Las elecciones de este domingo pueden significar una derrota al neoliberalismo
Este domingo 20 de agosto se celebrarán las elecciones presidenciales en Ecuador, y la llegada a esta cita en las urnas ha estado precedida por crímenes contra aspirantes y líderes políticos, el auge de una violencia que ya parece endémica y el claro desgaste de un neoliberalismo que se ha aplicado tras la salida del poder del gobierno liderado por Rafael Correa, en 2017.
Entre 2007 y 2017 Ecuador fue, en América Latina, un país ejemplo de tranquilidad, de auge en la consecución de programas sociales y de desarrollo.
Fueron los años de la Revolución Ciudadana, encabezada por el presidente Correa, con un proyecto social a favor de cada ecuatoriano.
Su programa de gobierno estuvo respaldado por la adopción de una nueva Constitución en 2008, y para que se tenga una idea de lo logrado en esa década, según el Banco Mundial, la pobreza en la nación andina se redujo drásticamente en pocos años, de una tasa del 36,7 % en 2007, al 22,5 % en 2014.
La desigualdad de ingresos, medida por el índice de Gini, del propio organismo internacional, disminuyó de 0,55 a 0,47 (2007-2014), lo que convirtió a Ecuador en el país latinoamericano con la mayor reducción de este índice durante el periodo.
Bajo el mandato de Correa, el presupuesto de educación se triplicó, el analfabetismo cayó del 9,3 % en 2007 al 2,7 % en 2009, y por ello, en reconocimiento, la Unesco declaró a Ecuador «libre de analfabetismo».
La seguridad ciudadana se vio protegida y el índice de homicidios por cada 100 000 habitantes bajó de 18 en 2011, a 5,8 en 2017, lo que convirtió al país en uno de los más seguros de América.
Se facilitó el acceso de los exdelincuentes a los programas sociales. Sobre todo, la reducción de la pobreza parece haber sido la principal razón de la mejora de la seguridad ciudadana.
Terminado el mandato de Correa, ocupó la presidencia Lenín Moreno, y fue entonces que comenzó a revertirse el avance social, económico y de seguridad del país. Entre traición y mal gobierno, el neoliberalismo vio las puertas abiertas, para ocupar el espacio que hoy mantiene, mediante administraciones de derecha más comprometidas con la oligarquía financiera que con los ciudadanos que les brindaron sus votos.
Hoy el panorama es totalmente distinto: mutilación de programas sociales, privatizaciones y entrega de valiosos recursos naturales al capital foráneo, incremento de la pobreza y, junto a ella, de la inseguridad, las protestas reprimidas por la policía, el auge de las mafias que controlan centros penitenciarios y otros lugares, y el asesinato en plena calle de actores políticos que aspiran a los más altos cargos en los comicios adelantados de este año.
Una campaña electoral marcada por la violencia, un candidato presidencial asesinado y otro líder político ultimado hace apenas unas horas, luego de sufrir un ataque armado.
Las amenazas contra aspirantes a cargos están a la orden del día y, al parecer, se trata de silenciar a quienes en sus propuestas electorales abogan por «acabar» con la violencia, poner fin a la corrupción, o se comprometen a lograr una estabilidad real en el país.
De acuerdo con las encuestas, la candidata del movimiento de la Revolución Ciudadana, de izquierda, Luisa González, es favorita para vencer en los comicios, con marcada preferencia sobre sus más cercanos seguidores: Otto Sonnenholzner, de la agrupación Actuemos; Yacu Pérez, de Claro que se puede, y Jan Topic, de Por un país sin miedo.
En ese grupo estaba el recientemente asesinado, Fernando Villavicencio.
En los últimos días también fue ultimado Pedro Briones, político del movimiento de la Revolución Ciudadana.
Al respecto, se ha informado que suman alrededor de 4 000 las personas asesinadas por las mafias criminales que imperan en la nación andina.