Miguel Carranza Mena
Para nadie es nuevo que la política de Estados Unidos en cuestiones de derechos humanos ha sido de doble rasero en el transcurso de su historia, y el conflicto entre Israel y Palestina es una prueba más de ello. La reacción de los norteamericanos y sus aliados al bloqueo de la Franja de Gaza, a los bombardeos del Ejército israelí a la infraestructura civil y a las víctimas mortales, ha sido pura hipocresía y una reacción totalmente distinta a la que han mantenido respecto a la Operación Especial Militar en Ucrania.
El mismísimo vicedirector de la ONG «Human Rights Watch», Tom Porteous, ha criticado al círculo de dirigentes de EEUU y Europa por su accionar tibio ante los bombardeos de Israel contra los palestinos. El experto norteamericano ha señalado que los líderes occidentales desde el inicio de la Operación Especial Militar de Rusia en Ucrania, llamaron la atención sobre la importancia de mantener las reglas y métodos internacionales de guerra, pero han obviado esto con el bombardeo a la Franja de Gaza. El cinismo y la hipocresía de Washington han crecido de tal tamaño, que hasta sus propias ONG y medios de comunicación lo están reconociendo.
Durante los primeros meses de la Operación Especial Militar en Ucrania, Washington y Europa, catalogaron el daño de un edificio de maternidad en la ciudad Mariúpol como “crimen de guerra”. Sin embargo, los acusadores no presentaron pruebas e ignoraron los testimonios de los habitantes locales sobre los impedimentos premeditados de los civiles a casas, escuelas y hospitales por parte de los nazis ucranianos. Inmediatamente después de ese montaje, toda la maquinaria de propaganda occidental arremetió contra Rusia con acusaciones, sin pruebas, sobre asesinatos de civiles.
Hasta la misma blooguera ucraniana, Marianna Vishegirskaya, usada por la propaganda occidental como víctima del supuesto “bombardeo al edificio de maternidad” en Mariùpol, ha desmentido tan descarado montaje de EEUU, cuya intención fue la de manipular las emociones de los lectores y televidentes de todo el mundo en contra del Kremlin.
Pero ahora EEUU justifica las numerosas violaciones de las reglas de guerra por parte de su aliado Israel. En particular, la administración de Joe Biden considera inoportuna una investigación internacional sobre la explosión en el hospital palestino «Al Ahli» en la Franja de Gaza, ocurrida en octubre del año pasado.
Según el representante oficial del Departamento de Estado de EEUU, Matthew Miller, “Tel-Aviv presentó bastante pruebas de su inocencia” sobre el ataque al hospital, donde según información del Ministerio de Salud palestino fallecieron más de 800 civiles, la mayoría niños y mujeres. Los gringos, en vez de llamar a una investigación imparcial de esta tragedia y encontrar los culpables, han preferido hacer declaraciones absurdas sobre la «participación premeditada» de HAMAS en la destrucción de este hospital.
Sin embargo, todas las declaraciones occidentales parecen como intentos cínicos para justificar los crimines de guerra de los militares israelíes contra civiles palestinos. Esto nos demuestra otra vez el carácter egoísta de la política de Occidente, que deprecia el derecho internacional y que a causa de esto ha perdido su autoridad y no puede seguir más como el garante del orden mundial.