A raíz del anuncio del gobierno de Trinidad y Tobago sobre la licencia emitida por la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos que autorizó el desarrollo del campo de gas «Dragón» ubicado en aguas territoriales venezolanas, el think tank estadounidense Atlantic Council, fundamental para predecir los movimientos geopolíticos de Washington, publicó un análisis donde se puede apreciar la preocupación creciente de que Venezuela eleve su influencia energética en el Caribe.
Hoy, 15 de febrero, en las Bahamas, inició la 44ª Reunión Ordinaria de la Conferencia de Jefes de Gobierno de la Comunidad del Caribe (CARICOM) y como preámbulo el Departamento de Estado publicó un comunicado sobre «El compromiso entre Estados Unidos y El Caribe», donde uno de los apartados hace referencia a la licencia de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro.
Bajo el escenario de la crisis energética que ha tomado relevancia en los últimos años, debido a la pandemia y al conflicto en Ucrania, la gran dependencia de los países del Caribe sobre los recursos energéticos se ha vuelto a notar por los altos precios de bienes, servicios, electricidad y combustible.
Sobre esto, el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, en julio 2022, argumentó que debido al alto costo del combustible a nivel mundial, distintos líderes caribeños acordaron reanudar el programa de Petrocaribe para que Venezuela suministre energía y, a la vez, pedir a Estados Unidos el levantamiento de «sanciones» contra el país latinocaribeño.
En este contexto donde Petrocaribe se encamina a recuperar su rol de influencia, los investigadores de Atlantic Council argumentan que «Estados Unidos debe demostrar que se preocupa y puede ser relevante (…) se necesita hacer mucho más para brindar seguridad energética al Caribe, pero esta licencia es un primer paso hábil y crítico».
Es decir, para esta organización ligada a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Estados Unidos debe simular preocupación en el Caribe, un reconocimiento explícito de que la atención que recibe la región no es sincera sino marcada por intereses concretos de venta de energía, en competencia con Petrocaribe.
Por ello, el think tank considera que esta nueva licencia OFAC se emite en unas circunstancias donde Venezuela trazó una hoja de ruta de reimpulso del Acuerdo de Petrocaribe para la comercialización de petróleo y gas en la fachada caribeña en medio de las innumerables «sanciones» al sector petrolero venezolano, cuestión que genera preocupación en Washington.
El Atlantic Council observa como negativo para los intereses estadounidenses este reimpulso de Petrocaribe, pues supone un factor de competencia estratégica, y a partir de allí valoran que la licencia a Trinidad y Tobago genera cierto rango de acción y contención de Estados Unidos sobre el rol geoestratégico de Venezuela en el Caribe.
La importancia geopolítica de Petrocaribe puede analizarse a partir de lo comentado por el renombrado profesor jamaiquino, Wesley Hughes: «Durante la crisis financiera mundial, Venezuela emergió como la fuente más importante de asistencia bilateral a Jamaica. Y si no hubiera sido por esa asistencia, a través del acuerdo de Petrocaribe, la economía de Jamaica habría estado en circunstancias espantosas».