IA promueve gran mercado pornográfico

Mujeres «perfectas» creadas con Inteligencia Artificial (IA) son utilizadas en plataformas pornográficas en muchos países del mundo.

 

Diego Herchhoren

* En algunas de estas webs con “valores occidentales”, es posible visualizar o generar vídeos en las que el consumidor puede violar a una soldada rusa o una mujer iraní con el hiyab puesto. También entre los criterios de búsqueda aparecen «porno de refugiadas» o «escorts ucranianas».

Entre las aplicaciones de fotos que desnudan digitalmente a las mujeres o que vienen incorporadas como funciones en las aplicaciones más populares, se incluyen mensajes sexualizados que muestran a figuras humanoides creadas bajo inteligencia artificial e imágenes manipuladas, utilizando mujeres y niñas como cebo comercial.

El uso de algoritmos para generar contenido pornográfico, que sirve como anzuelo en las principales plataformas de contenidos y redes sociales es una realidad normalizada. A diferencia de la explotación «directa» que se padece mediante la desigualdad salarial, o la consideración de la mujer como «ejército de reserva» para los trabajos menos valorados, la explotación «indirecta» a través de la Inteligencia Artificial, pasa inadvertida.

“El auge de la pornografía generada por IA normaliza el uso de la imagen o semejanza de una mujer sin su consentimiento”, dijo Sophie Maddocks, investigadora de la Universidad de Pensilvania que estudia los abusos sexuales relacionados con imágenes.

“Como sociedad, ¿qué mensaje enviamos sobre el consentimiento cuando puedes desnudar prácticamente a cualquier mujer?”, pregunta.

Estos hipertrucos o «falsificaciones en profundidad» pueden arruinar una reputación, pueden usarse para actos de intimidación o acoso, o inclusive describen el patrón de conducta social que luego se pretende trasladar a la realidad. Y lo que es peor: en la medida en que la «fantasía» generada mediante artificios informáticos nunca se cumple, se desatan las sensaciones de frustración, violencia e impotencia donde las mujeres son las principales víctimas. Es como un mercado de esclavas «low cost».

Según un estudio de 2019 de la empresa holandesa de inteligencia artificial Sensity, el 96 % de los videos falsos en línea son pornografía no consentida y la mayoría de ellos representan a mujeres: celebridades como la cantante Taylor Swift y la actriz Emma Watson, pero también muchas mujeres que no ocupan ningún lugar de vanguardia en los medios.

Los medios estadounidenses y europeos están repletos de testimonios de mujeres académicas o activistas que se sorprendieron al descubrir sus rostros en la llamada «deepfake porn».

Pero, es más, en algunas de estas webs se pueden visualizar o generar vídeos en las que el consumidor puede violar a una soldada rusa o una mujer iraní con el hiyab puesto. También entre los criterios de búsqueda aparecen «porno de refugiadas» o «escorts ucranianas».

Entre los nuevos generadores de arte de texto hay aplicaciones gratuitas que pueden crear «chicas hiperrealistas con IA»: avatares a partir de fotos reales, que se pueden personalizar solicitando «piel oscura» o «cinturón de muslo».

Las nuevas tecnologías, como Stable Diffusion, un modelo de IA de código abierto desarrollado por Stability AI, permiten imágenes realistas a partir de descripciones de texto.

Los avances tecnológicos han dado lugar a toda una “industria artesanal floreciente” en torno a la pornografía generada por IA, en la que muchos jugadores aceptan generar contenido, de pago, con la persona elegida por el cliente. Es más, incluso se remunera a mujeres jóvenes para que suban a determinadas plataformas fotos íntimas que sirven como ejemplo para reproducir.

A través de estos modelos se establecen patrones de belleza, comportamiento sexual y se viraliza una forma de relacionarse donde la mujer ocupa el lugar subalterno, de consumo, y que termina confrontando violentamente con la realidad. España es buen ejemplo de ello: país que está en fase ascendente en femicidios es, paralelamente, uno de los mayores consumidores mundiales de pornografía, y las plataformas más utilizadas ya incluyen estas funcionalidades.

El trasfondo ideológico que opera tras estas plataformas es «la libertad sexual» o incluso «los valores occidentales». Por ejemplo, en 2022, la web PornHub retiraba sus contenidos de Rusia en «protesta» por la Guerra de Ucrania. En esta y otras plataformas se pueden ver desde violaciones en grupo, relaciones sexuales con niñas y hasta «porno feminista».

Tras ello hay toda una batalla cultural que por ahora los grandes monopolios económicos van ganando, donde la mujer es objeto de diseño, de tallado y, evidentemente, de compraventa. Es la versión avanzada del esclavismo de mujeres, pero de consumo masivo. Y con esto se traslada una idea muy sencilla: Google, Twitter o Microsoft diseñan los deseos, y las mujeres los deben cumplir.

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