El sueño chino en Centroamérica, desarrollo y paz

Xi Jinping, presidente de la República Popular China.

 

Stephen Sefton

Es común y lógico al explorar el tema del impacto de la República Popular China en América Latina y el Caribe, enfocar en el aspecto económico y comercial del intercambio. Vale la pena recordar que el Banco Mundial, en abril 2022 reportó que en los anteriores 40 años China apoyaba a 800 millones de su población a salir de la pobreza, lo cual equivale a 75% de la reducción de la pobreza a nivel mundial en ese período.

Entonces, en el caso de América Central, es probable que el impacto más importante del intercambio con China va a ser la reducción de la pobreza en la región, gracias especialmente al desarrollo de la infraestructura moderna que mejora la conectividad regional e internacional.

La reducción de la pobreza será el aspecto económico concreto de una visión imaginaria y espiritual, con la cual China puede enriquecer las dimensiones política, social y cultural de la vida nacional de nuestros países. El presidente Xi Jinping lo ha expresado en estos términos desde el inicio de la Iniciativa de la Franja y Ruta, por ejemplo, en una entrevista de 2013 con medios latinoamericanos y caribeños sobre “el cumplimiento del sueño chino beneficiará también a los demás pueblos del mundo”. Entre sus palabras, el presidente Xi Jinping comentó:

“Para cumplir el sueño chino, hay que persistir en el desarrollo pacífico. Seguiremos inalterablemente el camino de este desarrollo y aplicaremos invariablemente la estrategia de apertura basada en el beneficio mutuo y la ganancia compartida: no solo nos dedicaremos a desarrollar China, sino también subrayamos nuestras responsabilidades con el mundo y nuestras contribuciones a éste; beneficiaremos no solo al pueblo chino, sino también a los demás pueblos del mundo.

El cumplimiento del sueño chino traerá al mundo paz, no turbulencia; oportunidades, no amenazas. América Latina y China están separadas por un océano, pero unidas de corazón. A una y a otra las vinculan no solo una profunda amistad tradicional y lazos estrechos de intereses, sino además la persecución afín de bellos sueños”.

Los diez años que han seguido esas palabras del presidente Xi Jinping en 2013, han visto una fuerte ofensiva ideológica y política contra el desarrollo humano de los pueblos de América Latina y el Caribe de parte de Estados Unidos y sus cómplices entre las élites locales. Entre las figuras más estridentes y agresivas ha sido la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de las fuerzas armadas estadounidenses.

La general Richardson no se cansa en insistir sobre lo que ella ha llamado ante el Congreso estadounidense la “influencia maligna” de la República Popular China. Sin embargo, son ella y sus colegas los que impulsan de manera agresiva la militarización de la región e intensifican las provocaciones contra Venezuela en su disputa con Guayana sobre el territorio del Esequibo.

La Doctrina Monroe

Entonces, cuando se explora el impacto en América Latina y el Caribe de su intercambio con China, es necesario tener en mente la agresiva reacción imperialista de parte de Estados Unidos. Sencillamente las clases gobernantes norteamericanas no aceptan que los países de América Latina y el Caribe establezcan relaciones soberanas e independientes con la República Popular China. Nunca han renunciado la Doctrina Monroe originalmente enunciada en 1823. Las élites de Norteamérica insisten en que deben de tener el derecho preferencial al control y acceso a los recursos naturales de la región latinoamericana y caribeña y de sus ubicaciones estratégicas.

La más clara expresión de esta realidad ha sido el genocida bloqueo de más de 60 años contra Cuba y más de diez años de contraproducentes medidas coercitivas agresivas contra Venezuela. En relación a Centroamérica, las clases gobernantes norteamericanas ven el desarrollo económico independiente de los países de la región, no como una gran oportunidad para el desarrollo humano de sus poblaciones, sino como una amenaza a su propio poder y control, tanto económico y político, como ideológico y cultural.

Sin embargo, la fuerza del impulso visionario del gobierno chino ha establecido un consenso dentro de la región en torno a que el significativo volumen de comercio con la economía china, su estratégica inversión directa en la región y su activa diversificación de la oferta financiera disponible, son esenciales para el desarrollo humano de la región.

Cooperación, comercio y democratización

En 2022, del total de las exportaciones chinas a nivel global, solamente 4.8% se dirigía a América Latina y el Caribe. Entre los quince principales destinos de exportaciones chinas para ese año, solo México figuró entre los países de la región, importando bienes con un valor de US$81.4 mil millones.

El Foro China-América Latina y Caribe de 2014 había acordado un marco de cooperación para el desarrollo enfocado en obras de infraestructura, manufactura e innovación tecnológica, el desarrollo del sector energético y el uso racional de los recursos naturales. En cambio, la política estadounidense hacia la región enfatiza el papel del sector de la empresa privada para la región sin ofrecer planes concretos de obras de infraestructura, de desarrollo tecnológico o mejores opciones de financiamiento.

Los países de América Central ofrecen un ejemplo claro de los dilemas políticos y las ventajas económicas que surgen ante la democratización económica regional impulsada por China dentro del marco de cooperación acordado en 2014 a nivel latinoamericano. Aunque por el momento ha sido relativamente lento el avance de la reducción de pobreza en la región, la población centroamericana, de más de 53 millones de personas, constituye un mercado significativo que tiene el potencial de constituir también un bloque político importante a nivel internacional.

Costa Rica reconoció a la República Popular China en 2007, Panamá en 2017, El Salvador en 2018, Nicaragua en 2021 y Honduras en 2023. Solo Belice y Guatemala todavía reconocen a la provincia china de Taiwán como un estado independiente.

En el caso de América Central, a nivel global el total de exportaciones de los seis principales países centroamericanos en 2022 fue de alrededor de US$74 mil millones y el total de importaciones fue alrededor de US$102 mil millones. En este momento la balanza de comercio de la región centroamericana con Estados Unidos y China es bastante similar, aunque sin duda la tendencia futura será que la región tendrá un déficit comercial progresivamente más grande con China, por motivo de la creciente apertura comercial con Nicaragua, Honduras y El Salvador.

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