Germán van de Velde
* No hay otro camino, hay que tener más medios, más opciones informativas y más canales de distribución. Debemos promover el periodismo cooperativo, comunitario, ciudadano, obrero, sindical, de barrio, de parroquia, de universidad, de escuela y lograr traspasar fronteras, venciendo así el cerco mediático impuesto.
La guerra mediática es parte de la agresión que sufren los Pueblos de NuestraAmérica, Latinoamericanos y Caribeños. Ésta utiliza los medios de comunicación para promover y vender intereses imperiales, para camuflar ante la opinión pública el interés real perseguido en cada nación.
Desgraciadamente, gran parte de la opinión pública mundial -incluyendo en ella a la del mundo que se considere el más desarrollado (basado en criterios sumamente capitalistas e imperiales) y mejor informada-, es a diario víctima de esa guerra mediática sin saberlo.
Sus valoraciones y opiniones, en muchos casos, son alterados como consecuencia de esas versiones manipuladas y deformadas que reciben y sobre la cual a menudo no cuentan con información veraz y procediendo desde el contexto de protagonistas locales.
Nicaragua no es la excepción. Somos una nación que sufrió intervenciones militares, dictadura somocista, guerra de agresión y gobiernos neoliberales. Si bien, el enfoque y el análisis de la información es variable de una persona a otra, invito a reflexionar sobre el accionar de medios de comunicación en lo que respecta al manejo y distribución de información sobre lo que ocurre en Nicaragua.
En los años 80, en Nicaragua los medios de comunicación internacionales nunca mencionaron en sus escritos los logros de la Revolución: avances en educación (territorio libre de analfabetismo …), tenencia de la tierra (reforma agraria), producción, industria, seguridad social, servicios públicos, vivienda, construcción y transporte, turismo, deporte, cultura, seguridad, equidad de género, integración y participación de la Costa Caribe.
Los titulares de estos medios solo contemplaron información referente a la guerra de agresión impuesta por el gobierno de EE.UU. contra Nicaragua, justificando al agresor (gobierno de EE.UU.) y condenando al agredido (gobierno de Nicaragua), a excepción de algunos medios alternativos promovidos de grupos solidarios con el Pueblo nicaragüense.
En el período 1990-2006, fueron estos mismos medios de comunicación internacionales hegemónicos y aliados con medios nacionales los que defendieron políticas neoliberales que incrementaron la desigualdad social, recortaron derechos laborales y sociales, el derecho a una atención gratuita de calidad en educación y la salud, el derecho a la seguridad, a la vivienda digna, el derecho a la felicidad, y que incrementaron la pobreza y la miseria en el país.
Solo por mencionar un dato, en el año 1990 (transición de gobierno), el Estado invertía en salud 35 dólares por persona/año. En el 2006, la inversión fue de 16 dólares por persona/año. En medicamentos, la inversión era de 45 millones de dólares en 1990, en el 2005 fue solamente de 12 millones de dólares. Para el 2005, solo el 40% de la población tenía acceso a medicamentos esenciales.
Como respuesta a las políticas neoliberales, las huelgas y manifestaciones sustituyeron las barricadas, se reforzó la sindicalización, se desarrolló el movimiento organizado de trabajadores informales, se multiplicaron distintas formas de acción barrial y juvenil.
La reacción inmediata frente a las injusticias se mantuvo como rasgo dominante bajo un liderazgo desde las bases de parte del comandante Daniel Ortega, en un clima de repudio al neoliberalismo y al imperialismo norteamericano. Sin embargo, nada de esto fue titular en medios de comunicación internacionales hegemónicos.
En el 2006, el Sandinismo volvió al gobierno y su primer mandato fue decretar la educación y la salud gratuita, de calidad e inclusiva para todos/as los nicaragüenses. Además, durante esta segunda etapa de la Revolución se incrementó la inversión extranjera, disminuyó la desigualdad social, se promovió aún más la equidad de género, a tal punto de estar dentro de las primeras 10 naciones con mayor puntaje en esta área en el mundo, la construcción de carreteras incrementó, el turismo se fortaleció y la economía venía por buen camino; el aumento anual del Producto Interno Bruto era mayor al cinco por ciento hasta inicios de 2018.
Mientras esto ocurría en Nicaragua, los medios de comunicación internacionales criticaron las políticas cristianas, socialistas y solidarias implementadas por el Gobierno Sandinista. Mediante la creación de matrices de opinión a nivel nacional e internacional pretendían generar descontento en la población.
El bloque de ONG´s – empresa privada – jerarquía de iglesia católica – medios de comunicación internacionales – Gobierno de EEUU., fue el grupo criminal que financió, organizó y ejecutó el intento fallido de golpe de estado en 2018 que generó un enfrentamiento armado entre personas que dejó un saldo de 199 fallecidos en contextos callejeros, entre ellos 22 miembros de la Policía Nacional de Nicaragua. Por supuesto, de la crisis socio-política solamente hablaron de la supuesta represión Sandinista, hasta haciendo referencia de la existencia paramilitar en Nicaragua.
El Pueblo junto a su vanguardia venció al golpismo, se trabajó en la recuperación económica en medio de pandemia, afectación por dos huracanes y conflictos internacionales, a tal punto de aún lograr establecer un aumento del PIB del 10.3% en 2021, con una proyección de 4-5% en 2022. Los proyectos de infraestructura sanitaria y educativa no se detuvieron, se incrementaron. Los proyectos sociales continuaron beneficiando a cada vez más protagonistas en el campo y la ciudad, pero nada de eso es importante para estos medios de comunicación.
La guerra mediática le permite al Gobierno de EEUU hacer no solo que buena parte de su propia población, sino también población de otros países, dé por válidas las categorías con las que ellos dividen al mundo entre buenos y malos, entre el bien y el mal, entre terroristas y demócratas o luchadores por la libertad, siempre basado por supuesto en sus criterios de interés capitalistas egoístas, engañando a toda/o aquel/la que no tenga actitud crítica frente a estos medios o no tenga acceso a fuentes de información veraz.
No es solo eso, le permite también ejercer gran influencia en todo el mundo, a través de la gran maquinaria que pone en marcha, con la complicidad, activa o pasiva, de los gobiernos de muchos otros países. EEUU ejerce influencia en órganos internacionales tan significativos como la ONU, la OTAN, el Banco Mundial, el FMI, la OEA, la UE y muchos otros, alcanzando, por extensión, a gran parte de la población mundial.
El gobierno de Estados Unidos no cejará en su empeño por controlar la información, por intoxicar y manipular, y seguirá dedicando cuantiosos recursos para ello…
No hay otro camino, hay que tener más medios, más opciones informativas y más canales de distribución. Debemos promover el periodismo cooperativo, comunitario, ciudadano, obrero, sindical, de barrio, de parroquia, de universidad, de escuela y lograr traspasar fronteras, venciendo así el cerco mediático impuesto.
Es el momento de la multiplicación de los emprendimientos informativos a distinta escala. Debemos fortalecer lo que hemos creado, hacer que nuestros medios hablen varios idiomas, produzcan en cada plataforma bajo las reglas impuestas y desafiándolas con ética, creatividad y rigor periodístico.
En Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, países en Revolución que han sufrido la censura imperial, proponemos lograr consolidar una apuesta comunicacional audaz, de tal forma que el mundo pueda enterarse de acontecimientos nacionales e internacionales a partir de la divulgación de información mediante medios de comunicación alternativos.
¡Ya es un hecho! Urge descarrilar el tren semántico imperial y avanzar en el sentido emancipador que nos une.