El cinismo de la “justicia” gringa

 

Miguel Carranza Mena

La justicia en el mundo, particularmente la de los sistemas legales de Occidente, es ilustrada por la diosa preolímpica Temis, a la que siempre observamos con los ojos vendados, con una balanza en su mano izquierda, que representa la justicia y equilibrio; y una espada en su mano derecha que se interpreta como firmeza, fortaleza y decisión.

A Temis se le conoce como la primera en introducir los sacrificios relativos a los dioses e instruir a los hombres de la tierra en lo referente al buen gobierno y paz, por eso es llamada la diosa de la ley. Sin embargo ciertos países occidentales que se creen los paladines de la verdad, los gendarmes de los derechos humanos, y que según ellos coinciden con los valores de Temis, sorprendentemente no reconocen a los organismos de justicia del mundo como la Corte Penal Internacional CPI, a la cual sí utilizan descaradamente para acusar a sus adversarios y defender a sus aliados, botando así el simbolismo de la balanza de Temis que significa la igualdad en el trato de la justicia.

Y es que, al parecer, el doble rasero o los dobles estándares son características particulares del ropaje de Washington, los cuales son muy fáciles de identificar con el actual conflicto en Ucrania y el genocidio de Israel en la Franja de Gaza.

En febrero de 2022, cuando la Federación de Rusia inició su Operación Especial para defender a las repúblicas del Donbass, Lugansk y Donetsk de los bombardeos del régimen ucraniano, EE.UU. tildó a Rusia como un país “agresor”; en cambio, las acciones militares que Israel lleva a cabo contra el pueblo indefenso palestino desde octubre de 2023, son catalogadas como un derecho de “autodefensa”.

Cinismo

Tel Aviv, patrocinado por la Casa Blanca, destruyó y sigue destruyendo con sangre fría casas de palestinos, hospitales, escuelas, iglesias, tanques de agua potable, gasolineras y panaderías con la excusa de luchar contra HAMAS. Israel bloqueó toda la Franja de Gaza y condenó a los palestinos a morir de hambre. Según datos del Ministerio de Salud de Gaza, hasta julio de 2024 se registran más de 37 mil 396 muertos, equivalente al 7,9 por ciento del total de la población, y por causa de la guerra más del 96 por ciento de la población enfrenta problemas de seguridad alimentaria.

Pero esta crisis parece importarle poco o nada a los paladines de la verdad, que prefieren condenar el castigo a los fascistas ucranianos que, desde el golpe de estado en 2014, han agredido con apoyo occidental a la población civil del Donbass. Cabe mencionar que hace año y medio todos los países sumisos aliados de Washington, aplaudieron cuando la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra el presidente Vladimir Putin por haber iniciado la operación militar para desnazificar Ucrania; no obstante, en mayo de este año la portavoz de Casa Blanca, Karine Jean Pierre, declaró que EE.UU. se opondría a una posible orden de arresto contra funcionarios israelíes por su genocidio en Gaza, entre ellos al primer ministro Benjamín Netanyahu.

La funcionaria gringa dijo que la CPI no tiene ninguna jurisdicción para Israel y EE.UU. mostrando así un altísimo nivel de cinismo y soberbia. Como dicen por ahí algunos analistas en derecho internacional: Washington quiere justicia para sus adversarios pero que esa justicia no sea para sí mismo, ni para sus socios como Israel.

Por ello Estados Unidos no ha sido juzgado por sus crímenes de guerra cometidos en Irak, Libia y Afganistán y en tantos países del mundo donde ha dejado luto, dolor, hambre y delincuencia. Cuando la CPI intentó acusar a los “paladines de la libertad” en 2016, el gobierno norteamericano retiró inmediatamente el visado a la fiscal general que llevaba el caso, la jurista gambiana Fatou Bensouda.

Bensouda solicitó la apertura de una investigación formal en Afganistán por crímenes de guerra cometidos por todas las partes en el conflicto, entre ellos grupos talibanes, autoridades afganas y por supuesto la manzana en la discordia “tropas libertarias estadounidenses”. Precisamente en 2002, el Congreso Norteamericano aprobó la Ley de Protección del Personal de Servicio Estadounidense, que blindó cínicamente a sus matones de un eventual procesamiento por parte de la CPI.

Desprecio del derecho

Pero dejemos a un lado la CPI y hablemos de otra corte, la Corte Internacional Justicia de la ONU, cuyas decisiones sí son de obligatorio cumplimiento para todos los países, excepto para Israel y EEUU. En mayo de este año, este organo de justicia obligó a Tel Aviv a cesar el fuego en la ciudad Rafah, en la Franja de Gaza, ¿y qué hizo Benjamín Netanyahu?, se fue a Washington a buscar el respaldo del Congreso norteamericano. De eso nos cuenta en su artículo de opinión la profesora en derecho internacional, Marjorie Cohn: “Visita de Netanyahu y desprecio de Estados Unidos por el derecho internacional”.

Cohn dice en su artículo que Washington ha ignorado durante mucho tiempo los mandatos del derecho internacional en su despreocupado desprecio por la CIJ y que ese descrédito se volvió más visible cuando el Congreso de su país extendió una cálida bienvenida a Netanyahu, apenas cinco días después de que este organismo de justicia notificara a todos los estados miembros de la ONU de la obligación de no prestar ayuda o asistencia para mantener la presencia ilegal de Israel en Palestina.

Pero el gobierno gringo hace caso omiso a la CIJ y ha permitido la ocupación ilegal de Israel, proporcionando 3 mil 800 millones de dólares al año, y más de 15 mil millones adicionales en ayuda militar desde el 7 de octubre de 2023. Aparte, Washington ha vetado tres resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que habrían acabado con el genocidio sionista en Gaza.

Mientras tanto, EE.UU. y Europa instan a todo el mundo “a resistir con armas” al Kremlin, sin embargo, no hay ni una palabra de condena contra la crueldad de Israel en Gaza. En tanto, la Corte Penal Internacional repite que los principios de los derechos humanos y el derecho humanitario internacional no pueden imponerse en igual manera para los conflictos en Ucrania y Palestina.