Los chips, trasfondo del desespero de USA por China y Taiwán

La polémica visita de Nancy Pelosi a Taiwán coincidió con la aprobación en el Congreso de EEUU de la ‘Ley de Chips y Ciencia’, un intento de Washington por frenar el crecimiento de China en la fabricación de chips y semiconductores. La ley fomenta que se fabriquen chips en EEUU y ejerce presión para que firmas estadounidenses no crezcan en China.

La Ley de Chips y Ciencia fue aprobada por el Congreso de Estados Unidos para otorgar un rol subsidiario al Gobierno Federal en la fabricación de chips y en el desarrollo de investigaciones y nuevas tecnologías en la materia, la cual será firmada el próximo martes 9 de agosto por el presidente Biden.

El proyecto sugiere la inversión de 52.000 millones de dólares en subsidios y créditos fiscales para todo tipo de fabricantes globales de chips que establezcan en suelo estadounidense operaciones productivas o busquen expandir las existentes. Además, destina más de 200.000 millones de dólares para la financiación de investigaciones científico-tecnológicas en los ámbitos de robótica, computación cuántica e inteligencia artificial.

En abierta oposición al desarrollo tecnológico chino, el proyecto de ley prohíbe a las empresas beneficiadas por el subsidio expandir sus operaciones a territorio chino durante al menos una década, a menos que se trate de chips de menor tecnología que los destinados al mercado local.

¿Por qué importan los chips?

Los chips se utilizan en todo tipo de productos, desde coches y consolas de juegos hasta lavadoras y cepillos de dientes. Forman parte de la sangre vital de la economía global y son vitales para muchas de las mayores industrias del mundo. Pero también escasean, y la escasez podría durar hasta 2023.

«Debido al aumento de la demanda de varios dispositivos finales, los fabricantes han aumentado sus actividades de adquisición de componentes, y, en consecuencia, las capacidades de las fábricas han sido escasas desde 2020», explicó la analista de TrendForce, Joanne Chiao.

Los principales fabricantes de chips y semiconductores del mundo tienen su origen en Taiwán, el destino del polémico viaje de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi. Es que Washington ve como una amenaza la posibilidad de que China absorba la industria taiwanesa, principal proveedor de EEUU en la materia.

Detener el crecimiento de China

La escasez global de chips y semiconductores no solo ha llevado al cierre de empresas tecnológicas y ha fomentado la inflación, sino que incluso se ha convertido en una amenaza de seguridad tecnológica insostenible para Washington, que vio con alarma que la tecnológica estadounidense Intel propusiera al Departamento de Comercio de EEUU expandir su capacidad de fabricación de chips al hacerse cargo de una fábrica abandonada en Chengdu, China, informó The New York Times.

La intención de la empresa de continuar su expansión en el mercado chino del chip fue el origen del proyecto de ley que pretende volver a posicionar en suelo estadounidense a la industria estratégica del chip, que abarca desde la computación cuántica, pasando por automóviles hasta cafeteras.

«El Departamento de Comercio ya ha dicho que dará preferencia a las empresas que invierten en investigación, nuevas instalaciones y capacitación de la fuerza laboral, en lugar de aquellas que participan en el tipo de recompra de acciones que ha prevalecido en los últimos años», informó el periódico neoyorquino.

Las disposiciones previstas en la ley evidencian la alarma que existe en EEUU sobre el rol preponderante que ha conseguido China en la industria tecnológica global y muestran la intención de dotar a Washington de un rol más relevante en las industrias de vanguardia a nivel global.

En efecto, mientras EEUU manejaba cerca del 37% de la fabricación mundial de chips y semiconductores en 1990, ese guarismo bajó a 12% hacia 2020, de acuerdo a datos de la Asociación de la Industria de Semiconductores. En forma paralela, en el mismo período, la participación de China en la fabricación aumentó un 15%.

«Es una adopción de la política industrial que no se ha visto en Washington durante décadas, es la inversión más importante en política industrial que había hecho Estados Unidos en al menos 50 años», sostuvo el experto en políticas industriales de EEUU, Gary Hufbauer, miembro senior no residente del Instituto Peterson de Economía Internacional, consultado por New York Times.

Pero el creciente dominio de China en cadenas de suministro globales clave, como las de metales de tierras raras, paneles solares y ciertos productos farmacéuticos durante la pandemia, «se ha sumado a la sensación de urgencia de detener el flujo de fabricación estadounidense al extranjero».

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