana que posee los mayores vínculos con Estados Unidos (gobierno federal, Congreso, Wall Street, sur de Florida) se acrecienta en la medida en que van pasando los días y se acerca la fecha del fin del supuesto «interinato», aun cuando Guaidó ya ha anunciado que perpetuará su estatus ficticio hasta que hayan «elecciones presidenciales libres».
Pero la única manera de que sobreviva dicho parapeto es con el aval norteamericano, pues domina los recursos de que se valen los bandidos de Voluntad Popular (VP), ahora dueños por entero de los recursos que el gobierno federal disponga para ellos a través del Departamento del Tesoro y otras instancias como la USAID y la NED, con el dinero robado al Estado venezolano por medio del sistema financiero occidental.
Del resto, los medios de comunicación y propaganda alineados a ese circuito hacen el trabajo de relaciones públicas sobre la imagen de Guaidó y VP, estructura que no puede ocultar el hecho de que existe la contradicción referida, siendo notoria y pública.
Borges espetó:
«El gobierno interino era un instrumento para salir de la dictadura, pero en este momento se ha deformado hasta convertirse en una especie de fin en sí mismo, manejado por una casta que existe allí. Se ha burocratizado y ya no cumple con su función. Tiene que desaparecer».
Dio un dato curioso: el «gobierno interino» tiene 1 mil 600 funcionarios, eso en el marco de una operación de saqueo parasitario del que algunos han sido ventilados por medio de escándalos en el manejo de los activos en el exterior: tal es el caso de Monómeros, empresa con sede en Barranquilla controlada en este momento por el gobierno uribista en connivencia con los dichosos «funcionarios del interinato» en Colombia.
«El manejo de activos es un escándalo. Hay que crear un fideicomiso para que haya transparencia. No hay rendición de cuentas, los activos se utilizan para fines personales», acusó Borges, volviéndose a lavar las manos de su papel clave en los orígenes y desarrollo de esa estrategia del latrocinio, tanto desde Venezuela como desde Colombia.
De hecho, para el dirigente de PJ el problema no es el «gobierno interino» en sí, como entidad, sino quienes lo «gobiernan», en un disfraz retórico para emitir el mensaje de que pide una rotación de silla, como lo hicieran durante los años legales de la Asamblea Nacional (AN) durante el periodo 2015-2021:
«Las cosas que hace el gobierno interino que tienen que seguir haciéndose, como por ejemplo el tema humanitario, como por ejemplo el tema internacional, deben ser absorbidas por esta nueva plataforma política y sociedad civil para llevarlas de manera eficiente, y no bajo un tema de gobierno interino que simplemente quiere perpetuarse y convertirse ya en parte del problema y no parte de la solución».
Habla de una «nueva plataforma política y sociedad civil» que muy seguramente trae consigo a todo el corretaje de ONG y demás organizaciones politizadas, con el afán de sustituir el Estado venezolano por otras vías, que hemos investigado y analizado en este trabajo especial sobre Foro Cívico. De hecho, tiene un prontuario acorde a ese perfil.
Antes de fundar PJ, Julio Borges tomó las riendas de una ONG llamada Asociación Civil Primero Justicia en 1992. Le llamó a su ministerio «Justicia de Paz», con el que fue haciéndose eco dentro del bufete corrupto que la Cuarta formó con austeridad. Logró con esta organización meterse en la redacción de la Constitución de 1999 promovida por la Constituyente convocada por el comandante Chávez.
De esta manera, Borges cobró vida en la escena política del país de la mano con la construcción de imagen que tuvo gracias al aval de Marcel Granier desde RCTV, con Justicia para todos.
Ha sido demostrado que esta ONG recibió financiamiento por parte de Antonietta Mendoza de López, madre de Leopoldo, quien por aquella época (1998) ocupaba el cargo de gerente de Asuntos Públicos de la División de Servicios de PDVSA.
Esta señora habría entregado un cheque a la Fundación Interamericana (IAF, sus siglas en inglés), organismo autónomo del gobierno de los Estados Unidos, en beneficio de la ONG comandada por Julio Borges. Este caso de corrupción fue justificado por el mismo «juez» conectando este dinero con el desarrollo del programa «de paz»; «más bien me siento muy orgulloso de eso», dijo sin escrúpulos en 2013.
