Por Clodovaldo Hernandez
Tenemos una generación de venezolanos y venezolanas que han sido víctimas de todas las técnicas y estrategias de la guerra no convencional. El ataque viene desde los primeros años de la Revolución, pero se acentuó hasta niveles criminales a partir de la aplicación de las medidas coercitivas unilaterales (MCU) y el bloqueo económico.
La periodista Anahí Arizmendi resume así su libro Infancia bajo asedio, para el que realizó una investigación centrada entre los años 2015 y 2019.
“Comienza con aquellos niños y niñas que fueron caceroleados durante el llamado paro cívico; los que fueron sometidos al terror de la campaña según la cual a sus padres les iban a quitar la patria potestad —explicó la comunicadora—. Luego vivimos la inoculación del odio a través de las guarimbas, el secuestro de ciertas zonas de las ciudades, la migración inducida… A partir de 2015, luego del decreto de Barack Obama, comienzan las MCU como parte de la estrategia de guerra no convencional. La Organización de las Naciones Unidas llega a ubicar 2,5 millones de niños venezolanos en situación de vulnerabilidad alimentaria. En 2021, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) lo eleva a casi 7 millones”.
Arizmendi hace énfasis en este contexto para evitar que se piense que las MCU son aisladas, cuando en realidad han sido parte de una larga estrategia desestabilizadora y destructiva, y que constituyen, sin lugar a dudas, crímenes de lesa humanidad.
“En el caso de niñas, niños y adolescentes, la arremetida imperial ha significado un grave deterioro de su seguridad, una amenaza para sus derechos, incluso el de la vida porque, lamentablemente, este tipo de guerras también deja personas fallecidas y heridas. Estas acciones significaron la muerte de muchos niños y la interrupción de tratamientos que eran cubiertos por el Estado venezolano”, aseveró.
“El bloqueo y las MCU han causado muertes y un aumento en el índice de mortalidad infantil, y en la prevalencia alimentaria; en la aplicación de vacunas y en diversos problemas de salud. Eso incluso lo han reconocido funcionarios de la ONU y su organización especializada en la infancia, la Unicef”, dijo Arizmendi.
Los efectos nefastos de las agresiones estadounidenses fueron de tal gravedad que arruinaron los avances que Venezuela había logrado en el cumplimiento de las metas del milenio. “En 1999 éramos un país en pobreza extrema, mientras que antes de las MCU habíamos logrado superar la metas de contención de la pobreza hasta en 3 puntos porcentuales. Habían mejorado mucho los indicadores nutricionales y por eso fue que la FAO bautizó su programa contra el hambre con el nombre de nuestro comandante Hugo Chávez Frías, reconociendo lo acertadas de esas políticas. Pero, lamentablemente, a partir de 2015 comienza un declive pronunciado, causado por las medidas criminales”, enfatizó.
El ensañamiento fue tan intenso que se intentó torpedear los programas de emergencia diseñados para atender las carencias alimentarias de la población, como fueron los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). “Para los promotores del bloqueo y las MCU, el programa CLAP se perfila como el principal enemigo y es en ese marco donde se produce la detención ilegal y el secuestro de nuestro diplomático Álex Saab”, apuntó.
Las acciones contra los CLAP fueron de una violencia abierta. Entre ellas, la autora recordó que en una oportunidad, el gobierno de Jair Bolsonaro, en Brasil, impidió que entraran al país 1.200 toneladas de pernil. Algo parecido ocurrió con 400 toneladas de alimentos en la frontera con Colombia. “Nuestros puertos eran parte de una zona de guerra porque se impedía la llegada de buques con alimentos. No llegaban los productos, estábamos sitiados. Esto lo verificó la relatora especial de las Naciones Unidas para Venezuela, Alena Douhan, quien señaló que casi 90 % de los cereales para la alimentación infantil llegaban a través de los CLAP y su entrada fue boicoteada por Estados Unidos y sus satélites”.
En la investigación, que reúne los datos de organismos diversos, incluyendo el Observatorio Venezolano del Bloqueo y la Cátedra Libre Antibloqueo de la Universidad Bolivariana de Venezuela, se demuestra la importancia que ha tenido la organización popular para mitigar algunos de los impactos de las MCU y el bloqueo.
“Debemos reflexionar y debatir sobre la arbitrariedad de los bloqueos y las MCU para crear un gran movimiento mundial en contra de esas prácticas. Hoy en día se están aplicando a 30 países y, en esas naciones, también están siendo afectados los estratos más vulnerables de la población; incluyendo las niñas, niños y adolescentes”, puntualizó Arizmendi.
Añadió que el impedir que a un sector de la población de un país le lleguen alimentos, medicinas y otros insumos es una medida de exterminio, de acuerdo a lo establecido en al Estatuto de Roma sobre crímenes de lesa humanidad. Estos hechos punibles tienen como agravante el haber sido perpetrados en perjuicio de niñas, niños y adolescentes, tal como lo refleja la investigación. “El bloqueo y las MCU existen, son graves actos criminales y no deben quedar impunes”, expresó Arizmendi.
El libro Infancia bajo asedio (Editorial Trinchera) puede conseguirse en la Feria del Libro de Venezuela, que actualmente está recorriendo el país. En Caracas está disponible en la librería Colombeia, frente a la Asamblea Nacional.