Condenadas a ser violadas y a recorrer desnudas un camino de la vergüenza con la cara ennegrecida por su pueblo. Ésa es la supuesta sentencia que recibieron dos hermanas en el norte de India a manos de un consejo local de ancianos, según denuncia Amnistía Internacional en una campaña que lleva más de 230.000 firmas para exigir la protección de las jóvenes.
El grupo de derechos humanos afirma que el consejo de la aldea (los llamados khap panchayat) decidió castigar así a Meenakshi Kumari, de 23 años, y a su hermana de 15, ambas de la casta más baja del hinduismo, por un acto que ni siquiera cometieron: ellas pagarían la afrenta de su hermano, que tenía un romance con una mujer casada de la casta superior Jat. «Fueron amenazadas de violación por los Jats. Querían vengarse por las acciones de su hermano«, dijo Vivek Singh, el abogado que defendió en un primer momento a las jóvenes, que afirma que los jueces tribales actuaron cuando se denunció un supuesto secuestro de la mujer casada.
Según Meenakshi, todo el pueblo conocía la relación de su hermano con aquella mujer, pero su familia no la aprobaba. «Dijeron: ‘Nos has deshonrado y ahora te deshonraremos nosotros‘. Son una casta superior, son capaces de cualquier cosa», afirmó la joven quien recientemente presentó una petición ante el Tribunal Supremo indio reclamando protección para ella y su familia después de que se viesen obligados a huir de su aldea en el distrito de Bhagpat, en el estado norteño de Uttar Pradesh, por la presión que reciben de los vecinos desde que el consejo supuestamente las sentenciase a finales de julio.
Amnistía señala que ‘tienen miedo de volver al pueblo’ por las amenazas de la comunidad y porque ‘su casa ha sido saqueada’.
La familia se encuentra en Nueva Delhi, según afirma Amnistía Internacional India, que la semana pasada empezó la campaña de ayuda cuando el Supremo pidió al gobierno estatal que tomara cartas en el asunto. El domingo el jefe de gobierno de Uttar Pradesh, Akhilesh Yadav, reaccionó y ordenó a las autoridades locales que protegiesen a los familiares para que puedan volver a su hogar. Amnistía señala que «tienen miedo de volver al pueblo» por las amenazas de la comunidad y porque «su casa ha sido saqueada».
«El primer ministro tiene que garantizar una investigación sobre el incidente para que la familia no sea perseguida en los próximos días», señala Gopika Bashi, activista por los derechos de la mujer en Amnistía Internacional India, que además reclama un proceso «rápido, exhaustivo e imparcial» al Ejecutivo de Yadav para evitar que la influencia de las castas dominantes desemboque en un silencio administrativo.
En el pueblo las versiones de lo sucedido son totalmente opuestas. Los miembros del consejo tribal, todos varones, niegan haber dictado esa brutal sentencia y los vecinos se muestran sorprendidos de que el caso esté en la prensa. Igualmente la policía local afirma que no ha encontrado indicios de amenazas. «Hemos investigado las acusaciones y hemos concluido que el khap panchayat no decidió sobre este asunto ni amenazó a las mujeres», dijo el jefe de policía de Bhagpat, Sharad Sachan. No obstante la familia de las jóvenes sostiene que todo esto es una maniobra del consejo, cuya casta es poderosa en la región, para acallar la polémica.
En estas sentencias, sin ningún valor jurídico, son las mujeres quienes suelen recibir los peores castigos, las más crueles humillaciones
En la India rural es habitual que los khap panchayat ejerzan una justicia paralela a la ordinaria. Los sabios de las aldeas actúan como jueces locales y sentencian los conocidos ‘crímenes de honor’, agravios que rompen con las tradiciones indias más conservadoras. Así castigan el adulterio, la deshonra familiar, el impago de la dote matrimonial, el amor elegido libremente y no arreglado por los padres o las relaciones entre castas. En estas sentencias, sin ningún valor jurídico, son las mujeres quienes suelen recibir los peores castigos, las más crueles humillaciones. Las condenas pueden traducirse en escarnio público, vejaciones, ostracismo o muerte.
Las castas son ilegales en India, pero su influencia se perpetúa en la práctica diaria de millones de familias, lo que hace que las mujeres dalit, intocables, sufran una triple discriminación (casta, clase y género). Se calcula que mil mujeres dalit son violadas cada año en el país asiático y la Campaña Nacional por los Derechos Humanos de los Dalits (NCDHR) denuncia que sólo el 1% de las agresiones termina en condena.