El partido PJ fue creado en el año 2000 por la tríada Henrique Capriles-Leopoldo López-Julio Borges, con iniciativa y planificación de éste último. Desde entonces, Julio Borges estuvo anclado en sus curules de diputado por el estado Miranda y en su cargo como coordinador general del partido.
Tony Cartalucci comenta que PJ recibió cerca de una década fondos monetarios dispuestos por la Fundación Nacional para la Democracia (NED, en sus siglas en inglés) a través de la ONG para su mantenimiento y acciones.
Quién duda de su vena golpista: en este video se muestra (11 abril de 2002) como portavoz, junto a sendas joyitas del fascismo criollo (Leopoldo López, Armando Briquet, Gerardo Blyde y Henrique Capriles), exigiendo la renuncia de Chávez, asimismo de todo el ejecutivo y la directiva de PDVSA de ese entonces. Un anticipo, pues, del decreto de Carmona.
Pero la alianza López-PJ se resquebrajó en 2009, dicen las malas lenguas, durante un impasse en enero de 2015. Pero la vía golpista siempre los ató: Borges, según Patricia Poleo, mantuvo nexos con los militares golpistas descubiertos por el gobierno de Nicolás Maduro (Operación Jericó – 2015).
El de PJ, de esta manera, acusa a Guaidó de lo que él mismo ha construido junto a sus pares antichavistas, con el apoyo de los gobiernos estadounidense y colombiano. No olvidemos que mientras se negaba a firmar un acuerdo de diálogo con el gobierno nacional en 2018 y realizaba varias giras pidiendo «sanciones» contra «funcionarios», que claramente se han traducido en daños a la población, Julio Borges dirigía el plan magnicida contra el presidente Nicolás Maduro el 4 de agosto de 2018 en la avenida Bolívar de Caracas.
Así lo confesó el jefe de la Dirección de Comunicaciones de la Guardia de Honor Presidencial, Ovidio Carrasco Mosqueda, quien trabajó en uno de los círculos de seguridad más cercanos al jefe de Estado durante cuatro años y medio dentro del Palacio de Miraflores y confesó que era la ficha inflitrada por Julio Borges para ejecutar el plan y un golpe de Estado.
Borges tiene rabo de paja, viva en Caracas o «en el exilio«. Cuestión que lo acredita para echarle más leña al fuego.
¿Y qué pasará con la estrategia de Washington?
Muy probablemente el gobierno de Joe Biden le dé cierto estatus «político» a Juan Guaidó, de la manera en que lo hizo la Unión Europea, si decide desechar de una vez por todas el «proyecto Guaidó» tal como está concebido hoy mismo. La petición de Borges de disolver la entidad que llaman «gobierno interino» se transformaría en algo que de todas maneras estaría acorde a los próximos requerimientos de Washington, Florida y Nueva York para seguir con el cerco y asfixia antivenezolano.
Si sobrevive, el gobierno fake de Guaidó solo cuenta ya con el apoyo de cinco partidos de escasa o nula influencia, a excepción de VP, que mantiene el cordon umbilical con el imperio estadounidense en decadencia. La contradicción dentro del fascismo criollo ha venido a incendiar el castillo de naipes de Estados Unidos, y hay poco que pueda hacerse para hacer un control de daños exitoso a través de medios y portavoces políticos e institucionales.
Tanto en Estados Unidos como en Europa y Asia reconocen el fracaso de la estrategia Trump-Biden, siendo hora de que se construya otro paradigma de relaciones entre el país norteamericano y Venezuela, como lo ha sugerido asimismo el presidente Nicolás Maduro.
Por ello la mayor exigencia desde el chavismo siempre ha sido el levantamiento del bloqueo contra Venezuela, cuyo esquema sancionatorio fue una petición de Julio Borges durante años. La desaparición nominal del «gobierno interino» no implica necesariamente que se cumpla la prerrogativa del Gobierno Bolivariano.
Tanto el oro en Reino Unido seguiría siendo secuestrado por el Banco de Inglaterra como los miles de millones robados por Estados Unidos en dinero y activos estatales venezolanos. Pues el verdadero poder detrás de Guaidó está en el Norte Global. El guaireño es solo una pieza más del rompecabezas en la guerra transnacional contra Venezuela.