Pese a que el ingreso a las fuerzas armadas se autoriza solo desde los 17 años, la Fuerza Pre-Militar Brasileña (FOPE incorpora a chicos que recién empiezan la escuela Primaria a sus actividades de adoctrinamiento.
Parecen soldaditos en plena fajina. Desfilan con las caras pintadas, se cuadran ante el instructor que los adoctrina, usan uniformes oscuros con una calavera en la espalda y boinas de tanquistas. Algunos apenas superan el metro de estatura. Los más pequeños viven como un juego la rutina. La Fuerza Pre-Militar Brasileña (FOPE) los divide según las edades y por nombres de animales. Tigres son los que tienen entre 6 y 8 años, águilas de 9 a 11, leones de 12 a 14 y dragones de 15 en adelante. Pueden provenir desde las escuelas públicas. Hacen actividades físicas, acampan, marchan como si ya integraran el ejército y gritan a viva voz aquella frase que patentó Jair Bolsonaro en sus mítines políticos: “Brasil por encima de todo”. Son menores de edad que reciben formación castrense y se los disciplina como a los niños en la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini. La situación se extiende por distintos estados del país y aunque no es nueva, sí lo es la denuncia del Movimiento Humaniza de Santa Catarina que presentó el caso en la Justicia.
La cultura militarista que sembró el gobierno del expresidente entre 2019 y el 1° de enero de 2023 dejó sus marcas en la sociedad brasileña. Aunque Bolsonaro ha sido inhabilitado hasta 2030 para ocupar cargos públicos, su influencia sobrevive en organizaciones de la sociedad civil como la FOPE. Demandada en Santa Catarina, donde el político ultraderechista sacó casi el 70 por ciento de los votos en la segunda vuelta de octubre pasado, esta escuela fundada hace 18 años se defiende desde su página de Facebook. Señala que su objetivo es “formar buenos ciudadanos, que los niños conozcan y anden por el camino del bien”.
Pese a que el ingreso a las fuerzas armadas se autoriza solo desde los 17 años, FOPE incorpora niños que recién empiezan la escuela Primaria a sus actividades de adoctrinamiento. No lo hace solo en Santa Catarina, el estado más ultraderechista de Brasil. También tiene presencia en localidades de San Pablo, Río de Janeiro y Minas Gerais con un Comando Nacional y otro estadual en cada unidad federativa.
Humaniza SC nació en noviembre del 2022 sobre el final del gobierno de Bolsonaro en Florianópolis. Denunció a FOPE ante el Ministerio Público y la Procuraduría de Justicia de la Infancia y la Juventud del Estado. Una de sus referentes es Ideli Salvatti, exsenadora y exministra de Pesca y Agricultura de Dilma Rousseff, vinculada a organizaciones de DDHH. En el manifiesto de su fundación, el movimiento sostiene que “busca garantizar que la sociedad catarinense se humanice ante la barbarie que se quiere instalar en nuestro Estado”.
La denuncia que Humaniza SC acaba de presentar contra FOPE dice: “Ponemos en conocimiento de las autoridades que esta empresa ataca directamente el ECA (Estatuto del Niño y del Adolescente) al incitar a los jóvenes a prácticas lesivas para su pleno desarrollo físico y psíquico, bajo la apariencia de una institución ‘enfocada en el desarrollo social’, de la enseñanza de valores como la jerarquía, la disciplina, el respeto a los símbolos patrios, la valoración de la familia, el orden unido, la ética y el civismo”.
Para Jair Krischke, dirigente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos del vecino estado de Rio Grande do Sul, “el tema es preocupante porque en Santa Catarina hay demasiado nazismo. Pero el problema viene de muy lejos porque la Policía Militar fue creada por la dictadura en 1966 y en 1988, cuando se discutió la nueva Constitución, definió en ella que era una fuerza auxiliar y de reserva del ejército. Una de las 29 recomendaciones de la Comisión Nacional de la Verdad es que se desmilitarice a la Policía”. Para Krischke esta es una de las causas que explica lo que pasa hoy en Brasil.
En junio del año pasado, el sitio web Congresso em Foco advertía que durante la administración del ultraderechista Bolsonaro había aumentado la cantidad de escuelas paramilitares en Brasil. Sus creadores detestan ese calificativo. Las llaman premilitares. Su objetivo es formar a menores de edad con la excusa de que en el futuro estarán instruidos para entrar a las fuerzas armadas.
Humaniza SC sostiene en su documento que “no hay necesidad de preparar a un niño de cinco o seis años para el ingreso a estas instituciones. Además, no está preparado desde el punto de vista de su capacidad psicológica y física para el manejo de armas de fuego, ni para el entrenamiento militar”. FOPE invita desde sus redes a “no hablar sin saber. Ven a hacer una visita y conoce las historias de nuestros hijos y lo que hacemos por ellos”.
Videos subidos por la organización a sus redes sociales son la evidencia de que a los menores se los forma con aire marcial. Un hombre de uniforme verde olivo da la orden de “firmes” a un grupo de niños y adolescentes vestidos con ropa oscura y boinas rojas que lo escuchan en un bosque del municipio Alfredo Wagner, al sur de Santa Catarina. Otro instructor va al frente de una caminata con paso militar seguido por niños que parecen no superar los diez años. Algunas de las escenas ocurren en el Valle de Itajaí, una especie de Lebensraum o espacio vital alemán del Estado donde en 1928 se fundó la primera célula nazi de Brasil.
Los menores participan de ejercicios en que simulan la desactivación de bombas con defensas de cartón y valijas que representan explosivos o teatralizan incursiones tácticas diurnas y nocturnas. “Muchas de esas crianzas sueñan con ser un policía o un militar”, publicita FOPE en sus imágenes. También se ilusionan con ser bomberos, porque se los forma en apagar incendios.
Santa Catarina, solo por detrás de San Pablo, es el estado con más grupos neonazis del país y eso no significa que en los campos de adiestramiento se discuta sobre la lectura de Mi lucha. Pero Humaniza SC dice que “es criminal lo que parte de la sociedad está haciendo con los niños. Hay informes de niños de 5 años que participan en el ‘entrenamiento militar’ de esta organización”, denunció en su presentación judicial.
La escenografía donde los pequeños de uniforme realizan sus ejercicios militares es generalmente boscosa. Chicas y chicos se arrojan por tirolesas, reptan cuerpo a tierra por campos inundados o embarrados, participan de operativos de rescate, hacen cursos de primeros auxilios o portan palos que semejan fusiles de asalto.
“Es necesaria una investigación por parte de este Ministerio Público sobre las prácticas, metodología y los valores que son transferidos por FOPE”, pide Humaniza. En 2022, cuando comenzaron a difundirse noticias sobre la organización, se supo que su pedagogía castrense era dictada por personas sin formación militar, aunque vinculadas con soldados de la reserva y políticos que seguían a Bolsonaro. La exacerbada militarización de la sociedad brasileña es una de las bombas que dejó activadas el candidato ahora inelegible.